miércoles, 28 de octubre de 2015

San Juan Dat - San Rodrigo Aguilar Alemán - Beato Salvador Damián Enguix - Beato José Ruiz Bruixola 28102015

San Juan Dat

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San Juan Dat, presbítero y mártir
En el territorio de Cho-Ra, en Tonkin, san Juan Dat, presbítero y mártir, decapitado por su fe en Cristo.
Este santo tonquinés nace en Dong-Chuoi el año 1765 y se cría en la misión católica de su pueblo. Se cualifica luego como catequista y finalmente es ordenado sacerdote en 1798. Su ministerio iba a ser muy breve, de sólo cuatro meses, ya que en agosto de ese mismo año era arrestado. Inicialmente huyó a las montañas cuando supo que lo buscaban, pero luego volvió, pensando que su sitio estaba entre sus feligreses. Al entrar en la casa no lo encontraron los soldados, pero empezaron a maltratar a la familia y entonces Juan, para impedir este maltrato, salió de su escondite. Cargado con cadenas y con la canga al cuello compareció ante el tribunal y se le conminó en vano a que pisara la cruz. Custodiado por soldados cuyo capitán era cristiano, era dejado libre de día y encerrado solamente por la noche, lo que aprovechaba para animar a los demás presos cristianos a perseverar. Pudo visitarlo un sacerdote y darle la absolución sacramental. Llevado de nuevo al tribunal el 25 de octubre, fue condenado a muerte, y en las inmediaciones de Trinh-Ha, se dispuso su ejecución. Permitió el mandarín que los cristianos asistiesen a su muerte y lo saludasen por última vez. Los cristianos colocaron bajo él una estera. El mártir se sentó en ella, cruzó los brazos sobre el pecho y se puso en oración, y entonces fue decapitado. Era el 28 de octubre de 1798. Fue canonizado el 19 de junio de 1988 por el papa Juan Pablo II.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003


San Rodrigo Aguilar Alemán

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San Rodrigo Aguilar Alemán, presbítero y mártir
En la localidad de Ejutla, en México, san Rodrigo Aguilar Alemán, presbítero y mártir, que durante la persecución fue colgado de un árbol por los soldados, y alcanzó así gloriosamente el martirio que deseaba.
Luego de que fue ordenado sacerdote el 4 de enero de 1905 y que fue designado a distintas parroquias, peregrinó a Tierra Santa, en donde recogió sus impresiones en la obra “Mi viaje a Jerusalén”; allí consigna que en el lugar donde según la tradición el Verbo se hizo carne, pidió, como una gracia, el martirio. El 20 de marzo de 1925 fue designado Cura interino de Unión de Tula, y desde ese lugar oró en diversas ocasiones por esa misma gracia, además de pedirles a sus llegados que en sus oraciones pidieran por él en ese sentido.

Primogénito de doce hermanos, niño aún, ingresó al Seminario Auxiliar establecido en Sayula, Jalisco, su lugar de origen, en donde tuvo un notable aprovechamiento. A los 50 años de edad –nació el 13 de marzo de 1875- ya en Unión de Tula, conquistó la simpatía y el respeto de quienes lo trataron. Paciente y caritativo con el prójimo, se preocupó por instruir y catequizar a sus fieles, fundando asociaciones de laicos.

Escaso tiempo pudo estar al frente de su parroquia, pues al decretarse la suspensión del culto público en agosto de 1926, el Presbítero Aguilar decidió permanecer en los límites de su parroquia y el 12 de enero de 1927, la autoridad civil giró una orden de aprehensión en su contra, considerando delito el ejercicio de su ministerio. El Cura huyó a un rancho próximo a la cabecera municipal, pero su huésped lo denunció: apenas pudo escapar a Ejutla, Jalisco, donde llegó el 26 de enero.

Se refugió en el Colegio de San Ignacio, de las religiosas Adoratrices de Jesús Sacramentado. Desde los corredores del inmueble, siempre que podía celebraba la misa y administraba los sacramentos. Hasta él acudían sus feligreses de Unión de Tula, a quienes atendía en sus necesidades espirituales, renovando cada semana la Reserva Eucarística, gracias a la valiente cooperación de una religiosa. La mañana del 27 de octubre de 1927, una columna de soldados del ejército federal invadieron Ejutla; un grupo de soldados tomó el convento de las adoratrices, cuya superiora yacía en cama, gravemente enferma. Los presbíteros Rodrigo Aguilar, Juan de la Mora y Emeterio Covarrubias, se disponían a practicar un examen de lengua latina al seminarista Jesús Garibay cuando advirtieron la presencia de los soldados en las inmediaciones del convento y apenas lograron escapar.

El Padre Aguilar, sin embargo, antes de huir, destruyó la nómina de alumnos del Seminario, invirtiendo en ello minutos muy valiosos. El estudiante Rodrigo Ramos ayudó al párroco en su intento de escapar, pues se encontraba lastimado de los pies; los soldados lo sometieron. El Padre Aguilar, extenuado, dijo a su asistente: “Se llegó mi hora, usted váyase”. Un militar le pidió identificarse: “Soy sacerdote”, respondió. En la redada había sido capturados el seminarista Garibay y algunas religiosas. Sabedor de su suerte, con ánimo sereno, el Padre Aguilar se despidió de las religiosas: “Nos veremos en el Cielo”. Su semblante no manifestaba turbación, antes bien, se mantenía sereno. Dos religiosas adoratrices pudieron cruzar palabra con el reo. Amablemente, tranquilo y atento, les dijo: “Tengo hambre, tráiganme, si pueden, unos taquitos de frijoles. Los jefes me exigen documentos para demostrar por escrito que soy inocente, pero no tengo ninguno”.

Donato Aréchiga, quien encabezaba el contingente bélico, odiaba al párroco por haber impedido un matrimonio irregular, por que obtuvo la pena de muerte para Rodrigo Aguilar. A la media noche del 28 de octubre de 1928, el Padre Aguilar fue llevado a la plaza central de Ejutla; tranquilo, las horas transcurridas las invirtió orando. En una rama de un robusto árbol de mango, los soldados descolgaron una soga, uno de cuyos extremos tomó el Padre Aguilar, lo bendijo y en voz alta perdonó a sus verdugos. Luego de ponerle la soga al cuello, uno de estos le gritó en pleno rostro: “¿Quién vive?”... “Cristo Rey y Santa María de Guadalupe”, contestó con firmeza el interpelado. La soga fue tirada con fuerza y la víctima suspendida en el aire. A punto de asfixiarse fue bajado para repetirle la pregunta, su respuesta fue la misma; nuevamente fue colgado por el cuello y vuelto a bajar, y aún muy lastimado de la garganta, arrastrando las palabras, su pronunciamiento fue el mismo: Cristo Rey y Santa María de Guadalupe. Vuelto a colgar se le provocó la muerte por asfixia.

Por la tarde, unos vecinos descolgaron el cadáver, lo trasladaron al cementerio municipal y lo sepultaron. Cinco años después, los restos del Padre Aguilar fueron exhumados para ser depositados en uno de los cruceros del Templo Parroquial de Unión de Tula.

fuente: Mártires Mexicanos

Beato Salvador Damián Enguix

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Beato Salvador Damián Enguix Garés, mártir
En Alcira, en la región de Valencia, en España, beato Salvador Damián Enguix Garés, mártir, padre de familia, que durante la persecución consumó el combate por la fe.
Nace en Alcira, provincia de Valencia, el 27 de septiembre de 1862. Estudió la carrera de veterinario y en su matrimonio tuvo cinco hijos, de cuya crianza y educación hubo él de encargarse en solitario pues su esposa murió muy joven. Desde 1926 era veterinario municipal de Alcira. Era un católico fervoroso. Contribuyó a la fundación de la Adoración Nocturna, de la que fue primer presidente, y pertenecía a las Conferencias de San Vicente de Paúl, así como a la Acción Católica. Demostró su caridad en las epidemias y riadas, y era asiduo del hospital, cuyos enfermos visitaba, y del asilo de ancianos, a cuyo aseo colaboraba.

Iniciada ya la revolución, el 31 de julio de 1936 presentó su dimisión como veterinario municipal, que fue aceptada al día siguiente. Fue detenido el 6 de agosto y puesto en libertad a las pocas horas. A su hija, que le manifestó su miedo ante las circunstancias, la animó recordándole el valor del martirio. Volvieron a detenerle en los días finales de octubre y le llevaron a las Escuelas Pías, que hacían de cárcel. El día 27 lo llevaron a las tapias del cementerio y lo fusilaron, pero no murió, y creyéndole muerto lo dejaron. Al día siguiente, cuando fueron a enterrarlo y no lo hallaron, lo buscaron por los alrededores y lo encontraron en una casa de su propiedad cercana al cementerio. Entonces dispararon contra él hasta causarle la muerte. Fue beatificado el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003

Beato José Ruiz Bruixola

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Beato José Ruiz Bruixola, presbítero y mártir
En la aldea de Gilet, en la citada región de España, beato José Ruiz Bruixola, presbítero y mártir, que durante la misma persecución obtuvo ante Dios omnipotente la palma de la victoria.
Este sacerdote valenciano había nacido en Foios el 30 de marzo de 1857 en una familia de labradores, de la que recibió un profundo sentido cristiano. En 1878 ingresó en el seminario conciliar de Valencia donde cursó brillantemente los estudios sacerdotales y dio un magnífico ejemplo como seminarista. En 1882 se ordenó de presbítero. Coadjutor de Quart de Poblet, al poco tiempo estuvo encargado de la parroquia. Luego obtuvo un beneficio en la parroquia de San Nicolás Obispo y San Pedro Mártir de Valencia. Se adhirió a la congregación misionera que actuaba por los pueblos. Pasó luego a la parroquia de Santa Catalina y San Agustín como ecónomo y sobresalió por su cuidado de los pobres. Pasó posteriormente a la Parroquia de San Esteban Protomártir. En 1923 fue nombrado párroco de San Nicolás. Procuró la mejora del templo, el esplendor del culto, y su trabajo pastoral se centró en la catequesis y la promoción del apostolado seglar, fundando la Acción Católica. Visitador asiduo de los enfermos y volcado en los pobres, tuvo el amor sincero de su feligresía.

Llegada la revolución, tuvo que irse a su pueblo, donde clandestinamente continuó el ejercicio de su ministerio. En octubre fue arrestado con otras personas y llevado a un chalet de la misma localidad, donde levantaba el ánimo de los demás detenidos para que aceptasen el martirio. Se confesaron todos y rezaron el rosario, que no había concluido cuando se lo llevaron. Llegados al cementerio de Gilet a las doce de la noche, pidió como gracia que mataran primero a los demás para estar exhortándoles y animándoles. Así fue y mientras continuaba rezando el rosario fue fusilado, no sin que antes les dijera a sus verdugos que los perdonaba. Fue beatificado el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003

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