Beatos Mexicanos: Beato Martín Juan de Palafox y Mendoza

Fue ordenado sacerdote y se lo asignó capellán de María Ana de Austria, hermana de Felipe IV, a quien acompañó en varios viajes por Europa. Don Jaime Palafox fue su sobrino.
En 1639 fue presentado por el Rey como Obispo de Puebla de los Ángeles, en Madrid. Siendo confirmado por el Papa Urbano VIII, el 27 de octubre de ese mismo año. Se distinguió por sus esfuerzos en la protección de la población indígena de los colonizadores españoles, prohibiendo emplear cualquier método de conversión que no fuera el de la persuasión.
Fue nombrado también visitador y comisionado para someter a juicio al Virrey Don Diego López de Pacheco Cabrera y Bobadilla, Duque de Escalona y Marqués de Villena, de cuya fidelidad al Rey se dudaba en la Corte. Palafox llegó en secreto a la Ciudad de México y la noche del 9 de julio de 1642 mandó arrestarlo, confinándolo en el Convento de Churubusco. Confiscó y remató sus bienes y lo remitió a España.
Durante este periodo, Juan de Palafox ocupó temporalmente el cargo de Virrey de la Nueva España, en funciones desde el 10 de junio al 23 de noviembre de 1642. En este lapso formó las ordenanzas para la Universidad, la Audiencia y los abogados, y levantó 12 milicias para la defensa, pues temía que pudieran propagarse por la Colonia las revoluciones de Portugal y Cataluña.
En Puebla fundó el convento de religiosas dominicas de Santa Inés, redactó constituciones para el seminario de San Juan y erigió los colegios de San Pedro (para gramática, retórica y canto llano), y el de San Pablo (para grados académicos), al que dotó de una excelente biblioteca, hoy llamada Palafoxiana. Creó el colegio de niñas dedicado a la Purísima Concepción y dedicó sus mejores esfuerzos a terminar la Catedral, que finalmente consagró el 18 de abril de 1649.
Vacante la sede Metropolitana por la muerte de Monseñor Don Feliciano de Vega y Padilla (1641) mientras viajaba desde Acapulco, el Cabildo eclesiástico lo eligió Arzobispo de México el 12 de noviembre de 1643.
Su defensa de la Jurisdicción episcopal es un capítulo que sólo puede entenderse teniendo presente la responsabilidad del Obispo como ejecutor de las disposiciones del Concilio Tridentino. El gesto de la designación de Conservadores (mayo de 1647), que llegaron a declarar Sede Vacante con el Obispo presente en el territorio, haciendo caso omiso de tres provisores designados legítimamente para suplirle en caso de ausencia, revestía una gravedad tal que, según diagnosticaba Palafox, amenazaba la estructura misma de la Iglesia. Sobre el tema escribió Palafox mucho y muy claro, obligado a contrarrestar la propaganda de sus adversarios.
Sin embargo, en la historiografía eclesiástica, su versión ha tenido menos eco que la contraria.
Sin embargo, en la historiografía eclesiástica, su versión ha tenido menos eco que la contraria.
A causa de no ser aceptado por los regulares a sujetarse a visita y examen, conforme lo disponían varias cédulas reales, Palafox nombró 36 curas regulares y erigió otras tantas parroquias.
Debido a su papel en el contencioso mencionado, encontró la hostilidad de los jesuitas (1645), lo que motivó su gran animadversión hacia ellos. En dos ocasiones (1647 y 1649) manifestó mediante quejas formales ante el papado de Roma sus desavenencias. Inocencio X, sin embargo, rechazó estimar sus censuras, y todo lo que pudo obtener fue un informe de 14 de mayo de 1648 que instaba a los jesuitas a respetar la jurisdicción episcopal. En 1653 los jesuitas consiguieron su traslado a España.
En España fue nombrado obispo de Osma, donde murió a los pocos años. Está enterrado en su Catedral, en una capilla (Capilla del Venerable Palafox) proyectada por Juan de Villanueva.
En 1666 su cuerpo estaba incorrupto. Su Proceso de Beatificación, incoado en la diócesis de Burgo de Osma en 1666 y en Puebla de los Ángeles en 1688. El 27 de enero de 2004 fue aprobada, por los Consultores Históricos de la Congregación para las Causas de los Santos, la Positio presentada por la Postulación de la Causa en los años 1998-2003. E l 4 de abril de 2008 tuvo lugar, con éxito positivo, el “Congressus Peculiaris super Virtutibus”, el 2 de diciembre sucesivo tuvo lugar, con el mismo éxito positivo, la Congregación de Cardenales y Obispos y el 17 de enero de 2009 fue promulgado el Decretro sobre las Virtudes. El 26 de febrero de 2009 la Consulta Médica se pronunció favorablemente sobre la inexplicabilidad de la curación del párroco de Fuentemolinos, don Lucas Fernández de Pinedo, ocurrida el 29 de noviembre de 1766 y atribuida a la intercesión del Ven. Juan de Palafox. El Congreso Peculiar de los Consultores Teólogos dio su parecer favorable el 27 de junio de 2009.
Obra Cultural
Juan de Palafox fue un mecenas entusiasta, y durante su obispado en Puebla, la ciudad se convirtió en el centro musical de Nueva España. Compositores como Juan Gutiérrez de Padilla, el maestro de capilla de la catedral bajo Palafox y el compositor de siglo XVII más famoso en México, llevaron los más novedosos estilos de música europeos al Nuevo Mundo.
Palafox creyó intensamente en la educación y la cultura, y reunió una biblioteca de cinco mil libros de ciencia y filosofía, denominada Biblioteca Palafoxiana. Fue amigo de Andrés de Uztarroz, que lo elogió como escritor en su Aganipe de los cisnes aragoneses en el clarín de la fama. A Uztarroz le escribe pidiéndole que se publique su Historia real sagrada y su Varón de deseos.
Sus obras, en 15 tomos, se imprimieron en Madrid en 1762, a iniciativa de los Carmelitas Descalzos. Como escritor, fue autor de obras de carácter ascético, como Trompeta de Ezequiel (Madrid, 1658). También fue elogiado por Baltasar Gracián en Agudeza y arte de ingenio (1648), en el discurso LVI, en el que alaba una obra titulada El pastor de Nochebuena y en El Discreto, XVIII.
PALAFOX Y MENDOZA, Juan de
(Fitero, 1600; Osma 1659) Obispo, Político, Escritor.
Nació en la Villa de Fitero, Navarra, España, el 24 de junio del año 1600, hijo natural de Don Jaime de Palafox y Rebolledo, futuro Marqués de Ariza y de Doña Ana de Casanate y Espés. Don Jaime de Palafox confió la educación de su hijo Juan a los jesuitas del Colegio de San Gaudioso, en Tarazona. Posteriormente estudió Humanidades y Cánones a la Universidad de Huesca y en la de Alcalá, donde llevó una vida disipada que le hizo aprovechar muy poco en sus estudios. Quería seguir la carrera de las armas, pero obedeciendo a su padre se matriculó en la Universidad de Salamanca para proseguir sus estudios. En Salamanca abandonó la vida licenciosa y dada su gran capacidad intelectual, culminó brillantemente sus estudios de bachillerato; ante esto, su padre lo nombró gobernador del marquesado de Ariza y tutor de sus hermanastros.
Participó en las Cortes de Aragón donde se le dio el cargo de fiscal del Consejo de Guerra. Seducido por las cosas del mundo, el joven Palafox se dio a todo género de vicios y desenfreno de pasiones, pero la muerte de su hermanastra Lucrecia y la acción de la gracia de Dios le hicieron reflexionar. Leyó entonces las obras de san Roberto Belarmino y de San Agustín, hizo una confesión general de sus pecados y descubrió la llamada de Dios a recibir las órdenes sagradas.
A los 29 años de edad, Juan de Palafox fue ordenado sacerdote y se impuso así mismo una estricta regla de vida tomando como «Superiora» a la Santísima Virgen María, consciente de que “nadie fue al Padre sino por el Hijo, y nadie fue al Hijo sino por la Madre”. Obtuvo los grados de licenciado y doctor en Cánones por la Universidad de Sigüenza en 1633, y Felipe IV le otorgó una plaza en el Consejo de Indias. Posteriormente el Rey lo propuso para el obispado de la diócesis de Puebla de los Ángeles, a lo cual S.S. Urbano VIII emitió la bula pontificia correspondiente. Ante muchas peticiones que recibió de algunos de sus parientes, Palafox respondió: “la dignidad episcopal no tiene parientes sino acreedores, y éstos son los pobres, cuyas son las rentas”. El nuevo obispo de Puebla llegó al puerto de Veracruz el 24 de junio de 1640, y tomó posesión de la diócesis el 22 de julio.
Como Visitador de la Audiencia y Cancillería Real de México destituyó al Virrey Diego López Pacheco, y del 10 de junio al 23 de noviembre de 1642 desempeñó el cargo de Virrey, Gobernador y Capitán General de la Nueva España; fue presentado por el Rey ante la Santa Sede como arzobispo de México. Como obispo y virrey, don Juan de Palafox concentró en sus manos el poder espiritual y el poder temporal, pero eso no le hizo olvidar un solo momento que “la única razón del reinar es el servir” (Sto. Tomás). Formó las ordenanzas de la Universidad de México, de la Audiencia y de los abogados; levantó doce milicias para la defensa de las costas y restableció el comercio con el Perú y las Filipinas. En cuanto pudo solicitó al Rey ser relevado del cargo de Virrey, proponiendo al Conde de Salvatierra como la persona idónea; igualmente suplicó se le permitiera dejar el arzobispado de México para retomar el obispado de Puebla de los Ángeles.
En Puebla erigió, en 1644, el colegio de San Pedro y San Pablo (hoy Seminario Palafoxiano) al que dotó de una excelente biblioteca de más de cinco mil libros de ciencia y filosofía; reinició los trabajos de construcción de la Catedral, concluyéndola y consagrándola el 18 de abril de 1649. Erigió también el Palacio Episcopal y 36 templos; estableció un hospital para mujeres, un colegio para niñas y un hogar para mujeres pobres; fundó también el convento de religiosas dominicas de Santa Inés.
Como en toda realidad humana, la acción del obispo Palafox no estuvo exenta de tensiones y conflictos, y como él tenía el anhelo de corregir vicios del clero novohispano, asumió con celo su autoridad episcopal exigiendo acatamiento a ella de parte de las órdenes religiosas que existían en la diócesis de Puebla de los Ángeles. Y como la Compañía de Jesús había recibido de la Santa Sede diversos privilegios, los jesuitas se negaron a acatar algunas indicaciones de Palafox como fue la obtención de un permiso expreso del obispo para poder confesar y predicar. Tanto el obispo como los jesuitas tenían numerosos partidarios en la ciudad y el conflicto llegó a las calles, amenazando incluso la paz social. En una carta fechada el 25 de mayo de 1647 al Papa Inocencio X, Palafox denunciaba el uso que los jesuitas estaban haciendo de los privilegios que gozaban y pedía al Romano Pontífice que pusiera remedio. La respuesta de Inocencio X fue mediante un breve de fecha 18 de mayo de 1648, en el cual apoyaba al obispo en todos los puntos de jurisdicción en disputa, pero también le exhortaba a tener un trato más amable y moderado hacia los jesuitas.
El gran obispo de Puebla supo también conocer, valorar y promover a los indígenas, como lo prueba su magnífica obra «Virtudes del Indio». Desde sus responsabilidades como obispo de la Puebla de los Ángeles y virrey de Nueva España, Palafox y Mendoza manifestó su profunda preocupación por el bienestar y la cultura del pueblo. Su generosidad para con los pobres y necesitados llegó al punto de dejarlo con una deuda de 130 mil pesos, lo que le llevó a decir: “ya no me ha quedado que dar limosna otra cosa sino la Palabra de Dios”. Fue autor de varios libros y promotor del arte y la cultura. Trasladado a la diócesis de El Burgo de Osma, España, Don Juan de Palafox y Mendoza falleció en esa ciudad el 1° de octubre de 1659.
El proceso de beatificación de Don Juan de Palafox dio inicio en 1666 pero fue interrumpido varias veces por diversas circunstancias; por ejemplo, el 1699 por la muerte del obispo de Sevilla, promotor de la causa retrasó la introducción del expediente ante la Santa Sede hasta 1726. El exilio de los Romanos Pontífices durante el periodo napoleónico y la posterior guerra por la unidad italiana fueron otras causas de interrupción del proceso. Sin embargo ninguno de los pasos aportados perdió validez, incluyendo el milagro estudiado y aprobado, que fue la inexplicable curación a la luz de la ciencia del sacerdote Lucas Fernández de Pinedo ocurrida en 1766. Lucas Fernández era párroco de Fuentemolinos (Soria, España) y había sido desahuciado por los médicos tras cuarenta días de lucha contra la tuberculosis, que en esa época era una enfermedad incurable y mortal.
Desahuciado el párroco hizo su testamento, recibió los últimos sacramentos y se despidió de sus parroquianos; a su lecho llegó un sobrino suyo que también era sacerdote y le llevó una reliquia de Palafox. El enfermo la recibió, se encomendó a Palafox y se quedó dormido, mientras los síntomas de la enfermedad que, desde muchos días atrás lo tenían insomne, desaparecieron instantáneamente. Despertó cuatro horas después perfectamente sano. Así lo testimoniaron el médico de Fuentemolinos y otros dos más que lo habían tratado. La detallada documentación de esa curación inexplicable respaldó el milagro necesario para su beatificación, y el 27 de marzo de 2010, después de más de tres siglos, el Papa Benedicto XVI autorizó la promulgación del Decreto de su beatificación. La ceremonia correspondiente se realizó en el Burgo de Osma el 5 de junio de 2011.
Escritos
Sitio y socorro de Fuenterrabía y sucesos del año 1633
Santo de escoplo y martillo
Historia real sagrada
Varón de deseos
Trompeta de Ezequiel
Naturaleza y virtudes de los indios
Bibliografía
Sánchez Espinoza Víctor, Arzobispo de Puebla. Con Júbilo. Primera carta pastoral, Puebla, 2010.
Portillo Capilla Teófilo. Palafox, el reformador. Secretaría de Cultura, Gobierno del Estado de Puebla. Puebla, 2011
JUAN LOUVIER CALDERÓN
http://www.enciclopedicohistcultiglesiaal.org/diccionario/index.php/PALAFOX_Y_MENDOZA,_Juan_de
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