jueves, 1 de octubre de 2015

San Luis Versiglia - San Versiglia Caravario - San Cesareo Tarracina - San Benigno Dijon 01102015

San Luis Versiglia

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 Este mártir salesiano nació en Oliva Gessi (Pavía, Italia) el 5 de junio de 1873. Cuando a sus 12 años llegó al Oratorio de Valdocco, en Turín, regido por Don Bosco, para estudiar allí y cumplir su sueño de convertirse en veterinario, era un muchacho educado, sociable, ingenioso y muy sensible. En los dos años y medio que pasó al lado del fundador de los salesianos, que fue su director espiritual, cambió de parecer. Simplemente con ver su forma de vida, se trocaron sus previsiones de futuro que no estaban encaminadas a la vida religiosa. Además, le cupo el honor de pronunciar el discurso de felicitación el día de su onomástica, la última que Don Bosco celebró en la tierra. Éste murió el 31 de enero de 1888. Un año antes, se dirigió a Luis con estas palabras: «Ven a verme, tengo algo que decirte». Pero ya no hubo ocasión de llevar a cabo este encuentro. El 11 de marzo de ese mismo año Luis sintió latir en su corazón el ardor misionero cuando vio cómo se imponía el crucifijo a siete salesianos en la Basílica de María Auxiliadora que se disponían a partir a sus destinos. Y siguió los pasos de su fundador. Definitivamente abandonaba la idea de ser veterinario. Hizo el noviciado en Foglizzo, y profesó a los 16 años. Luego, estudió con ahínco en la universidad Gregoriana de Roma y no dejó de dar testimonio de su fe a los jóvenes que hallaba al paso en el Oratorio del Sagrado Corazón; tenía como modelo a Don Bosco. En 1893 obtuvo brillantemente el grado de doctor en filosofía en una edad espléndida, apenas rebasando la veintena. Mientras impartía clases a los novicios en Foglizzo Canavese (Turín) se empleaba a conciencia en el estudio de las disciplinas que le encaminarían al sacerdocio, sacramento que recibió en 1895.
Su anhelo era partir a misiones. Y, desde luego, iría, como él deseaba, pero no en esos momentos. El P. Miguel Rúa, sucesor de Don Bosco, había visto sus cualidades, y ya tenía para él otra responsabilidad. Pasó por alto su juventud, y lo nombró director y maestro de novicios en Genzano, un centro que él acababa de crear. Acertó de pleno, porque realmente Luís era un gran formador, como demostró en los nueve años que estuvo al frente de la casa. Como su afán misionero se mantuvo intacto, aprovechó ese tiempo para aprender idiomas, herramienta conveniente para quien se muestra dispuesto a viajar a tierras lejanas para evangelizar, que era su caso. El momento añorado llegó en enero de 1906. Su nuevo destino: China. Tenía entonces la mítica edad de 33 años, y su corazón rebosaba de júbilo. Iba al frente de esa primera expedición de salesianos que salía rumbo a este país asiático.
Al llegar a Macao pronto se convirtió en el «padre de los huérfanos», aquellos 55 niños del orfanato que el obispo puso en manos de estos misioneros, centro dirigido espiritualmente por Luis y en el que dejó su impronta apostólica. Las tensiones político-sociales se desencadenaron cuatro años más tarde, y con ellas el anticlericalismo de origen portugués que tocaba de lleno a los territorios que dependían del Estado luso. Eso conllevó la expulsión de los salesianos que tuvieron que partir a Hong Kong. Allí, y a instancias del prelado, se hicieron cargo de otro orfanato en medio de la desbordante alegría de los ciudadanos de Heung Chow. Lamentablemente, un monzón arrasó su casa y desplazó a los religiosos a Shek Ki. Desde 1912 a 1920 Luis dirigió sabiamente la misión. Se abrieron nuevas residencias y pudieron atender las fundaciones de Macao y de Río de Perlas. Creativo y lleno de proyectos para mejorar la vida de la gente, creó una escuela de comercio y diversos talleres, que revertieron en una mayor expansión.
En 1920 fue designado obispo de Schiu Chow. El instante no podía ser más comprometedor ya que, lejos de disiparse los atentados contra la fe católica, arreciaban. Nada de ello detuvo al santo. Siguió impulsando escuelas, seminarios, casas de formación, orfanatos, residencias de ancianos, catequizando a tiempo y a destiempo. Cercano, fraterno, con un marcado espíritu paternal tutelaba la vida de sus hermanos y no demandaba de ellos esfuerzos que él no hubiera realizado antes. La mortificación entraba dentro de un itinerario espiritual bendecido con numerosos frutos apostólicos. María Auxiliadora alumbraba su quehacer. «Sin Ella, había dicho, los salesianos no somos nada». En los diez años siguientes que mediaron hasta su martirio, se habían producido gravísimos altercados contra los misioneros. Manifiestos, amenazas, insultos…, hasta llegar a arrasar Iglesias y misiones. El 24 de febrero de 1930 Luis partía hacia Linchow con otro salesiano, el P. Calixto Caravario, y tres alumnas salesianas. Fueron apresados y atados, conduciéndoles a un bosque de bambú mientras les hacían objeto de linchamiento físico y verbal. Querían destruir la Iglesia y forzar a las jóvenes. Los dos sacerdotes, decididos a dar su vida, intentaron proteger a las jóvenes. Pero los violentos terminaron con ellos, fusilándolos allí mismo. Previamente pudieron orar hincados de rodillas y confesarse entre sí. Y antes con su valentía habían dejado estupefactos a los captores. Acostumbrados a ver retratado el terror a la muerte en las pupilas de los condenados, detectaron en los misioneros el gozo de la ofrenda suprema a Dios: la de su propia vida. En 1976, Pablo VI declaró mártires de la Iglesia a estos misioneros. Fueron beatificados por Juan Pablo II el 15 de mayo de 1983. Él mismo los canonizó el 1 de octubre de 2000.




San  Versiglia  Caravario

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Nacido en Oliva Gessi (Pavía), el  5 de junio de 1873 murió en Linchow, China, el  25 de febrero de 1930), fue un prelado salesiano italiano,  martirizado en China.

Marcha de su pueblo, Oliva Gessi el 16  de septiembre de 1885 a Turín para estudiar con los  salesianos de Don Bosco con la intención de ingresar en  la universidad en un futuro para ser veterinario. Permanece junto  a Don Bosco por dos años y medio, se confiesa  con él y tiene el honor de leerle un discurso  de su felicitación el día de su útima onomástica.

Pocos días  después de la muerte de Juan Bosco, el 11 de  marzo de 1888, Luis asiste en la Basílica de María  Auxiliadora la imposición del crucifijo a los siete misioneros que  partían a las misiones. Es aquí cuando decide renunciar a  su carrera de veterinario y convertirse en salesiano para ser  misionero en un futuro. Entra en el noviciado de Foglizzo  ese mismo año, es enviado poco después a la Pontificia  Universidad Gregoriana de Roma a estudiar filosofía, también realiza una   intensa actividad pastoral en el oratorio del Sagrado Corazón. Se  licencia en 1893 y regresa a Foglizzo como asistente y  profesor de novicios. El 21 de diciembre de 1895 recibe  la ordenación sacerdotal.

Miguel Rua, primer sucesor de Don  Bosco, decide  abrir un noviciado en Genzano, cerca de Roma y decide  que Luis Versiglia sea el director y maestro del nuevo  noviciado. A pesar de no estar muy conforme con su  nuevo cargo, Luis aceptó y permaneció nueve años en Genzano.

En 1905, Luis estudia idiomas para poder ir de  misionero.  El 19 de enero de 1906, sale de Italia la  primera expedición de misioneros salesianos a China capitaneada por él.  El obispo de Macao los acoge calurosamente y los pone  al frente de un orfanato que albergará un máximo de  55 muchachos. En 1910, cuando el obispo los traslada a  una residencia mayot como agradecimiento a su trabajo, estalla una  revolución que provoca la imposición de una dictadura anticlerical en  Portugal y sus territorios de ultramar. Las autoridades de Macao  no comprenden, porque deben expulsar a los salesiano, pero el  29 de noviembre llega la orden de expulsión y los  salesianos se trasladan a Hong Kong.

La diócesis de Macao, no  solo comprendía la colonia portuguesa sino también una extensa región  del interior de China. El obispo de Macao confía de  nuevo a los salesianos un orfanato den el distrito de  Heung Shan. Los salesianos llegana a la capital, Heung Chow  el 8 de mayo de 1911 donde son recibidos por  una gran muchedumbre y con fiestas. El 10 de octubre,  el monzón destruye la residencia de Heung Chow y los  salesianos de Luis Versiglia se dirigen esta vez a Shek  Ki.

En 1912, de Europa llegan nuevos refuerzos y Luis Versiglia  decide distribuir a sus hombres en cuatro residencias misioneras. Luis  divide su tiempo ente Macao y la misión del Rio  de Perlas. En 1915, Luis construye en Macao una obra  de mayor dimensión, talleres modernos y una escuela de comercio.  En 1918 los salesianos empiezan a trabajar en los ditritos  más septentrionales de Kwan Tung, por lo que el padre  Luis ve triplicado su trabajo.

En 1920 el territorio misionero  salesiano  es elevado a Vicariato Apostólico, del que Luis Versigglia es  elevado a primer obispo el 9 de enero de 1921.  En 1922, monseñor Versiglia hace una visita a Italia, donde  Calixto Caravario se le ofrece para ayudarle en su labor  misionera en China.

En el verano 1926, empiezan quejas en contra  del cristianismo y los extranjeros en Shiw Chow. Al año  sigueinte cuelgan en la escuela Don Bosco dos manifiestos en  tela en los que se invita a los alumnos a  dejar la escuela cristiana y con insultos hacia los extranjeros.  El 13 de diciembre de 1927, las protestas se radicalizan  con el incendio de todas las iglesias y misiones de  Shiw Chow. En los años siguientes el ambiente es cada  vez más hóstil y complicado.

El 24 de  febrero de 1930  parte con el padre Calixto Caravario y tres alumnas de  las salesianas, a Linchow, para hacer obras misioneras en la  misión salesiana de dicho pueblo. Al día siguiente durante el  viaje son apresados por unos piratas que exigen el pago  de un peaje. El padre Caravario y monseñor Versiglia intentan  proteger a las jóvenes que viajan con ellos para que  los piratas no se aprovechen de ellas. Los piratas fusilan  a los dos salesianos y capturan a las chicas.

Los restos  mortales de monseñor Versiglia de igual forma que los del  Padre Caravario, fueron repatriados a Italia.

En 1976, el  papa Pablo VI decreta a Luis Versiglia y a Calixto  Caravario mártires de la Iglesia. Fueron beatificados el 15 de  mayo de 1983 por el Papa Juan Pablo II y  canonizados el 1 de octubre de 2000.







Oremos

Porque has guardado la palabra de mi constancia, yo también te guardaré en la hora de la prueba que va a venir sobre el mundo entero, para probar a los habitantes de la tierra. Llegaré pronto: sostén lo que tengas, para que nadie te quite tu corona. Al que venza lo haré columna en el templo de mi Dios, y ya nunca saldrá fuera, y sobre él esciribiré el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, de la nueva Jerusalén, que baja del cielo desde mi DIos, y mi nombre nuevo.  Ap. 3, 10-12



Dios de poder y misericordia, que diste tu fuerza al Mártir San Luis Versiglia para que pudiera resistir el dolor de su martirio, concédenos que quienes celebramos hoy el día de su victoria, con tu protección, vivamos libres de las asechanzas del enemigo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.


San Cesareo Tarracina

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Santos Cesareo y Julián, que fueron metidos en un saco y echados al mar, Tarracina, 300.


San Benigno Dijon

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San Benigno, enviado por San Policarpo a predicar por las Galias, y martirizado en Dijon, 178.

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