Con Trump nos esperan
tiempos dramáticos
2018-06-29
La humanidad está bajo varias
amenazas: la nuclear, la escasez de agua potable en vastas regiones del mundo,
el creciente calentamiento global, las dramáticas consecuencias de la
sobrecarga de los bienes y servicios naturales indispensables para la vida (the
Earth Schoot Day).
A
estas amenazas se añade otra no menos peligrosa, ya señalada por varios
analistas mundiales como los premios Nobel Paul Krugman y Joseph Stiglizt.
Recientemente un economista ítalo-argentino, Robeto Savio, co-fundador y
director general del Inter Press Service (IPS), ahora emérito, escribió un
artículo que nos debe hacer pensar, con el título: Trump vino para
quedarse y cambiar el mundo (ALAI-América Latina en Movimiento de 20
de junio de 2018).
En
él afirma que Trump no es una causa del nuevo desorden mundial. Es más bien un
síntoma. El síntoma de tiempos en que los valores civilizatorios que daban
cohesión a un pueblo y a las relaciones internacionales, quedan simplemente
anulados. Lo que cuenta es el voluntarismo narcisista de un poderoso jefe de
Estado, Trump, que en el lugar de estos valores colocó, pura y simplemente, el
dinero y los negocios. Son éstos los que definitivamente cuentan. Lo demás son
perfumerías dispensables para el dominio del mundo.
El America
first debe ser interpretado como sólo América cuenta,
y sus propios intereses mundiales. En nombre de este propósito, ya preanunciado
en su campaña, Trump rompió tratados comerciales con viejos aliados europeos,
la Alianza del Transpacífico y abrió una arriesgada guerra comercial con su
mayor rival a China, imponiendo recargos de importación de productos que suman
miles de millones de dólares, además de cobrar tasas sobre el acero y otros
productos a otros países como Brasil.
Es
propio de figuras autoritarias y narcisistas hacer de menos a las
legislaciones. Cuando les conviene, pasan por encima de ellas, sin dar mayores
razones. Para Trump vale más la invención de «una verdad» que la verdad factual
misma. Las fakenews son un recurso presente en sus twitters.
Según Fact Schecker, desde que asumió la presidencia, ha dicho unas 3.000
mentiras. La verdad y la mentira valen para él en la medida que respaldan sus
intereses. Curiosamente, venció los principales pleitos, y tiene la aprobación
del 44% de la opinión pública, y del 82% de aprobación del Partido
Republicano.
No
tolera críticas, y se cercó si asesores súcubos que le dicen para todo «sí»,
bajo el riesgo de ser, si no, despedidos sumariamente.
Si
es reelegido –lo que no es improbable–, el estilo de gobierno y la negación de
toda ética pueden tornarse irreversibles. No olvidemos que Hitler y Mussolini
también fueron elegidos y crearon sus mentiras, vendidas como «verdades» todo un
pueblo. Podemos estar frente a un mundo marcado por la xenofobia, por la
exclusión de miles y miles de inmigrantes y refugiados, por la afirmación
excesiva de los valores nacionales en desprecio de los valores de los
otros.
Tales
actitudes, transformadas en políticas oficiales, pueden ser fuente de graves
conflictos, cuyo «crecimiento» puede incluso amenazar a la especie humana.
Cerca de 1300 psicoanalistas y psiquiatras norteamericanas denunciaron desvíos
psicológicos graves en la personalidad de Trump.
Cómo
será el destino de la humanidad, puesta en manos de un narcisista de este tipo,
cuyo paralelo sólo se encuentra en Nerón, que se divertía asistiendo al
incendio de Roma, con la diferencia de que ahora no se trata de un incendio
cualquiera, sino del incendio de la entera Casa Común. Como es imprevisible y a
toda hora puede cambiar de posición, nos preguntamos, entre asustados y
aterrorizados, cuáles serán sus próximos pasos.
Que
Dios, que se anunció como «el apasionado amante de la vida» (Sabiduría 11,24)
nos libre de las tragedias que pueden ocurrir, dada la irracionalidad de
alguien que anuncia «un solo mundo y un solo imperio» (el imperio
norteamericano).
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