Natividad de san Juan
Bautista
fecha: 24 de junio
hagiografía: Abel Della Costa
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: Solemnidad de la
Natividad de san Juan Bautista, Precursor del Señor, que, estando aún en el
seno materno, al quedar lleno del Espíritu Santo exultó de gozo por la próxima
llegada de la salvación del género humano. Su nacimiento profetizó la Natividad
de Cristo el Señor, y su existencia brilló con tal esplendor de gracia, que el
mismo Jesucristo dijo no haber entre los nacidos de mujer nadie tan grande como
Juan el Bautista.
Patronazgos: San Juan Bautista
es patrono de muchos países, regiones y ciudades, entre ellos Malta y Jordania.
También de muchos oficios: tejedores, curtidores, peleteros, talabarteros,
trabajadores del alimento, bodegueros, toneleros, carpinteros, arquitectos,
albañiles, canteros, deshollinadores, herreros, pastores, agricultores, cantantes,
bailarines, músicos, exhibidores de cine, comunicadores de masas; protector
también de los corderos, las ovejas, los animales de compañía y las vides; para
invocar contra el alcoholismo, los dolores de cabeza, mareos, ansiedad,
epilepsia, espasmos, ronquera, enfermedades de la infancia, el miedo.
Tradiciones, refranes,
devociones: Hay decenas de refranes que tienen a san Juan como tema,
generalmente climatológicos; he seleccionado unos pocos, de los que hay, a su
vez, muchas variantes:
Agua por San Juan, quita vino y no da pan.
Al fin y al cabo por San Juan, verano.
Hasta San Juan no te quites el gabán.
No hay verano hasta San Juan, ni invierno hasta Navidad.
Noche de San Juan, noche de sanjuanadas, total, nada.
Enero heloso, Febrero nevoso, Marzo ventoso, Abril lluvioso, Mayo pardo y San Juan claro, labrador prepara los bueyes y el carro.
Agua por San Juan, quita vino y no da pan.
Al fin y al cabo por San Juan, verano.
Hasta San Juan no te quites el gabán.
No hay verano hasta San Juan, ni invierno hasta Navidad.
Noche de San Juan, noche de sanjuanadas, total, nada.
Enero heloso, Febrero nevoso, Marzo ventoso, Abril lluvioso, Mayo pardo y San Juan claro, labrador prepara los bueyes y el carro.
Oración: Oh Dios, que
suscitaste a san Juan Bautista para que preparase a Cristo, el Señor, un pueblo
bien dispuesto, concede a tu familia el don de la alegría espiritual y dirige
la voluntad de tus hijos por el camino de la salvación y de la paz. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
San
Agustín hace la observación de que la Iglesia celebra la fiesta de los santos
en el día de su muerte que, en realidad, es el día del nacimiento, del gran
nacimiento a la vida eterna; pero que, en el caso de san Juan Bautista le
conmemora el día de su nacimiento, porque fue santificado en el vientre de su
madre y anunció a Cristo ya antes de nacer (Sermón 292,1).
Efectivamente,
es digno de celebrarse el nacimiento de Juan Bautista, y así nos lo enseña el
propio Evangelio, que tan reacio es a contar anécdotas o hechos meramente
circunstanciales, y sin embargo dedica en San Lucas un largo capítulo, el
primero de su obra, al nacimiento milagroso del Precursor. Es que la llegada de
Juan no es un acontecimiento menor ni circunstancial en la vida de Jesús ni en
el anuncio del Evangelio.
En
cuanto a los hechos relacionados con el nacimiento, no es posible ir más allá
de lo que narra Lucas 1; ninguna biografía ni indagación histórica podría
explicar de otra manera lo que con sencillez, pero con solemne rotundidad se
afirma en ese capítulo: «El ángel dijo: "No temas, Zacarías, porque tu
petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien
pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su
nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará
lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y a muchos de los hijos
de Israel, les convertirá al Señor su Dios, e irá delante de él con el espíritu
y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos,
y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo
bien dispuesto."»
Ante
hechos como estos no tiene demasiado sentido preguntarse, «¿pero habrá sido
exactamente así, o tal vez de otra manera?» Sea cual sea la «manera» (y no hay
duda que un evangelio, como escrito que es, acomoda literariamente los hechos a
un plan narrativo, a un estilo, y a un interés de la narración), el hecho
permanece: en el plan salvador de Dios era completamente necesario el
Precursor. Dios mismo proveyó de ese Precursor a los hombres, y lo proveyó de
manera milagrosa.
Pero sí
cabe que nos preguntemos ¿por qué era necesario un precursor? ¿en que consiste
ese «plan salvador» que hacía necesario un precursor? El Precursor era
necesario porque en los hechos de la historia de la salvación nada de lo que
afectará al hombre ocurre sin la ayuda del hombre, ¡ni siquiera Dios podía
salvar al hombre sin hacerse primero hombre! Pero no sólo eso, no bastaba que
Dios se hiciera hombre, sino que es necesario de toda necesidad que, para que
esa salvación sea auténticamente divina, venga anunciada por una palabra
completamente humana, una palabra que no se dude que viene de un hombre.
Así es
la Ley que rige el encuentro de Dios con el hombre, la Ley promulgada por el
propio Dios al revelarse en una «literatura sagrada», en una palabra de hombres
que es a la vez Palabra de Dios. Ampliando el principio que ya enunciaba san
Agustín deberemos decir que Dios, que creó al hombre sin el concurso de
hombres, no hizo nada más sin el concurso de nosotros los hombres, ni siquiera
nacer humanamente para salvarnos. Todo, absolutamente todo lo que Dios vino a
decirnos a los hombres, y a obrar entre nosotros y en nuestro favor, necesita
ser humanado, hecho verdaderamente de hombres y entre los hombres, para ser
verdaderamente de Dios.
Por eso
la esperanza de Israel había ido entresacando de las profecías antiguas una
«loca idea», que llegó a hacerse incluso explícita con el profeta Malaquías:
aquel mismo profeta Elías que había sido tan misteriosamente arrebatado al
cielo en un carro de fuego (2Re 2,11), aquel «Carro y caballos de Israel!
¡Auriga suyo!» -como lo llama su discípulo Eliseo- volvería antes del fin para
anunciar el juicio del mundo y la restauración final de Israel. «He aquí que yo
os envío al profeta Elías antes que llegue el Día de Yahveh, grande y
terrible.» (Malaquías 3,23)
Aunque
había muchas voces apocalípticas en época de Jesús, muchos que anunciaban el
fin de una era, el juicio de Dios, e incluso predicaban la necesidad de
realizar gestos de penitencia, como el lavado simbólico que ofrece Juan, en
ninguno de ellos vio la fe apostólica la mano de Dios sino en Juan. Hubiera
sido práctico y «consensual» para la fe cristiana hacer un «pool» de anuncios
de salvación y declarar «¿véis como todos estos lo anuncian? tantos lo dicen,
tan cierto debe ser» Sin embargo la fe apostólica no hizo esa tan conveniente
encuesta, no le importó si era uno o muchos los que anunciaban la llegada del
Cristo, le importó que lo anunciado fuera verdad, y por eso la fe apostólica
conservó como un tesoro esa frase de Jesús: «Entre los nacidos de mujer no hay
ninguno mayor que Juan» (Lc 7,28); aunque en seguida agrega «sin embargo el más
pequeño en el Reino de Dios es mayor que él», porque en toda su grandeza, Juan
sigue perteneciendo al mundo del Antiguo Testamento, a la promesa, no al
cumplimiento, al signo, no al significado. Y con esos rasgos nos es presentado,
con los rasgos del signo del Antiguo Testamento: se alimenta a langostas y miel
silvestre, vive en el desierto, se viste de pieles de animales salvajes,
reuniendo en sí las figuras de Sansón, Elías, y como el Arca de Dios que, antes
de habitar en su verdadero templo, vive «envuelta en pieles» (2Samuel 7,2)
Sobre la fecha
de la celebración
Es
evidente que la tradición quiso relacionar cronológicamente la celebración del
nacimiento del Precursor con el nacimiento histórico de Jesús, y así que la
Virgen permaneció junto a Isabel tres meses, hasta que naciera el Bautista,
luego de recibir su propio anuncio del Ángel, y puesta la celebración de la
Navidad convencionalmente el 25 de diciembre, adquirieron su definido lugar el
25 de marzo la Anunciación, y debería haber sido el 25 de junio el del
nacimiento del Bautista. Sin embargo, desde el principio tuvo su día el 24 de
junio. Al respecto observa el Butler:
El
Nacimiento de san Juan Bautista fue una de las primeras fiestas religiosas que
encontraron un lugar definido en el calendario de la Iglesia; el lugar que
ocupa hasta hoy: el 24 de junio. La primera edición del Hieronymianum lo
localiza en esta fecha y subraya que la fiesta conmemora el nacimiento «terrenal»
del Precursor. El mismo día está indicado en el Calendario Cartaginés, pero en
tiempos anteriores ya hablaba del asunto san Agustín en los sermones que
pronunciaba durante esta festividad. San Agustín hacía ver que la conmemoración
está suficientemente señalada, en la época del año, por las palabras del
Bautista, registradas en el cuarto Evangelio: «Es necesario que Él crezca y que
yo disminuya». El santo doctor descubre la propiedad de esa frase al indicar
que, tras el nacimiento de san Juan, los días comienzan a ser más cortos,
mientras que, después del nacimiento de Nuestro Señor, los días pasan a ser más
largos [claro que esta observación sólo vale en el hemisferio norte].
Probablemente Duchesne tenga razón cuando afirma que la relación de esta fiesta
con el 24 de junio se originó en el Occidente y no en el Oriente. «Es necesario
hacer notar, expresa Duchesne, que la festividad se fijó el 24 y no el 25 de
junio, por lo que podríamos preguntarnos por qué razón no se adoptó la segunda
fecha que hubiese dado exactamente, el intervalo de seis meses entre la edad
del Bautista y la de Cristo. La razón es, dice luego, que se hicieron los
cálculos de acuerdo con el calendario romano, donde el 24 de junio es el
"octavo kalendas Julii", así como el 25 de diciembre es el
"octavo kalendas Januarii". Por regla general, en Antioquía y en todo
el Oriente, los días del mes se numeraban en sucesión continua, desde el
primero, tal como nosotros lo hacemos y, el 25 de junio habría correspondido al
25 de diciembre, sin tener en cuenta que junio tiene treinta días y diciembre
treinta y uno. Pero de la misma manera que la fecha romana de Navidad fue
adoptada en Antioquía (muy posiblemente en razón de la amistad de san Juan
Crisóstomo con san Jerónimo), durante los últimos veinticinco años del siglo
cuarto, se adoptó también la fecha para conmemorar el nacimiento del Bautista
en Antioquía, Constantinopla y todas las otras grandes iglesias del oriente, en
el mismo día en que se conmemoraba en Roma.
La
presencia del personaje del Bautista en la tradición cristiana es enorme, y
sería muy difícil indicar una bibliografía específica. Los sermones de san Agustín nn 287 y siguientes,
que tratan la figura del Bautista, siguen siendo meditaciones preciosas,
valiosísimas, y de ninguna manera difíciles de seguir si se quiere penetrar
espiritualmente en el personaje, mucho más de lo que lo haríamos con dudosos
panegíricos piadosos de escritura posterior. Toda la información «histórica»
sobre el personaje está contenida en Lucas, su significación doctrinaria, en
cambio, repartida entre los cuatro evangelios, siempre con la impronta de la
referencia a Elías. Para comprender mejor el fondo literario de las historias
lucanas sobre Juan conviene leer, de Raymond Brown, «El nacimiento del Mesías».
Cualquier introducción actual al Evangelio de Juan (incluida la del propio
Brown) trata la cuestión del grupo de los discípulos del Bautista y cómo
incidieron en la constitución de los primeros seguidores de Jesús. Al igual que
la bibliografía, la iconografía cristiana sobre el Bautista es inmensa; he
seleccionado tres vidrieras de distintas épocas tomadas de la extensísima Galería de Lawrence OP
Abel Della Costa
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santo son propiedad de El Testigo Fiel. Incluso cuando figura una fuente, esta
ha sido tratada sólo como fuente, es decir que el sitio no copia completa y
servilmente nada, sino que siempre se corrige y adapta. Por favor, al citar esta
hagiografía, referirla con el nombre del sitio (El Testigo Fiel) y el siguiente
enlace: http://www.eltestigofiel.org/index.php?idu=sn_2113
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