domingo, 10 de mayo de 2020

Domingo 5º de Pascua. Ciclo A (10.05.2020): Juan 14,1-12. Tú y yo somos Camino, Amor, Dios...´y Domingo 24º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ (10.05.2020): Hch 14,8-20. “Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29)

Evangelista
Nos lo creamos o no, tengo el convencimiento de que toda persona lleva no sé si en los bolsillos de sus vestidos o en los adentros de sus neuronas un evangelio, una buena noticia. Soy consciente de que en multitud de ocasiones me cuesta 'ver' esa buena noticia en mí, en las gentes de mi alrededor y en las personas en general. Y me atrevo a reconocer que este mismo sentimiento lo constato en los libros que caen en mis manos y me atrapan la atención. En cada uno de estos libros encuentro siempre semillas despiertas del evangelio. 

Los días de este 'desierto' llamado 'quédate en casa' me han regalado este pensamiento 'inquietante' que he leído entre las muchas páginas de una autobiografía lúcida, sincera e inmensamente iluminadora.
Esta es la cita textual: 
Obedeciendo a una ley irrevocable, 
la historia niega a los contemporáneos 
la posibilidad de conocer en sus inicios 
los grandes movimientos que determinan su época".

Toda mente curiosa encontrará estas 'más' que palabras en la página 451 de 'El mundo de ayer. Memorias de un europeo'. Este europeo era (siempre lo será ya) un judío austríaco llamado Stefan Zweig. No es momento de hablar de él, sino de la fuerza escondida en este kerigma, que es la síntesis, de su comprensión de nuestra propia humanidad o inhumanidad. Merece la pena que cada cual nos leamos siete veces, es un decir, este 'evangelio' constatado. Por eso me atrevo a seguir escribiendo en esta presentación. Y me digo que...

Una persona conocida como Jesús de Nazaret pasó su vida, unos treinta años, en su tierra tanto del norte como del sur (Galilea-Judea), tanto del campo como de la ciudad (Nazaret-Jerusalén), tanto judía como extranjera (Israel-Roma)... Fue, ¿un campesino?, ¿un 'tekton' griego o 'chapuzas ilustrado', como su padre José?, ¿un predicador ambulante?, ¿un hacedor del bien?, ¿un profeta?, ¿un visionario?, ¿un blasfemo religioso?, ¿un agitador político?... Lo que está muy claro es que nadie de sus contemporáneos le vio como un DIOS, semejante al Yavé-YOSOY de Israel o al Ra de Egipto a al Zeus de Atenas o al Júpiter de la Roma Capitolina.

Con este hombre llamado Jesús de Nazaret, tal vez sin él pretenderlo en sus palabras y en sus hechos, se inició un gran movimiento que desde entonces 'se sigue moviendo...' ¡y tanto! Hasta nuestros días... Los propios seguidores de aquel Jesús le abandonaron en el tramo final de su desvivimiento en esta vida. Y más de cincuenta años después, los seguidores de los seguidores -como el autor del Evangelio de Juan- se atreven a hablar de él, de Él, de ÉL igualándolo a DIOS, el único y verdadero DIOS. Creo que esto es lo que leemos en 'el cuarto Evangelio' y en el texto de la liturgia del domingo día diez de mayo.

Leemos este texto en medio de esta 'contaminación mundial' de la que estamos siendo conscientes nosotros, a nuestra manera, pero sobre todo comprenderán este 'nuevo caos programado' quienes vienen detrás, desde los adolescentes de hoy hasta los niños que empezarán a respirar en breve... ¿Será un Mundial Orden Nuevo (MON)? Como ya lo escribí en otra no lejana presentación, para ti y para mí es un evangelio vivo "entrenar la mente para ver lo bueno de cada situación". Y espero que esto valga ya como presentación de los comentarios. Si no fuera así, ya sabes cómo borrar estas opiniones.

Encuentras a continuación los comentarios del relato de Juan y de los Hechos. 

Domingo 5º de Pascua. Ciclo A (10.05.2020): Juan 14,1-12.
Tú y yo somos Camino, Amor, Dios... Lo escribo CONTIGO,

Leo bien la cita del texto evangélico para este domingo quinto ya del tiempo llamado de la Pascua: Juan 14,1-12. El domingo pasado nos propusieron la lectura de Juan 10,1-10. ¿Podrán las personas de la celebración hacerse una mediana idea de quién es, qué hace o dice este Jesús de Nazaret del Evangelista Juan? ¡Qué manera tan manipuladora del leer un Evangelio!

Me tomo ahora la molestia de recordar dos expresiones que escribí en el comentario del domingo anterior. Este Evangelista nos escribía hace una semana que su Jesús de Nazaret les decía a las autoridades de la Religión de Israel esto: ‘Yo soy la puerta... Yo soy el Pastor’. Esto sucedía en el final de la fiesta de las Tiendas, la fiesta del Templo y de Jerusalén.

En este nuevo domingo, el texto que leemos en Juan nos vuelve a poner en boca de Jesús esta otra expresión que se suele citar en los escritos de espiritualidad católica venga o no a cuento de lo que se esté hablando: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14,6-7). Esto sucedía en la larga sobremesa de la fiesta de la Pascua donde se había, según este único Evangelio, lavado los pies y se acababa de proclamar el único mandamiento de la evangelización de este Jesús: “En esto conocerán todos que sois mis seguidores: si os amáis unos a otros” (Jn 13,35).

Parece ser que la propuesta de este Jesús, galileo y laico, no ha caído nada bien en los adentros de los comensales de la cena, ya sean hombres o mujeres. Por esta razón uno tras otro se irán atreviendo a preguntar a Jesús sus incomprensiones. El primero será Simón Pedro (Jn 13,36), luego Tomás (Jn 14,5), después Felipe (14,8), más tarde Judas (Jn 14,22). Según el relato del Evangelista, María Magdalena y las demás mujeres permanecen calladas. Escuchan.

Esta narración de la cena y sobrecena de la Pascua de Jesús con los suyos se asemeja a las narraciones griegas de los llamados ‘simposios’ (‘mientras comemos con’). Ningún otro Evangelista nos ha contado una última cena de Jesús con estas características. ¡Muy curioso!

¿Existió en la realidad del año treinta (años más o menos) de nuestra historia una cena de Jesús con los suyos como nos la ha contado el cuarto Evangelio en alguno de los años de la década final de este siglo primero? Lo más probable es que una cena así sólo existió, con todo el lujo de gestos y de palabras, en la mente creativa del Evangelista que tuvo la osadía de equiparar, igualar, identificar a su Jesús de Nazaret con el propio Yavé-Dios-YOSOY del credo y de la religión de su pueblo Israel. Este Evangelista, ¿resucitó a Jesús como su Dios? Eso parece.

Por si esto no fuera ya una manifiesta blasfemia para la religiosidad judía, este cuarto Evangelio lleva su atrevimiento más lejos aún y se atreve a anunciar explícitamente a sus lectores que este YO SOY que identifica a su Jesús con Yavé-Dios es también cada uno de nosotros. Tú y yo y todo ser humano es también otro ‘YO SOY camino’, otro ‘YO SOY verdad’, otro ‘YO SOY vida’..., otro ‘YO SOY Dios’. Y Juan precisa aquí que este Dios es PADRE (Jn 14,1).

En mis adentros siento que lo debo escribir porque ya está dicho en este simposio de Juan, tú y yo somos el ‘YO SOY amor’ que es como decir ‘YO SOY dios’. El amor es dios. Dios es amor.
Carmelo Bueno Heras
   
Domingo 24º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ (10.05.2020): Hch 14,8-20.
“Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29)

Seguimos acompañando a Bernabé y Pablo que tuvieron que huir de Iconio porque corría serio peligro su integridad personal. ¿No iban anunciando una buena noticia? Sin olvidarme de esta pregunta sigo el viaje por las tierras ocupadas por Roma en la región de Licaonia y en una de sus ciudades llamada Listra, según me va descubriendo el texto: “Había en Listra un hombre lisiado y cojo de nacimiento, que nunca había podido andar” (Hch 14,8). Es sencillo visualizarlo.

Los lectores habituales de los relatos de Lucas ya estamos imaginando la curación completa de este hombre tan deshumanizado por la enfermedad desde su nacimiento. Los tres versículos siguientes nos lo constatan. Tan sorprendente es este ‘milagro de curación física’ como el obrado por Pedro y Juan en la Puerta Hermosa (Hch 3,1-10) y como el realizado por el propio Jesús de Nazaret un sábado y en la sinagoga (Lc 6,6-11). Y semejante también al poder de hacer milagros que Yavé-Dios de Israel concede a Moisés (Éxodo  4,1-9). ¿Milagros? Símbolos.

Después de esta ‘puesta en escena’ de Bernabé y Pablo, ¿a quién puede extrañar la reacción de las gentes de Listra, desde la autoridad hasta el más pequeño de los habitantes?: “A Bernabé lo llamaban Zeus y a Pablo, Hermes, porque se encargaba de hablar”  (Hch 14,12).

Entonces y aquí es cuando el narrador vuelve a sintetizar el contenido del mensaje de estos evangelizadores en tierra de gentiles: “Nosotros os predicamos el Evangelio para que dejéis los dioses falsos y os convirtáis al dios vivo que hizo el cielo, la tierra y el mar y todo cuanto contienen”  (Hch 14,15). ¡Ni una sola palabra sobre la persona y mensaje de Jesús de Nazaret!

Quiero pensar que nuestro narrador Lucas no pone en boca de sus evangelizadores nada sobre la persona del judío y laico de Galilea llamado Jesús de Nazaret por tratarse de un poblado gentil, griego y pagano. Y aún así me persigue otra duda cuando releo despacio que aquellas gentes hablaban ‘la lengua de Licaonia’ (14,11). ¿En qué lengua común llegaron a entenderse unos y otros? Y, ¿cuánto tiempo pasaron los evangelizadores hasta conseguir reunir una pequeña iglesia de creyentes con unas mínimas garantías de permanencia?

Y estas dudas se me acrecientan aún más cuando se acaba la lectura de lo acontecido en esta tierra de Listra. Dice el narrador que “llegaron unos judíos de Antioquía y de Iconio y se ganaron a la gente de Listra y apedrearon a Pablo y lo arrastraron fuera de la ciudad medio muerto. Los discípulos se ocuparon de él, se levantó y volvieron a la ciudad” (Hch 14,18-20). De Bernabé ni una palabra. A mí me sorprende. Por ahora sólo tomo nota.

Con esta información, dramática cuando menos, acaba la tarea evangelizadora fuera de las tierras de Judea, Samaría y Galilea, como había sugerido el Resucitado en la primera aparición que se nos contó en el comienzo de esta crónica (Hch 1,8). Además de la iglesia o grupo de los DOCE, de los SIETE, de la CASA DE MARÍA y de los CINCO, Lucas nos ha contado a su manera la presencia de grupos o iglesias en tierras de judíos alejadas de Israel  y en pueblos de paganos.  Hasta este momento del relato, el viaje de ida de los evangelizadores. Nos queda aún leer cómo fue el regreso a la iglesia de los CINCO y cómo se valoró esta primera evangelización.
Carmelo Bueno Heras

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