Paciente Leyente
Te llamaré así en
esta presentación de los comentarios por esperar a salir por la puerta o por
tener que aguardar a recuperarse. Para uno y otro paciente llega el aire.
Porque si el aire no llega se deja de ser paciente. Así de sencillo.
Sin aire no hay
remedio que remedie, ni vacuna que sane, ni dolor que se acabe, ni muerte que
no llegue.
El aire es la vida,
la realidad de nuestro mundo más gratuita, abundante y plena. Voy a tener que
investigar de dónde viene el aire, dónde y cómo se genera. Seguramente que ya
me lo explicaron detenidamente, pero se me olvidó retenerlo.
El aire es la vida
y me dicen que tanto en hebreo como en griego los términos para nombrar al aire
son femeninos. ¿Puedo decir, entonces, que el aire es una mujer? ¿Una brisa,
una ráfaga? Por hablar que no quede. Puedo decir las opiniones de mis neuronas.
El aire sopla donde quiere, como quiere, cuanto quiere... ¡Y siempre!
El aire es la vida.
Me voy a quedar con esto. Me basta y sobra para esta fiesta. Pero me queda un
poso y no deseo que repose siempre en el fondo del recipiente de mis
adentros. ¿Por qué el aire no tiene para su celebración un sacramento, como el
cuerpo, el agua o el pan? Me gusta escribirlo: el sacramento del aire. Sólo se
necesita respirar. Ser consciente de respirar... Respirar es vivir, el aire es
la vida.
Ya se ha visto y
leído que no hablo del ESPIRITU ni de la CONFIRMACIÓN por ser cosas o
realidades o tradiciones de otros asuntos... ¡tan distintos y tan distantes de
la vida y del aire!
Los comentarios de
Juan y de los Hechos los puedes leer a continuación.
Domingo de Pentecostés. Ciclo A (31.05.2020): Juan 20,19-23.
El Aire es el Espíritu. Respiramos. Y lo escribo CONTIGO,
Después de
actualizar el domingo pasado la memoria de ‘La Ascensión’, se nos propone año
tras año la celebración de ‘Pentecostés’ o ‘Venida del Espíritu Santo’ y a la
que voy a llamar, en otro lenguaje, ‘experiencia del aire’. Puede escribirlo
cada cual como ‘aire’, ‘Aire’ o ‘AIRE’. La altura o bajura de las letras
importa poco. En esta época de confinamiento mundial sabemos todos muy acertada
y precisamente qué es ‘aire’ y qué significa ‘respirar’. ¿No es esto el E.S.?
Anticipada ya la
pregunta, me invito a leer el relato que nos ofrece la liturgia católica en
Pentecostés y que siempre y sin alteración alguna es Juan 20,19-23. Por
ser ya el quinto año que dedico a comentar los textos del Evangelio de cada
domingo, se comprenderá que sea ahora la quinta vez que comento este mensaje de
Juan que tanto parece encantarle a la autoridad vaticana responsable del Culto.
Los cuatro comentarios anteriores los escribí y compartí contigo en estas
fechas: 15/05/2016, 04/06/2017, 20/05/2018 y 09/06/2019.
Seguramente que me
repetiré más que el frío del cierzo o el rojo fuego de las amapolas de los
campos de tantas tierras cultivadas o baldías. Los hechos que leemos en este
relato de Juan no dicen absolutamente nada de ‘pentecostés’, nada que suceda
cincuenta días después. Al contrario, para este Evangelista los hechos que se
nos leen suceden “Al atardecer de aquel día, el primero de la semana” (Jn
20,19). ¿Por qué existen estas diferencias entre los Evangelistas?
Mi moderada
intuición de lector crítico me dice que estos narradores no pretendieron
describir ‘hechos’ de constatación material, sino contarnos ‘una experiencia
compartida’. ¿Puedo añadir que se trata de ‘la experiencia compartida de
respirar’ para luego poder comer, para luego crecer, para luego pensar, para
luego decidir, para luego servir... ¡¡y amar!! (Jn 13)?
Con la libertad de
saber que ‘no hay quinto malo’ (comentario, quiero decir) me dejo atrapar por
esta sugerencia explícita del cuarto Evangelista: “Se presentó Jesús en
medio de ellos... sopló sobre ellos y les dijo: recibid el espíritu santo...” (Jn
20,19.22).
Leo esto varias
veces y me quedo colgado de las evocaciones que me despierta esta manera de
contar de Juan. ¿Cómo voy a olvidar que este Juan habla de su Jesús como el YO
SOY y aquí este Jesús sopla como se recuerda que JHVH-YOSOY sopló sobre aquella
‘adamá-arcilla’ modelada para que tuviera la vida de un viviente y... de todo
viviente según Génesis 2,4-7?
Tanto JHVH-YOSOY
como el JESÚS-YOSOY de este ‘cuarto Evangelio’ soplaron, airearon, metieron
aire en los adentros de la arcilla original y de aquellos confinados por el
‘miedo a los judíos’ y tanto la arcilla como los confinados gritaron y
comenzaron a respirar la vida que estaba en el aire. ¿En el aire? En el aire de
los orígenes, en el aire de Israel, en el aire de Jesús de Nazaret, en el aire
que airea la casa común de este mundo y de todos los seres vivientes.
Respirar es vivir. Pentecostés no es cincuenta días después, ni antes. Pentecostés es
siempre. Y otro dato: este aire (este pneuma, en griego) es gratis,
abundante y para todos. Y no tengo más espacio para el comentario. Dejo
para el predicador el hablar del perdón de los pecados.
Carmelo Bueno Heras
Domingo 27º de ‘Los Hechos de los
Apóstoles’ (31.05.2020): Hch 15,22-35
“Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29)
En el comentario
anterior sugerí leer Hechos 15,1-35 como un relato completo y unitario. Y por
ser tan extenso, literaria y teológicamente, consideré oportuno poderlo
comentar en dos páginas. En la primera ya vimos cómo la ‘Asamblea de Jerusalén’
estudió el asunto de la conveniencia o no de que todo seguidor de Jesús de
Nazaret debe, previamente, circuncidarse. Es decir, ser judío o hacerse judío
debe ser una condición para llegar a ser un seguidor de Jesús. Estudiado el
asunto se constata que en aquella Asamblea existían dos posturas bien
diferenciadas, la puesta en boca de Pedro y la puesta en boca de Santiago. Así
lo constatamos.
Ante esta doble
opción se imponía tomar una decisión con sus consecuencias posteriores. El
mensaje de esta decisión es el contenido de Hechos 15,22-35. Creo que el
cronista Lucas nos lo relata en tres apartados perfectamente alineados en la
secuencia del tiempo.
El primer apartado
es Hechos 15,22-29: “Los apóstoles
y los presbíteros acordaron...” (15,22). Para el narrador Lucas debía
de estar muy claro quiénes eran los apóstoles y los presbíteros. Los
apóstoles eran los DOCE (los Once y Matías). Pero, ¿estaba incluido Pedro, que
abandonó y acabó de expresar su propuesta ante el asunto? Pero, ¿quiénes
y cuántos eran los presbíteros (los de más edad)? Cuando las mentes de cada
siglo de la historia leyeron y leemos ahora estos datos, ¿siempre hemos
interpretado lo mismo? Nunca existió una interpretación unánime.
¿Qué se acordó de
manera unánime en esta representación de toda la Asamblea de Jerusalén? Según
el narrador Lucas se tomaron dos decisiones. La primera fue encargar a
Judas Barsabá y a Silas para acompañar a Pablo y Bernabé en su regreso a
Antioquía de Siria con una carta escrita por los propios apóstoles y
presbíteros. La segunda decisión es el texto de la carta y el mandato de
que fueran Silas y Judas quienes tuvieran que leer y comentar la carta en
la iglesia de Antioquía. El texto explícito, diríamos entre nosotros, lo leemos
en 15,23-29. Y recoge, casi en su totalidad, lo que Santiago había expresado
públicamente en la Asamblea (15,19-20).
Hasta este momento
de la lectura de Hechos ignoramos todo sobre la identidad de Judas y Silas.
Suponemos que eran ‘presbíteros’ en la Iglesia de los DOCE. Sorprende que uno
de ellos tenga como sobrenombre Barsabá (‘El hijo del sábado’). Me gustaría
prestar atención a una de las expresiones de esta carta: “Hemos decidido el
Espíritu Santo y nosotros”. Según esto, ¿el Espíritu Santo no aprobó la
nítida propuesta de Pedro en la Asamblea? Esto es lo que yo leo.
El segundo apartado
es Hechos 15,30-34. Silas y Judas
cumplen con la responsabilidad que asumieron de llevar, leer, interpretar y
entregar la carta que la Asamblea de Jerusalén les había confiado. Y de ambos,
nos precisa Lucas aquí, se dice que eran ‘profetas’. Creo que el sentido
de ‘este ser profeta’ hay que buscarlo y comprenderlo en 1ª Corintios
14,1-4.
El tercer apartado
es Hechos 15,35. Judas y Silas
regresan a Jerusalén y a su iglesia de los DOCE. Pablo y Bernabé se quedan en
Antioquía en su iglesia de los CINCO y se ignora por cuánto tiempo. Parece que
todo está ya en su sitio y ordenado. Pero creo que estamos ante un arreglo
aparente: para ser de Jesús no hace falta ‘ser o hacerse judío’ pero... ¡Siempre
el pero!
Carmelo Bueno Heras
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