sábado, 23 de mayo de 2020

Domingo de la Ascensión. Ciclo A (24.05.2020): Mateo 28,16-20. ¿Ascensión? ¡Encarnación!, mejor. y Domingo 26º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ (24.05.2020): Hch 15,1-21. “Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29)

En cien palabras la presentación de los textos y comentarios para ti, Leyente crítico.

“Llegamos al domingo de la Ascensión y tendremos que vivirlo en casa. Confinados por la realidad. Después de saber que nuestro cosmos es circular, ¿cómo seguir hablando de arriba y de abajo? Hablemos mejor de estar. Curiosamente es lo que nos dejó escrito Mateo, el inventor de su Jesús como nuevo Moisés alternativo.

Hoy, una palabra para el relato de los ‘Hechos’ en la Asamblea de Jerusalén. Según Lucas hubo dos posturas. La cristalina, la de Pedro, la del Evangelio de Jesús, la perdedora. Y la interesadamente negociada, la de Santiago, la triunfadora, el origen de la futura Religión Católica".

A continuación, los comentarios de los textos del Evangelio de Mateo y de Los Hechos.


Domingo de la Ascensión. Ciclo A (24.05.2020): Mateo 28,16-20.
¿Ascensión? ¡Encarnación!, mejor. Lo medito y lo escribo CONTIGO,

Bienvenido a este nuevo domingo de mayo en el que se inicia, dentro de las tareas de la liturgia eclesiástica, un alargado punto final de los tiempos de la Pascua. Se trata de los cuatro últimos domingos antes de comenzar el tiempo ordinario (TO): Ascensión, Pentecostés, Santísima Trinidad y el Corpus. Celebraremos cuatro tradiciones de la Religión Católica, profundamente arraigadas en los entresijos de la ‘religiosidad popular’. ¡Cuánta teología!

Quienes escriben sobre estas tradiciones católicas saben que deben elegir las palabras acertadas para dejar suficientemente satisfechas a cuantas personas vayan a pasearse por sus escritos. También habrá escritores que con sus afirmaciones, dudas o interrogantes levanten sarpullidos en la ‘dermis religiosa’ que todos llevamos más o menos a flor de piel.

El relato del Evangelio de Mateo 28,16-20 es un ejemplo adecuado como anillo al dedo de esto que estoy apuntando. En este texto del Evangelista no se habla de ‘ninguna ascensión’ del sepultado Jesús de Nazaret a ningún otro lugar que no sea esta misma realidad de la naturaleza. ¿Estoy diciendo que aquel Jesús no ascendió a los cielos? Sí, y eso es lo que creo que nos escribió a todos cuantos deseamos leerlo con sentido crítico e iluminador. Mateo dixit.

Transcribo literalmente la última expresión del relato que se nos leerá en la liturgia y que, a su vez, es la expresión con la que finaliza el narrador Mateo su Evangelio: “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos” (Mt 28,20). Estas palabras las ha puesto el Evangelista en boca de su Jesús. En el Jesús de Nazaret en quien él y su iglesia creen.

Curiosamente, este relato que se nos lee está ubicado muy intencionadamente por su autor en el monte de Galilea en el que el propio Jesús les había citado. ¿De qué monte se trata? En mi modesto interpretar se trata del monte del capítulo quinto de este Evangelio. El monte de las llamadas ‘Bienaventuranzas’. El monte donde este Evangelista pone en boca de este Jesús en quien creía el primero de sus cinco discursos.

Eran los discurso de este nuevo Moisés que trae, para quienes le escuchan y acogen, otras tablas, leyes, caminos, palabras, credos, tradiciones... ¿Cómo me voy a olvidar de aquella melodía de la música de este laico de Galilea: “Se os dijo... En cambio yo os digo...”? Y ya bien situados vuelvo a transcribir la síntesis de este sabio narrador de la vida que fue Jesús y que lo fue también su Evangelista Mateo: “Todo cuanto queráis que os hagan los demás, hacédselo a ellos. En esto está  toda la Ley y los Profetas” (Mt 7,12). ¡Pues a compartir lo que nos enseñó!

Desde este monte de la Galilea y desde esta experiencia de la vida, pasión y muerte de Jesús se comprende perfectamente que aquel hombre resucitó y se quedó para siempre vivo y presente en los adentros de cuantos le conocieron y de cuantas personas, sinverlo-sinoírlo-sintocarlo, sienten-saben-creen que vive en ellas. ¡Pues a compartir lo que nos enseñó!

Así, tal vez, además de hablar de ‘ascensión’ convendría hablar también de ‘encarnación’ o propiamente ‘inmersión en ti, en mí, en el otro’, en cada uno de los adentros de las personas.
Carmelo Bueno Heras

Domingo 26º de ‘Los Hechos de los Apóstoles’ (24.05.2020): Hch 15,1-21.
“Ellos sí escucharán” (Hechos 28,28-29)

Parecía que el narrador Lucas ya había concluido su relato de los primeros pasos de los seguidores de Jesús después de constatar la presencia constante de la ausencia del galileo. Pero ‘la vida sigue’ y no precisamente en paz, constatamos ahora los lectores de la peculiar crónica de aquellos acontecimientos. Sugiero ya que nos leamos Hechos 15,1-35. Una vez y todo seguido. Creo que es la unidad literaria que nos propone su autor.

Por tratarse de un texto extenso y de muchos asuntos de capital importancia dedicaré esta página del comentario a la primera parte de la narración en Hch 15,1-21. Dejaré el resto para la próxima página de mi comentario. En esta primera parte intuyo cinco breves apartados.

El primer apartado es Hch 15,1-3: “Unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme a la tradición de Moisés no podían salvarse”. El enfrentamiento está servido: judeocristianos frente a paganocristianos. ¡Son los años 48-50!

¿Quiénes son los que tienen la razón de la verdad? ¿Los DOCE de Jerusalén o los CINCO de Antioquía de Siria? Cuando Lucas nos cuenta este enfrentamiento, ¿no nos está diciendo que recordemos el enfrentamiento de la despedida en la cena final de Jesús en Lc 22? A mí me sirve ponerlos en relación. ¿Para ser del grupo (de la iglesia) de Jesús hay que hacerse  antes ‘buen judío’ de Sexo, de Raza, de Cuerpo y de Ley? Se impone encontrarse, dialogar y discernir.

El segundo apartado es Hch 15,4-5: “Al llegar a Jerusalén”. No resultará complicado para el lector imaginar el encuentro: Los representantes de un grupo, los partidarios del otro grupo, el lugar de la reunión, las veinticuatro horas de un día y del siguiente y de cuantos estuvieron hasta llegar a los acuerdos escritos y firmados... ¿Vivieron en la misma casa? ¿Compartieron mesa y comida? ¿Hubo oraciones de la mañana o de la tarde? ¿Celebraron misa cotidiana, eucaristía dominical? ¿Se admitió la presencia de algunas mujeres?... La Ley de Moisés, ¡la Ley!

El tercer apartado es Hch 15,6-11: “Después de una fuerte discusión se levantó Pedro y habló”. No conozco traducción que diga ‘resucitó Pedro’ en vez de ‘se levantó Pedro’. Me gustó la expresión ’resucitó’, porque después de sus acontecimientos en casa de Cornelio y de su vuelta a Jerusalén, Pedro abandonó el grupo de los DOCE. Y en cuanto concluya esta asamblea de Jerusalén ya no volverá a aparecer en la narración de Lucas. Y este ‘resucitado Pedro’ dice explícitamente que sólo es necesario ‘creer en el laico y galileo Jesús, no en la Ley. ¡Cristalino!

El cuarto apartado es Hch 15,12: “Toda la asamblea hizo silencio para escuchar a Bernabé y Pablo”. Lo vuelvo a escribir: BernabéyPablo. Primero Bernabé y junto a él, Pablo. Y hablaron. En plural. Los dos, como en Lc 10,1. Como los de Emaús en Lc 24,13. ¿Curiosas coincidencias?

El quinto apartado es Hch 15,13-21: “Santiago resumió la discusión”. Cuando Pedro abandonó el grupo de los DOCE apareció Santiago como ‘cabeza visible’. Ahora, en vez de mirar desde Jesús y con transparencia hacia el futuro, afirma su anclaje en el pasado de Israel: “Durante muchas generaciones leyeron a Moisés todos los sábados”. En la próxima página, ¡la decisión!
Carmelo Bueno Heras

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