domingo, 11 de octubre de 2015

Beato Jacobo de Ulm Griesinger - San Alejandro Sauli - San Pedro Le Tuy - Beato Ángel Ramos Velázquez 11102015

Beato Jacobo de Ulm Griesinger

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Beato Jacobo de Ulm Griesinger, religioso
En Bolonia, de la Emilia, beato Jacobo de Ulm Griesinger, religioso de la Orden de Predicadores, el cual, aunque analfabeto, era muy buen pintor de vidrieras, y dio ejemplo de constante trabajo y oración.
El Beato Jacobo nació en 1407, en Ulm de Alemania, en el seno de la respetable familia de los Griesinger. A los veinticinco años partió de su patria a Italia, donde se enroló como soldado en Nápoles; pero, disgustado por las costumbres licenciosas de sus compañeros de filas y al comprobar que su buen ejemplo no les hacía mella, abandonó el ejército y entró a servir como secretario a un abogado de Capua. El martirologio Romano afirma que era analfabeto, sin embargo, no todos los comentaristas están de acuerdo en presentar la cuestión en ese extremo; parece más bien que puede decirse que no tenía una formación tan sólida como la que le rodearía en la Orden de Predicadores a la que luego ingresó. Sin embargo, desempeñó su oficio de secretario con tanto acierto que, cinco años después, cuando decidió de nuevo partir, el abogado no se lo permitió. Pero Jacobo logró escabullirse y se dirigió a Alemania, aunque no llegó a su país natal, pues en Bolonia volvió a enrolarse en el ejército, parece que por cuestiones de falta de dinero.

Durante su estancia en esa ciudad, acostumbraba a ir con frecuencia al santuario de Santo Domingo; otros afirman que la visita a la tumba dle santo era el motivo original de su viaje, pero nuevamente, no hay acuerdo en este punto. Lo cierto es que acabó por ingresar en la Orden como hermano lego. Los hijos de Santo Domingo ocupan un sitio distinguido en la historia del arte. El beato Jacobo, como su hermano en religión Guillermo de Marcillat, era un maestro consumado en el arte de la pintura sobre vidrio, oficio que practicaba, según parece, ya desde su hogar paterno. Sus superiores le dedicaron a ese trabajo y el beato solía prepararse a él con la oración asidua. Se conservan vidrieras pintadas por el santo en la ciudad de Bolonia, en la basílica de san Petronio.

Se cuenta que en una ocasión estaba él colocando vidrios en el horno, para cocer la pintura, y su prior, queriendo demostrar la obediencia de Jacobo a un prelado que se hallaba de paso en el convento, le entregó una carta y le dijo que la llevase inmediatamente a París. No obstante que el viaje era largo, difícil, peligroso, y que se le iba a arruinar el trabajo que estaba realizando, el hermano Jacobo tomó la carta como la cosa más natural del mundo y pidió simplemente permiso de pasar por su celda para tomar su sombrero y su bastón. Cuando volvio, -cuenta previsiblemente la leyenda hagiográfica- encontró el trabajo perfectamente terminado y no quemado, como hubiera debido ocurrir.

En cierta ocasión fue arrebatado en éxtasis, y además del milagro de la pintura que mencionamos recién, se le atribuyeron otros numerosos milagros, antes y después de su muerte. Dios le llamó a Sí el 11 de octubre 1491, cuando tenía ochenta y cuatro años. Su culto como beato fue confirmado en 1825.

Su contemporáneo, Fray Ambrosino de Saracino, nos legó una semblanza de Jacobo en italiano; puede verse traducida al latín en Acta Sanctorum, oct., vol. V. Ver Procter, Dominican Saints, pp. 287-291. La presente nota toma como fuente prncipal el artículo del Butler, pero también se ha tomado referencias de la hagiografía (sin firma) de Academia de Humanidades PP Dominicos y la nota de Franco Mariani en Santi e Beati.


San Alejandro Sauli

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San Alejandro Sauli, religioso y obispo
En Calosso d'Asti, en el Piamonte, muerte de san Alejandro Sauli, que fue primero obispo de Aleria, en la isla de Córcega, y después de Pavía, y formó parte de la Congregación de Clérigos Regulares de San Pablo, donde trabajó con gran caridad en favor de los pobres.
Se cuenta que Alejandro Sauli era muy joven todavía cuando se presentó un día con un crucifijo en la mano ante una multitud que asistía a un espectáculo de acróbatas y saltimbanquis, y predicó severamente contra ese tipo de diversiones frívolas, con gran asombro de todos los presentes. Aunque el santo exageró tal vez un tanto al proceder así; ese gesto puede considerarse como un símbolo de su vida, ya que se consagró por entero a la restauración del orden cristiano en la atmósfera de negligencia y frialdad religiosas de mediados del siglo XVI. Alejandro nació en Milán en 1535, pero su familia era originaria de Génova. A los diecisiete años ingresó en la congregación de los clérigos regulares barnabitas. Sus superiores le enviaron a proseguir sus estudios en el colegio que la congregación tenía en Pavía, y el santo pagó de su bolsillo la obra de ensanchamiento de la biblioteca del establecimiento. En 1556, después de su ordenación sacerdotal, empezó a enseñar filosofía y teología en la Universidad. El obispo de la ciudad le tomó pronto por teólogo suyo, y la reputación de Alejandro como predicador empezó a crecer rápidamente. El éxito que tuvo en Pavía fue tan grande, que san Carlos Borromeo le invitó a predicar en su catedral; a sus sermones asistieron el propio san Carlos y el cardenal Sfondrati, quien fue más tarde Papa con el nombre de Gregorio XIV. Las ardientes palabras del joven barnabita arrancaron lágrimas a ambos personajes, quienes le tomaron por confesor; san Carlos Borromeo siguió dirigiéndose con él muchos años.

En 1567, el P. Sauli fue elegido preboste general de su congregación. Aunque no tenía más que treinta y ocho años, parecía bastante seguro de sí mismo como para oponerse al parecer de san Pío V y de san Carlos Borromeo. En efecto, el cardenal Borromeo, quien era protector de los pocos «Humiliati» que quedaban, había recibido la misión de reformarlos, ya que dichos frailes eran tan ricos como de costumbres poco edificantes. Para ello decidió fundir a los «Humiliati» con la fervorosa congregación de los barnabitas, recientemente fundada. Pero san Alejandro, aunque estaba dispuesto a hacer cuanto pudiera por ayudar a los «Humiliati», no se sentía obligado a aceptar una medida que podía hacer daño a sus hijos, y san Carlos Borromeo tuvo que renunciar a su propósito.

La firmeza de san Alejandro y su celo apostólico no pasaron inadvertidos a los ojos del gran reformador san Pío V, quien le nombró en 1570 obispo de Aleria, en Córcega, a pesar de sus protestas. San Carlos Borromeo le confirió la consagración, y el nuevo obispo se trasladó a su diócesis. La tarea que tenía ante sí era imponente. El clero era tan ignorante como corrompido; el pueblo, que conservaba aún muchas costumbres bárbaras, poseía apenas algunos rudimentos de religión; la isla estaba infestada de bandidos, y las salvajes venganzas entre las familias eran cosa de todos los días. San Alejandro llevó consigo a tres barnabitas para que le ayudasen en la tarea. Inmediatamente después de establecerse en Tallona, porque la ciudad episcopal estaba en ruinas, congregó un sínodo y anunció las reformas que se proponía llevar a cabo. En seguida procedió a visitar su diócesis, y en el curso de la visita comenzó a aplicar las nuevas leyes con todo el rigor que se imponía. El gobierno del santo duró veinte años, y el cambio que se efectuó en la isla fue tan notable, que las gentes le llamaban «el apóstol de Córcega». En el tercer sínodo diocesano, el santo promulgó los decretos del Concilio de Trento y la energía con que supo exigir su cumplimiento fue sin duda lo que más contribuyó a la reforma de las costumbres. San Alejandro tuvo que hacer frente no sólo a la oposición de sus subalternos, sino también a la violencia de los extraños, ya que los piratas berberiscos solían atacar con frecuencia la isla. Debido a ello, el santo obispo se vio obligado a cambiar tres veces de residencia y, finalmente, estableció en Cervione su catedral, su capítulo y su seminario.

Durante su gobierno, tuvo que hacer frecuentes viajes a Roma, donde se hizo muy amigo de san Felipe Neri, quien le consideraba como modelo de prelados. Era un canonista consumado que escribió varias cartas pastorales y obras catequéticas. Habiendo tenido un éxito tan grande en Córcega, es muy natural que se le hayan ofrecido las diócesis de Tortona y Génova; pero el santo se negó a cambiar de sede hasta que Gregorio XIV le impuso, por obediencia, que aceptase el gobierno de la diócesis de Pavía en 1591. Dios le llamó a Sí al año siguiente, cuando se hallaba en Calozza visitando la diócesis. Durante su vida, San Alejandro poseyó el don de profecía y el de calmar las tempestades. Los milagros continuaron después de su muerte y su canonización tuvo lugar en 1904.

En Acta Sanctorum, oct., vol. V, hay una biografía de san Alejandro escrita por su contemporáneo J. A. Gabutius. Con motivo de la canonización, la Rivista di Scienze Storiche (1905-1907 y 1908) publicó varios documentos de suma importancia, gracias a la diligencia del P. O. Premoli, quien es también autor de una obra excelente sobre los barnabitas (Storia dei Barnabiti, 2 vols., 1914, 1922).
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI



San Pedro Le Tuy

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San Pedro Le Tuy, presbítero y mártir
En Hanoi, población de Tonkín, san Pedro Le Tuy, presbítero y mártir, que por su fe en Cristo fue decapitado en tiempo del emperador Minh Mang.
Este sacerdote mártir vietnamita había nacido en la población de Banh-So hacia 1770. Estudió en el seminario de Vinh-Tri y se ordenó sacerdote. Fue primero coadjutor de Dong-Thanh y luego de Chan-Loc, pasando luego como párroco a Nam-Duong. Trabajó en los tres sitios con mucho celo, edificando a los fieles. Estaba en el pueblo de Thanh-Trai administrando los sacramentos a un enfermo cuando fue delatado y arrestado. Los cristianos intentaron, sin conseguirlo, obtener su liberación.

El detenido fue enviado a Hanoi, recluido en la cárcel y cargado con la canga, lo que llevó con gran paciencia y humildad. Quedó claro que la única posibilidad de salvarlo era ocultar su condición de sacerdote, pero cuando a los tres meses fue juzgado, él no quiso ocultar su ministerio sacerdotal. El juez no cargó las tintas en su relación al rey Minh-Manh, pero éste, al saber que era sacerdote, confirmó su pena de muerte. Fue decapitado en Hanoi el 11 de octubre de 1833, primera víctima de este reinado. Su cuerpo pudo ser luego enviado a París, al Seminario de Misiones Extranjeras. Fue canonizado el 19 de junio de 1988 por el papa Juan Pablo II junto con los 117 mártires de Vietnam.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003



Beato Ángel Ramos Velázquez

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Beato Ángel Ramos Velázquez, religioso y mártir
 Barcelona, en España, beato Ángel Ramos Velázquez, religioso de la Sociedad de San Francisco de Sales y mártir, que libró el buen combate de la fe en tiempo de persecución.
Nació en la ciudad de Sevilla el 9 de marzo de 1876. Primero fue colaborador de los salesianos, en las Escuelas profesionales de Barcelona-Sarria en 1894, atraído por el beato Felipe Rinaldi, donde mostró sus magníficas cualidades como maestro decorador. En 1897 decide la vida religiosa e ingresa en la congregación salesiana. Alegre, piadoso, sacrificado, humilde y muy trabajador, supo poner sus cualidades de artista al servicio de los fines de la congregación.

Cuando llegó la revolución de julio de 1936 buscó refugio en varias pensiones, pero un antiguo alumno lo vio por la calle y lo denunció. El religioso le dijo al denunciante que si le había hecho algún daño, y el joven le dijo que se lo habían hecho otros y que él pagaría por ellos. El religioso le dijo que deseaba que Dios lo perdonara como lo perdonaba él. Seguidamente se lo llevaron y ya no se supo más de él. Era el 11 de octubre de 1936. Fue beatificado el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003




 
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