En esta tierra ya se han
puesto en marcha 'los objetivos' de todo tipo. Hay un día señalado del mes de
abril. Y a ese día hay que llegar no sólo el primero, no sólo el más votado,
sino el único... Los demás podrán haber llegado, pero no importa demasiado...
¡O sí! En ese día todo importará... Mira que quedan días hasta entonces... Pues
todo será hablar de ese día y 'del día después'.
Tenemos dos meses largos para
el arreglo de las calles, mejoras de los dineros, nuevos jardines buenos... Y
más. ¡Que se vea que estamos en el buen camino! Qué de cosas vamos a ver, qué
de cosas... Esto sucederá aquí en España, ojalá pudiera suceder en otras
naciones... Elecciones. Elecciones. Elecciones... Poder votar en libertad...
Para ese día 28 de abril ya
estaremos en Pascua, plena primavera, estallido de la vida, los sueños están
florecidos y cuajados y hay que dejarlos crecer y madurar. Pronto serán los
nuevos frutos... Y me acuerdo de aquello que no sé dónde se dice exactamente...
'Los árboles buenos dan frutos buenos', porque las uvas no se vendimian de las
hortigas... Me tendré que volver a repasar las 'Confesiones de un
corrupto'.
Me han puesto ya sobre la
mesa mil tareas... Apasionantes. Elecciones. Elecciones. Elecciones.
Y cuando abro las primeras
palabras del Evangelio de Lucas en este día del domingo 24 de febrero me quedo
sin voz, sin palabras, sin ánimos y hasta sin sangre en las venas, porque lo
que leo es una imposibilidad, una utopía: Amad a vuestros enemigos... No es
posible. Con este sueño entre mis neuronas lo mejor es quedarse dormido. Que
no...
Serán palabras de quien sean,
pero eso no. ¿Amad a vuestros enemigos?
Ni en el deporte, ni en las
oposiciones ni en el juego de las canicas... ¡antes muerto que sencillo! Al
enemigo ni agua...
Tengo la impresión de que
esta página de más de uno de los evangelios habría que arrancarla para no caer
en la tentación de hacer las cosas al modo de Jesús y acabar
crucificado...
Alguien se andará preguntando
qué podría votar Jesús de Nazaret el día de las elecciones (de aquí o de las de
donde sean). Ese Jesús está en ti, tú le andas resucitando. Yo también. Ese
Jesús vota lo que tú votes. Ese Jesús vota lo que yo vote. El otro Jesús... no
sé lo que hará, porque tampoco se sabe quién es o dónde está...
Amad a vuestros enemigos...
No deseo ya más cuñas publicitarias de pasquines, vídeos o guasaps... Voy a ver
si encuentro a ese 'Lucas, el del toro' para que me explique despacio lo que
escribió...
Buena lectura de los textos y
de los comentarios, pero ya he avisado de qué van. Que nadie se sienta
engañado. Esos comentarios están a continuación. También los encuentras en el
archivo adjunto...
Hasta el 28 de abril hay
mucho tiempo. En las elecciones, ante todo, votar. Y en el día después... ¿amad
a vuestros enemigos?
Domingo
7º del TO Ciclo C (24.02.2019): Lucas 6,27-38
‘Hay dioses que ya no existen’. Lo medito y escribo CONTIGO,
Este día 24 de
febrero será el penúltimo domingo antes de la Cuaresma. Cuando ésta
llegue se nos invitará a leer cada semana un relato evangélico seleccionado por
las autoridades de la liturgia según sus indescifrables criterios. ¿Por qué no
se nos sigue leyendo de forma ordenada y seguida la narración del Evangelista
Lucas en la que, según la invitación de esas mismas autoridades, nos hemos
embarcado todos? Está bien claro: Ellas dicen, pero no lo hacen.
Ya anticipé la
semana pasada que en estos días me leeré despacio y cuantas veces sean precisas
el relato del capítulo sexto completo de este tercer Evangelio, el de Lucas.
Como ya habrá descubierto más de un leyente consciente se trata de una
narración precisa y preciosamente elaborada por su autor. En ningún otro de los
Evangelios encontramos una narración semejante en su forma de entretejer los
mensajes.
Resumo lo ya
adelantado en el comentario anterior. Después de lo sucedido en un sábado
(6,1-5) y en otro posterior (6,6-11) encontramos en la lectura un tercer
‘sucedió por aquellos días’ (6,12). Arranca aquí un relato que sólo se
comprenderá en tu totalidad si nos lo leemos completo, desde este inicio hasta
su final en Lucas 7,1: “Cuando hubo acabado de dirigir todas estas
palabras al pueblo, entró en Cafarnaún”. Nunca se nos va a leer en la
liturgia esta narración completa (desde Lc 6,12 hasta Lc 7,1). El pasado
domingo ya comenté Lucas 6,12-26.
Y ahora leo contigo
la continuación en Lucas 6,27: “Ahora os digo a quienes me escucháis”,
hasta Lucas 6,38: “Dad y se os dará”. Creo que se trata de la
segunda parte del llamado ‘discurso de las bienaventuranzas’.
Sin lugar a dudas,
estas palabras las ha puesto el Evangelista en boca de su Jesús de Nazaret. ¿No
las dijo así aquel hombre de Galilea? No. No las dijo así, ni tampoco las
pronunció como nos las escribió Mateo en 5,1-7,29. Tanto uno como otro de los
Evangelistas han tratado de presentarnos su visión de aquel Jesús profeta, al
estilo de los profetas de Israel. Leyendo a estos profetas y enseñando al
pueblo a leerlos fue como inició Jesús su misión evangelizadora por toda su
tierra de Galilea Y así seguirá hasta llegar a Jerusalén.
¿A qué lector no le
suena en sus memorias el comienzo de esta parte del discurso de Jesús que
proclama alto y claro en 6,27 “Amad a vuestros enemigos?” Este
es, explícitamente, ‘el amor al prójimo’ del que hablará este mismo Jesús con
aquel maestro de la Ley en Lc 10,25-37. Puedo equivocarme, pero tanto Jesús
como su Evangelista Lucas aprendieron esta tarea humanizadora de la lectura y
meditación de la vida y misión evangelizadora del nunca olvidado profeta Jonás.
La noticia de este amor ¡engendra el Reino, la sana convivencia
humanizadora!
En boca de este
Jesús coloca Lucas una confesión escandalosa del Dios en quien sí creía: “Él
es bueno con los ingratos y los perversos... Vuestro Yavé Dios es compasivo...
No juzga... No condena... Perdona... Se da... Se regala sin medida...” (Lucas
6,35-38). ¿Dónde está aquel Yavé nacionalista que aniquilaba a los primogénitos
de Egipto para liberar a su pueblo, que mataba en sábado a los pecadores y
extranjeros como recuerda Isaías 66,23-24? Este Dios no existe ya.
Carmelo Bueno Heras
Domingo 13º de Mateo (24.02.2019): Mateo 8,1-22
“Todo cuanto deseas que te hagan, házselo a los
demás” (Mateo
7,12)
El Evangelista
Mateo acaba de contarnos, en el primer discurso de su Jesús, ‘lo que
dijo’ como buena noticia este hombre de Nazaret de Galilea (capítulos quinto a
séptimo de su Evangelio). Todo ello sucedió “en el monte” (Mt
5,1). Ahora, como bien puntualiza el narrador: “Cuando bajó del monte
le fue siguiendo gran cantidad de gente” (Mt, 8,1), comenzará a contar
a sus lectores ‘lo que hizo’ aquel hombre llamado Jesús de Nazaret.
¿Qué es ‘lo que
hizo’ Jesús?: ‘Lo que hizo’ cuando se le acercó un leproso (8,2); ‘lo que hizo’
cuando se le acercó un centurión (8,5) y ‘lo que hizo’ cuando llegó a la casa
de Pedro (8,14). Se trata de los tres primeros hechos explícitos realizados por
Jesús. Luego se contarán más, hasta diez. Unos los han llamado ‘milagros de
Jesús’. Otros los han llamado ‘signos, señales o prodigios de Jesús’. ¿Por qué
no me lees tres veces el verso 8,17, me dice Mateo susurrando?
Nunca se acabarán
las discusiones e interpretaciones tan dispares como se han escrito y
proclamado por los comentaristas. Seguramente que todos tiene razón, al menos
en una partecita. Hay personas a quienes les encanta divinizar a Jesús y no
pierden la oportunidad de llenarle de capacidades como si se tratara de
un dios todopoderoso. ¿Por qué no imaginarnos a un Jesús tan poderoso o tan
vulnerable como tú, como el otro y el otro y yo mismo?
Según el
Evangelista Mateo, la primera persona que se acerca a Jesús de
Nazaret es un leproso (Mt 8,2-4). Sugiero leer el mensaje de Levítico 13,45-46.
Si se desea ampliar información puede leerse el capítulo completo y el
siguiente: “El leproso...irá gritando: impuro, impuro... Tendrá su
morada fuera del campamento”. Ante la inmensa cantidad de gente que
acompaña a Jesús, un leproso se le acerca y Jesús “le tendió los
brazos”. Así de sencillo es el ‘milagro de la acogida, la comprensión, la
escucha y el cariño. ¿Dónde habitan hoy los leprosos de entonces?
Según el
Evangelista Mateo, la segunda persona que se acerca a Jesús de
Nazaret es un centurión (Mt 8,7-13), agente de Roma con el encargo de asegurar
la serenidad de las gentes y la paz en los territorios de la provincia
siropalestinense. Siendo esto así, lo primero y más importante para aquel Jesús
de Mateo es que ‘este centurión’ es una persona y cuantos le acompañan son
también personas. Cuando leo despacio aquí este encuentro del centurión y de
Jesús recuerdo el mensaje central del cercano discurso de Jesús en 7,12: “Que
te suceda como has creído”.
Según este
Evangelista Mateo, la tercera persona cercana a Jesús es una
mujer, la suegra de Pedro (Mt 8,14-18). Dice el relato que esta mujer estaba
enferma, como también estaban enfermas otras personas en los alrededores de la
casa de Pedro. ¿Cuánto me gustaría saber de qué enfermedad se trataba? ¿Puedo
pensar para mis adentros que se trataba de la enfermedad del poder? Tal
enfermedad sólo se cura cuando el que manda aprende a servir y no a ser servido.
Por lo que uno ve, una conversión como ésta, ¿no suele ser ‘milagrosa’?
El Jesús de estos
milagros que cuenta Mateo, ¿tiene una manera de ser y de obrar humana?,
¿divina?, ¿humana y poderosa?, ¿divina y encarnada? ¡Tiene tu misma y mi misma
naturaleza!
Carmelo Bueno Heras
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