Conmemoración de san Alejandro, obispo, anciano célebre por el celo de su fe, que fue elegido para la sede alejandrina como sucesor de san Pedro. Rechazó la nefasta herejía de su presbítero Arrio, que se había apartado de la comunión de la Iglesia, y junto con trescientos dieciocho Padres participó en el primer Concilio de Nicea, que condenó tal error.
En Bolonia, en la región de la Emilia, san Faustiniano, obispo, que con su predicación confirmó y acrecentó a la Iglesia, que estaba sufriendo a causa de la persecución.
En Gaza, en Palestina, san Porfirio, obispo, que, nacido en Tesalónica, vivió como anacoreta en Scete durante cinco años y otros tantos al otro lado del Jordán, siendo célebre por su benignidad hacia los pobres. Elegido obispo de Gaza, hizo demoler muchos templos de ídolos, cuyos seguidores le hicieron la vida dificil hasta que descansó, venerable, con los santos.
En Nevers, de Neustria, san Agrícola, obispo.
En Arcis-sur-Aube, en la Champaña, san Víctor, eremita, cuyas alabanzas escribió san Bernardo.
En Florencia, de la Toscana, san Andrés, obispo.
En Londres, en Inglaterra, beato Roberto Drury, presbítero y mártir, que acusado injustamente de participar en una conjura contra el rey Jacobo I, subió al patíbulo en Tyburn, confesando a Cristo y revestido con el hábito eclesiástico, para demostrar así su dignidad sacerdotal.
En Olesa de Montserrat, localidad de la provincia de Barcelona, en España, santa Paula de San José de Calasanz Montai Fornés, virgen, fundadora del Instituto de Hijas de María Religiosas de las Escuelas Pías.
En Alcantarilla, cerca de Murcia, en España, beata Piedad de la Cruz (Tomasa) Ortiz Real, virgen, que por amor de Dios se dedicó con celo a la educación y la catequesis de los pobres, y fundó la Congregación de las Hermanas Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús.
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