Brasil, balance de 2019:
el imperio de
la impostura
2019-12-29
Fuera de los grandes empresarios que aplauden calurosamente
al ministro Paulo Guedes porque ganan con la crisis, el balance de 2019 en la
perspectiva de las víctimas de los ajustes fiscales, de los que perdieron
derechos en la reforma de la seguridad social y de los resistentes, es
repudiable.
Aquí
se ha instalado el imperio de la impostura. Un presidente que debería dar
ejemplo al pueblo de las virtudes que todo gobernante debe tener, realizó actos
premeditados que en el lenguaje religioso, bien entendido por él, son
verdaderos pecados mortales. Para la moral cristiana más tradicional es pecado
mortal calumniar a ciertas ONGs, así como al actor Leonardo di Caprio,
culpándolos de incentivar los incendios de la Amazonia o difamar al reconocido
educador Paulo Freire y al científico Ricardo Galvão, o mentir contumazmente
mediante fake news y alimentar odio y rencor contra homoafectivos,
LGBTI, indígenas, quilombolas, mujeres y nordestinos. La lentitud en el
enjuiciamiento de las masacres de Brumadinho y de Marina en el Mato Grosso está
mostrando la insensibilidad de las autoridades. Algo parecido ocurrió con el
ignoto derrame de petróleo en 300 playas de 100 municipios del Nordeste de
Brasil.
No
cabe a nadie juzgar su intención subjetiva. Eso es cosa de Dios. Pero cabe
hacer un juicio sobre hechos y actos, por tanto realidades objetivas y
concretas para las cuales cabe un juicio ético y teológico. Tal actitud inmoral
fue entendida por muchos como carta blanca para deforestar más, asesinar a
líderes indígenas y para volver a la policía más violenta, y hasta asesina.
Estamos
viviendo bajo el imperio de la impostura en el campo nacional e internacional.
Un psicoanalista francés, Roland Gori, escribió un libro provocador La
fabrique des imposteurs (Paris 2013). Para él, el impostor es aquel que
prefiere los medios a los fines, que niega las verdades científicas, que
distorsiona la realidad solar, que no se rige por valores porque es solo un
oportunista, que afirma algo y después lo niega conforme a sus conveniencias,
que practica el arte de engañar a las personas en vez de emanciparlas mediante
el pensamiento crítico, que desprecia el cuidado por el medio ambiente, que
pasa por encima de las leyes, que desprecia a los pobres y no conoce lo que es
el amor ni la piedad.
Lo
que he transcrito aquí está referido en el libro La fabrique des imposteurs
y representa un retrato de la atmósfera de impostura reinante en las más altas
instancias políticas de Brasil.
Las
medidas contra la educación, la salud, la ciencia, el medio ambiente y los
derechos humanos concretan la más ruda impostura contra todo lo que de positivo
se ha construido en los últimos decenios. Estamos siendo conducidos a un
estadio regresivo, anterior al iluminismo, a una mentalidad fundamentalista de
rasgo fascistoide.
Tal
vez el acto más humillante para nosotros fue el gesto de vasallaje explícito
del actual gobernante al presidente de USA, ofreciéndole lo que podía sin
recibir nada a cambio. Fue risible y ridículo cuando en una recepción de jefes
de estado le dijo a Trump “I love you”, y recibió sólo 17 segundos de atención.
La
impostura avanza vehementemente, en primer lugar en USA donde el presidente
Trump, según repite Paul Krugman, Nobel de economía, es un peligro para la
humanidad. Miente hasta más no poder, y se justifica diciendo que son “verdades
alternativas”. Igual impostura ocurre en los países ultra neoliberales en los
que el pueblo se rebela, como en Chile, en Ecuador, en Colombia, culminando con
un golpe de estado contra la población indígena y su representante en Bolivia,
lanzando al pueblo al hambre y la desesperación.
Una
impostura peligrosa ocurrió en la COP25 en Madrid, en donde, contra todas las
evidencias y datos científicos, predominaron los negacionistas del calentamiento
global, Brasil incluido. Contra ellos, el informe final recoge la advertencia
de la ONU: “Si no hacemos nada, la temperatura puede aumentar de 4-5 grados al
final de este siglo”. Con estos niveles, la vida que conocemos no subsistirá.
Será un verdadero Armagedón ecológico. Nuestra especie correrá peligro.
No
obstante esta atmósfera tenebrosa, toca celebrar la liberación de Lula, víctima
de la aplicación del law fare, instrumento de persecución política con
el objetivo de encarcelarlo. Así ocurrió.
Termino
con las graves palabras del premio Nobel de medicina de 1974, Christian de
Duve: “La perspectiva no es sólo preocupante: es aterradora. Si no conseguimos
contener el crecimiento demográfico (podría haber dicho el calentamiento
global) racionalmente, la selección natural hará eso por nosotros
irracionalmente, a costa de privaciones sin precedentes y de daños irreparables
al medio ambiente. Tal es la lección que nos ofrecen los cuatro mil millones de
años de la historia de la vida en la Tierra” (Polvo vital, 1997, 369).
Bien lo enfatizaba el Papa Francisco en su encíclica
ecológica: “las previsiones catastróficas no se pueden mirar con desprecio e
ironía” (nº 161). La impostura nos hace sordos a estos clamores. Por esa causa,
el destino humano difícilmente escapará de una tragedia.
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