En Roma, san Higinio, papa, que fue el octavo en ocupar la sede de san Pedro.
En Africa, san Salvio, mártir, en el aniversario de cuya muerte habló san Agustín ante el pueblo de Cartago.
En Tigava, ciudad de la provincia romana de Mauritania, san Tipaso, mártir, quien, habiéndose retirado legítimamente del ejército, al ser reclamado de nuevo se negó a sacrificar a los dioses, y por ello fue decapitado.
En Cesarea de Palestina, san Pedro, llamado «Apselamo» o «Bálsamo», mártir, que en tiempo del emperador Maximino, invitado, tanto por el presidente del tribunal como por los demás asistentes al juicio, a reconsiderar su juventud, sin ceder a tales persuasiones demostró su fe en Cristo y murió con ánimo esforzado en el fuego, como oro purísimo.
En Brindisi, en la Apulia, san Leucio, considerado como el primer obispo de esa ciudad.
En la ciudad de Pavía, en la Liguria, traslación de santa Honorata, virgen consagrada a Dios y hermana de san Epifanio, obispo.
En un eremo de Judea, san Teodosio, cenobita, amigo de san Sabas, quien, después de una larga vida de soledad, aceptó junto a sí a muchos discípulos e inculcó la vida comunitaria en los monasterios que construyó, y, ya centenario, tras haber padecido persecución a causa de la fe católica, descansó en la paz de Cristo.
En Forlí, ciudad de la región de Venecia, san Paulino, obispo de Aquilea, que se esforzó en convertir a los ávaros y a los eslovenos, y presentó al rey Carlomagno un poema insigne sobre la Regla de la fe.
En la ciudad de Catania, en Sicilia, beato Bernardo Scammacca, presbítero de la Orden de Predicadores, que se distinguió por su misericordia hacia los pobres y enfermos.
En Londres, en Inglaterra, beato Guillermo Carter, mártir, que, estando casado, por haber publicado un tratado sobre el cisma, durante el reinado de Isabel I fue colgado y descuartizado en Tyburn.
En Yatsushiro, hoy Kumamoto, Japón, beatos Juan Hattori, catequista, junto con su hijo Pedro, y Miguel Mitsuishi, también catequista, junto con su hijo Tomás, que fueron a la muerte con alegría, oración y firmeza en la fe.
En Bellegra, del Lacio, santo Tomás de Cori (Francisco Antonio Placidi), presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, insigne por la austeridad de vida, por la predicación, e ilustre fundador, también, de eremitorios.
En Talarn, Lleida, España, beata Ana María Janer Anglarill, virgen, fundadora del Instituto de Hermanas de la Sagrada Familia de Urgell, que se distinguió por su insigne caridad para con los heridos de las guerras carlistas.
En Gdansk, ciudad de Polonia, beato Francisco Rogaczewski, presbítero y mártir, que por su fe fue fusilado durante la ocupación de Polonia, en tiempo de guerra, por un régimen contrario a Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario