martes, 21 de enero de 2020

Santos del día 22 de enero

Santos del día 22 de enero
Undecimo Kalendas februarii
   San Vicente, diácono y mártir (3 coms.) - Memoria litúrgica   
San Vicente, diácono de Zaragoza y mártir, que durante la persecución bajo el emperador Diocleciano sufrió cárcel, hambre, potro y hierros candentes, hasta que en Valencia, en la Hispania Cartaginense, voló al cielo a recoger el premio del martirio.
Conmemoración de san Valero o Valerio, obispo de Zaragoza, en la Hispania Tarraconense, que tomó parte en el primer Concilio de Illiberis. Conducido a Valencia junto con san Vicente, fue enviado al destierro.
En la ciudad de Novara, en la Liguria, san Gaudencio, a quien se considera el primer obispo de esta sede.
En Sergiopolis, ciudad de Persia, pasión de san Anastasio, monje y mártir, el cual, después de muchos tormentos que sufrió en la ciudad de Cesarea de Palestina, fue ahogado y luego decapitado junto a un río por orden de Cosroes, rey de los persas, tras haber presenciado la muerte de setenta compañeros.
En el monasterio de Romans, junto al río Isère, en la región de los Alpes franceses, sepultura de san Barnardo, obispo de Vienne, que, dejando el servicio del emperador Carlomagno, abrazó la milicia de Cristo, repartió entre los pobres los bienes recibidos de su padre, construyó dos cenobios, el de Ambronay y el de Romans, en donde terminó sus días.
En Sora, ciudad del Lacio, santo Domingo, abad, que fundó monasterios en diversas regiones de Italia y condujo a otros cenobios a la disciplina regular con su espíritu renovador.
En la ciudad de Pisa, en la Toscana, beata María Mancini, quien, después de enviudar dos veces y perder a todos sus hijos, estableció, siguiendo las indicaciones de santa Catalina de Siena, la vida común en el monasterio de Santo Domingo, que presidió durante diez años.
En Como, ciudad de Lombardía, beato Antonio della Chiesa, presbítero de la Orden de Predicadores, que restableció la vida cenobítica en algunos conventos de la Orden, mostrando indulgencia con la debilidad humana pero corrigiéndola con firmeza.
En Londres, en Inglaterra, beato Guillermo Patenson, presbítero y mártir, que durante el reinado de Isabel I fue condenado a muerte por ser sacerdote y, estando en prisión, reconcilió con la Iglesia a otros seis compañeros de cárcel. Completó finalmente su martirio en Tyburn, donde fue descuartizado.
En Tonkin, santos Francisco Gil de Féderich y Mateo Alonso de Leciniana, presbíteros de la Orden de Predicadores y mártires, quienes, después de una infatigable predicación del Evangelio, fueron encarcelados durante el reinado de Trinh Doanh y, heridos con espada, obtuvieron una muerte gloriosa por Cristo.
En Roma, san Vicente Pallotti, presbítero, fundador de la Sociedad del Apostolado Católico, que con sus escritos y actividades fomentó la vocación de todos los bautizados en Cristo para trabajar a favor de la Iglesia.
En la ciudad de Burdeos, en Francia, beato Guillermo José Chaminade, presbítero, que audazmente trabajó con gran celo pastoral durante el tiempo de persecución, y, deseoso de atraer a los laicos a la devoción a la santísima Virgen María, así como de promover las misiones, fundó el Instituto de Hijas de María Inmaculada y la Sociedad de María.
En Junín de los Andes, en Argentina, beata Laura Vicuña, virgen, que habiendo nacido en la ciudad de Santiago de Chile, fue alumna del Instituto de Hijas de María Auxiliadora y, para obtener la conversión de su madre, a los trece años ofreció su vida a Dios.
En Castelletto di Brenzone, junto al lago de Garda, en Italia, beato José Nascimbeni, presbítero, fundador del Instituto de Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia.
En Viena, ciudad de Austria, beato Ladislao Batthyány-Strattmann, padre de familia, que dio testimonio del Evangelio con la santidad de su vida y de sus obras, tanto en el ambiente familiar como en la sociedad civil. Honró como cristiano el nombre y la dignidad de médico, entregado con toda caridad a cuidar a enfermos, para los cuales fundó un hospital, donde solamente acogía a los pobres y menesterosos, dando de lado toda clase de vanidad.
En Cerdanyola, Barcelona, beato Remigi del Papiol (Esteve Santacana Armengol), presbítero, capuchino mártir en la persecución religiosa durante la Guerra Civil.

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