San Enrique de Ossó y Cervelló, presbítero y fundador
fecha: 27 de enero
n.: 1840 - †: 1896 - país: España
canonización: B: Juan Pablo II 14 oct 1979 - C: Juan Pablo II 16 jun 1993
hagiografía: Vaticano
n.: 1840 - †: 1896 - país: España
canonización: B: Juan Pablo II 14 oct 1979 - C: Juan Pablo II 16 jun 1993
hagiografía: Vaticano
Elogio: En la villa de Gilet, en la provincia de Valencia, en España, san
Enrique de Ossó y Cervelló, presbítero, que fundó la Sociedad de Santa Teresa,
para la formación de las jóvenes, pero, obligado después a dejar dicha
institución, pasó el resto de sus años en un convento de los Hermanos Menores.
Patronazgos: Patrono de los catequistas españoles
Nació en Vinebre, diócesis de Tortosa,
provincia de Tarragona, el 16 de octubre de 1840. Su madre soñaba verlo
sacerdote del Señor. Su padre le encaminó al comercio. Gravemente enfermo,
recibió la primera Comunión por Viático. Durante el cólera de 1854 perdió a su
madre, y en este mismo año -trabajaba como aprendiz de comercio en Reus-
abandonó todo y se retiró a Montserrat. Vuelto a casa con la promesa de poder
emprender el camino elegido, inició en el mismo año 1854 los estudios en el
Seminario de Tortosa. Ordenado sacerdote en Tortosa, el 21 de septiembre de
1867, celebró la primera misa, en Montserrat, el domingo 6 de octubre,
festividad de Nuestra Señora del Rosario.
Sus clases como profesor de Matemáticas y
Física en el Seminario no le impidieron dedicarse con ardor a la catequesis,
uno de los grandes amores de su vida. Organizó en 1871 una escuela metódica de
catecismo, en doce Iglesias de Tortosa y escribió una "Guía práctica"
para los catequistas. Con este libro inicia Enrique su actividad como escritor,
apostolado que le convirtió en uno de los sacerdotes más populares de la España
de su tiempo. Desde niño tuvo devoción entusiasta por Santa Teresa de Avila. La
vida y doctrina de la Santa, asimilada con la lectura constante de sus obras,
inspiró su vida espiritual y su apostolado, mantenidos por la fuerza de su amor
ardiente a Jesús y María y por una adhesión inquebrantable a la Iglesia y al
Papa.
Para acrecentar y fortificar el sentido de
piedad, reunió en asociaciones a los fieles, especialmente a los jóvenes, para
quienes la revolución y las nuevas corrientes hostiles a la fe católica
resultaban una amenaza. Después de haber dado vida en los primeros años de
sacerdocio a una "Congregación mariana" de jóvenes labradores del
campo tortosino, fundó en 1873 la Asociación de "Hijas de María Inmaculada
y Santa Teresa de Jesús". En 1876 inauguraba el "Rebañito del Niño
Jesús". Los dos grupos tenían un fin común: promover una intensa vida
espiritual, unida al apostolado en el propio ambiente. El Movimiento Teresiano
de Apostolado (MTA) recoge en la actualidad el carisma teresiano de nuestro
Santo para hacer de los niños, jóvenes y adultos cristianos comprometidos
mediante la oración y el apostolado.
Para facilitar la práctica de la oración a
los asociados, Enrique publicó en 1874 "El cuarto de hora de
oración", libro que el autor mandó imprimir 15 veces y del que hasta la
fecha se han publicado más de 50 ediciones. Convencido de la importancia de la
prensa, inició en 1871 la publicación del semanario, "El amigo del
pueblo" que tuvo vida hasta mayo de 1872, cuando por un motivo fútil de la
autoridad civil, contraria a la Iglesia, lo suprimió. Sin embargo, en octubre
de este mismo año inicia la publicación de la Revista mensual Santa Teresa de
Jesús, que durante 24 años fue la palestra en la que el Santo expuso la
verdadera doctrina católica, difundió las enseñanzas de Pío IX y León XIII,
enseñó el arte de la oración, propagó el amor a Santa Teresa de Avila e informó
de manera actualizada sobre la vida de la Iglesia en España y en el mundo. Para
formar a la gente humilde publicó en 1884 un Catecismo sobre la masonería
fundado en la doctrina del Papa. Y en 1891 ofreció lo esencial de la Rerum
Novarum en un Catecismo de los obreros y de los ricos, prueba concreta de su
atención a los signos de los tiempos, según el corazón de la Iglesia.
Su gran obra fue la Congregación de las
Hermanas de la Compañía de Santa Teresa de Jesús que se extendió, viviendo aún
el Fundador por España, Portugal, México y Uruguay. En la actualidad la
Congregación se extiende por tres continentes: Europa, Africa y América. San
Enrique quiso que sus hijas, llenas del espíritu de Teresa de Avila, se
comprometiesen a "extender el reino de Cristo por todo el mundo",
"formando a Cristo en la inteligencia de los niños y jóvenes por medio de
la instrucción y en su corazón por medio de la educación".
Había soñado junto con la institución de
"Hermanos Josefinos" la de una Congregación de "Misioneros
Teresianos"", que viviendo santamente el propio sacerdocio en la
mayor intimidad con Cristo y al servicio total de la Iglesia, siguiendo las
huellas de Teresa, fuesen los apóstoles de los tiempos nuevos. En vida su
proyecto no llegó a realidad. Sin embargo, desde hace pocos años, un grupo de
jóvenes mexicanos se preparan al sacerdocio con el mismo espíritu teresiano de
Ossó. Sacerdote según el corazón de Dios, el Santo fue un verdadero
contemplativo que fundió en sí con equilibrio extraordinario un ideal
apostólico abierto a todo lo bueno que ofrecían los nuevos tiempos. De fe viva,
no miraba sacrificios ni oposiciones; en una época especialmente hostil a la
Iglesia, anunció valerosamente el Evangelio con la palabra, con los escritos,
con la vida.
Murió el 27 de enero de 1896 en Gilet
(Valencia), en el convento de los Padres Franciscanos, donde se había retirado
durante algunos días para orar en la soledad. Las últimas páginas que escribió
antes de su muerte trataban de la acción de la gracia del Espíritu Santo en la
vida de los cristianos dóciles a su amor. Es el mensaje de su vida: siempre
fiel a las mociones del Espíritu Santo, vivió como apóstol que transmite la
fuerza del Evangelio animada por la comunión constante con Dios y por un amor
inmenso a la Iglesia. Su existencia, consumida al servicio de los hermanos en
una entrega sin límites, revela que el verdadero amor de Cristo cuanto más
posee a un ser lo hace más disponible a la caridad siempre nueva y siempre
colmada de quien intenta ser reflejo de la presencia de Dios y de su amor en el
mundo. Fue canonizado por SS Juan pablo II en Madrid, el 16 de junio de 1996.
El mismo papa lo declaró patrono de los catequistas españoles el 6 de noviembre
de 1998.
fuente: Vaticano
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
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