En Milán, en la región de Liguria, conmemoración de san Víctor, mártir, el cual, originario de Mauritania, era soldado del ejército imperial, y al imponer el emperador Maximiano la obligación de sacrificar a los ídolos, depuso sus armas, por lo que le llevaron a la ciudad de Lodi, donde fue decapitado.
En Bizancio, san Acacio, soldado y mártir.
En Auxerre, en la Galia Lugdunense, san Heladio, obispo.
Cerca del monte Scete, en Egipto, san Arsenio, que, según la tradición, fue diácono de la Iglesia de Roma, y en tiempo del emperador Teodosio se retiró a la vida de soledad, donde, lleno de todas las virtudes, rindió su espíritu a Dios.
En la región de Chalons, en la Galia, san Gibriano, presbítero, el cual, originario de Irlanda, recorrió la Galia como peregrino por amor a Cristo.
En Bourges, en Aquitania, san Desiderato, obispo, que había desempeñó anteriormente el cargo de canciller en la corte, y dotó a su Iglesia con reliquias de mártires.
En Saujon, en la región de Saintes, también en Aquitania, san Martín, presbítero y abad.
En Roma, junto a la basílica de San Pedro, san Bonifacio IV, papa, que obtuvo del emperador Focas el templo del Panteón, el cual transformó en iglesia dedicada a la Santísima Virgen y a todos los mártires, y fomentó mucho la disciplina monástica.
También en Roma, junto a San Pedro, san Benedicto II, papa, el cual, de espíritu humilde, manso y paciente, se distinguió por su amor a la pobreza y fue insigne también por sus limosnas.
En Verona, en la región de Venecia, san Metrón, ermitaño, de quien se dice que llevó una vida austera y penitente.
En Roermond, junto al río Mosa, en el territorio de Brabante, en Austrasia, san Wiro, que, según la tradición, se dedicó a evangelizar dicho territorio junto con sus compañeros Plechelmo y Odgero.
En Saludecio, del Piceno, san Amato Ronconi, que se distinguió por su dedicación a la hospitalidad y a la atención espiritual de los peregrinos.
En el monasterio de Santa María della Serra, en el Piceno, beato Ángel de Massaccio, presbítero de la Orden de los Camaldulenses y mártir, que fue un incansable defensor de la observancia del precepto dominical.
En Randazzo, lugar de Sicilia, beato Luis Rabatá, presbítero de la Orden del Carmen, fidelísimo en su observancia de la Regla y resplandeciente en su amor a los enemigos.
En Quebec, en el dominio de Canadá, beata María Catalina de San Agustín (Catalina Symon de Longprey), virgen, religiosa de las Hermanas Hospitalarias de la Misericordia de la Orden de San Agustín, que, hasta su muerte, vivió dedicada al cuidado de los enfermos, distinguiéndose por el consuelo que les proporcionaba y la esperanza que les infundía.
En Simpelveld, Limburgo, Países Bajos, beata Clara Fey, fundadora de la congregación educativa de las Hermanas del Pobre Niño Jesús.
En el lugar llamado Hegne, en la región de Baden, en Alemania, beata Ulrica (Francisca) Nisch, virgen, religiosa de la Congregación de Hermanas de la Caridad de la Santa Cruz, quien, como infatigable sierva del Señor, vivió siempre entregada a los trabajos más humildes, principalmente en la labor de ayudante de cocina.
En Convent Station, New Jersey, beata Miriam Teresa Demjanovich, religiosa profesa de las Hermanas de la Caridad de Santa Isabel.
En el campo de concentración de Auschwitz, cerca de Cracovia, en Polonia, beato Antonio Bajewski, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores y mártir, que alcanzó la gloria del Señor en tiempo de guerra, terriblemente quebrantado por los tormentos sufridos en dicha cárcel a causa de su fe.
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