domingo, 9 de mayo de 2021

Domingo 5º de Pascua Ciclo B (02.05.2021): Juan 15,1-8 Del sarmiento, uva, vino y nueva vid y Domingo 23º: 02.05.2021- USTED MISMO, ¿POR QUÉ NO?

 

El provocador

Creo que ningún lector de estas líneas ignora que Jesús de Nazaret fue, es y será... 'la vid'. Esto me suena como un poco bien a medias. Se me entiende, ¿no? Probablemente.

 

Jesús de Nazaret fue, es y será el pan, el agua, el camino... Claro, es el lenguaje del cuarto Evangelista llamado Juan. Jesús de Nazaret fue, es y será el único hijo de Dios y segunda persona de esa divinidad que es la Santísima Trinidad. Dicen que esto le pertenece también al cuarto Evangelista. Y de él ha pasado al mensaje explícito del credo y dogma cristianocatólico y más. 

Jesús de Nazaret fue, es y será... hombre y dios. Nunca se van a dejar de escribir páginas y páginas sobre estas cuestiones. En esa ciencia teológica que se ha llegado a llamar Cristología, que algunos propusieron llamarla Jesusología y hasta Jesuscristología, se venía a sintetizar casi todo esto diciendo aquello de 'El Jesús de la historia y el Cristo de la fe'. ¿Dos en uno? ¿El mismo y único? En esta cuestión casi siempre se acaba en un lío complicado de desliar. 

 

Cuando me paro a pensar con cierta serenidad esta cuestión mis neuronas me traen a la consciencia un texto que desde las épocas de estudiante me llamó la atención y que viene a ser como un trujal al que acudo para apaciguar la sed de saber. Cito textualmente ese lugar de mis encuentros:

 

"4. Cristo no es otro que el histórico Jesús de Nazaret: ni sacerdote, ni revolucionario político, ni monje asceta, ni moralista piadoso; sino provocador en todos los sentidos... Por consiguiente, mucho ha captado ya de Jesús el que no intenta encuadrarlo en el esquema de esas coordenadas: 'establishment' y revolución, evasión y compromiso. Jesús rompe todos los esquemas. Es provocador, sí, pero hacia la derecha y la izquierda: manifiestamente más cercano a Dios que los sacerdotes, más libre frente al mundo que los ascetas, más moral que los moralistas, más revolucionario que los revolucionarios. ¿Por qué Jesús no se dejó encasillar? Esto va ligado con lo que él mismo quiso. Y él, ¿qué quiso realmente?" Fin de la cita.

 

La próxima semana y en este mismo lugar diré de quién es este mensaje y dónde encontrarlo. Quienes ya lo sepan recordarán qué huella dejó en ellos cuando lo leyeron y meditaron por primera vez. Y qué ha significado para ellos. Quienes tengan humor y paciencia pueden dejarse empapar por estas afirmaciones. Y en un puñado de jornadas encontrarán alguna luz más al saber quién escribía así y dónde lo dejó editado.

Buena semana final de abril y a la vez inauguradora del mes de mayo. 

 

A continuación se encuentran los dos comentarios evangélicos como en cada semana. 

 

Domingo 5º de Pascua Ciclo B (02.05.2021): Juan 15,1-8

Del sarmiento, uva, vino y nueva vid. Me lo digo y escribo CONTIGO,

En este nuevo domingo día dos de mayo se nos propone la lectura evangélica de Juan 15,1-8. En el próximo domingo nos leerán la continuación del relato en Juan 15,9-17. Y después nunca se nos propone la continuación en Juan 15,18-27, ni Juan 16, ni Juan 17. Por qué, por qué... Porque no se desea que el pueblo lea, comprenda y se decida a ser libre y responsable. Cuanto más se lea de manera crítica más lejos se estará de la tutela de quien se cree ser la única voz.

Dicho esto, dispongo de quince días para leerme despacio Juan 15-17. Se trata de un pequeño evangelio. Tal vez allá por el año cien de nuestra historia algún encandilado lector de lo que tenía ante sus ojos se sintió movido a continuar la narración de su propia experiencia de fe en Jesús de Nazaret, el laico galileo que había vivido como judío fuera de lo normal y le invitaba a él, nuevo evangelista, a contar su propia nueva noticia.

La tarea era muy sencilla, pensó aquel anónimo escritor creyente y mediterráneo. En su pedazo inmaculado de pergamino escribió, en su lengua, ‘YOSOY’ con las mismas grafías que ya conocía de las muchas veces que lo había visto en el escrito que tenía entre manos. YOSOY la vid, escribió. Y le gustó lo que había escrito.

Seguramente las cosas no sucedieron de esta manera, pero así me las estoy imaginando cada vez que leo en este Evangelio de Juan los capítulos 13º y 14º desde cuando se dice: “Antes de la fiesta de Pascua” (13,1) hasta cuando leo: “Levantaos. Vámonos de aquí” (final de Juan 14).  La secuencia lógica de la narración me grita que aquel Evangelio original de Juan continuaba de esta manera: “Dicho esto, pasó Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto...” (Juan 18,1).

En la tarea de mi imaginación me atrevo a pensar que aquel anónimo creyente y escritor estaba fascinado por la supuesta imagen de un Jesús de Nazaret buen orador, hablador, predicador, comunicador y profeta. Es más, creo que en la última de las notas que se fue copiando para las meditaciones de sus adentros aún estaba fresca la tinta de la expresión “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida’ (Juan 14,6).

Una vid, otra, y otra... Una viña. Un viñedo. Las personas. Una familia. Un poblado. Una nación. Un campo. Una tierra. Israel. El judaísmo. Una religión. La tierra que Yavé Dios nos prometió. ¿El reinado de Dios? YOSOY la vid.

Imagino que en las meditaciones de aquel creyente de finales del siglo primero todas estas palabras e imágenes iban y venían como repeticiones armoniosas de un mantra a la vez provocativo y apaciguador: Yo soy la vid y mi padre es el viñador. La vid verdadera. El viñador verdadero.

La imagen de la vid le crecía dentro al escritor y creyente como le había crecido en los adentros de su propio pozo a la samaritana de Juan 4 el agua limpia, abundante, sana, fresca y gratis. Cuando bebas de esa agua ya no tendrás sed ni tendrás que venir aquí a buscarla. Yo soy la vid, mi padre es el viñador y tú eres el sarmiento. Vosotros sois los sarmientos. Y ahí está el fruto, el racimo, la uva, el vino, la vida.

Agua, pan, luz, pastor, puerta, camino, vid. YOSOY pan de VIDA. YOSOY luz del mundo. YOSOY la vid del viñador, de los sarmientos y de la VIDA. Y de cada sarmiento, ¿no surge también una nueva vid? Sí. Carmelo Bueno Heras    

 

CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos.

Domingo 23º: 02.05.2021. Después de comentar los cuatro Evangelios y Hechos ¡completos!...

USTED MISMO, ¿POR QUÉ NO?

 Quiero, en estos cinco minutos de asuntos bíblicos, atreverme a juntar palabras para describir los sentimientos que se desatan en mis entretelas cada vez que me detengo en estos dos breves textos del llamado Evangelio según san Juan: "Jesús realizó en presencia de sus discípulos otras muchas acciones que no están en este libro. Hemos escrito éstas para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y con esta fe tengáis vida gracias a él" (Juan 20,30-31). "Pedro se volvió y vio que los seguía el discípulo preferido de Jesús... Éste es el discípulo que da testimonio de estos hechos: Él mismo los ha escrito y nos consta que su testimonio es verdadero. Otras muchas cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, me parece que los libros no cabrían en el mundo" (Juan 21,20-25).

 

Si uno se detiene en estos textos, se constata que el autor de este Evangelio es, por una parte, un "nosotros". ¿Una comunidad? ¿Una Iglesia? ¿De dónde? ¿Cuándo lo escribe? Y, por otra parte, parece ser que el autor es 'el discípulo preferido de Jesús'. ¿Quién es este discípulo? ¿Por qué no tiene nombre en el Evangelio? ¿Por qué la tradición casi siempre lo llama Juan?

 

Si el lector consulta en su propia Biblia estos dos textos observará que se trata de los versos finales de los capítulos 20 y 21. Se dice, entre los estudiosos, que este Evangelio terminaba originalmente en el capítulo 20. Otros indican que el capítulo 21 pertenece a este Evangelio original, porque señala, en síntesis, la misión y los hechos de los apóstoles después de la Resurrección de Jesús. Sea como fuere esta cuestión, lo cierto es que la autoría de este Evangelio queda claramente indefinida. Por eso, entiendo que la tradición eclesial deseó siempre despejar toda posible duda y afirmar que fue Juan, uno de los Doce, su autor.

 

Personalmente, en este asunto del autor, me gusta prestar atención, más al texto del Evangelio que a la tradición. Y, sobre todo, me gusta cuestionarme sobre la implicación que tiene para mi vida de creyente lo que el texto dice explícitamente: "Nosotros hemos escrito..." y "Este discípulo preferido de Jesús da testimonio de estos hechos...".

 

El "nosotros hemos escrito..." me evoca la presencia de una comunidad del siglo I que se tomó en serio su identidad de "cristiana", su misión de "anunciar la Buena Noticia" y su atrevimiento de "contar por escrito lo que pensaba y creía sobre Jesús". Desde esta convicción, tengo la gratísima impresión de que estoy releyendo en vivo la Buena Noticia de Jesús cada vez que a mi alrededor me encuentro con cristianos ocupados en ser comunidad y que así escriben de nuevo, con su vida y sus palabras, este mismo llamado cuarto Evangelio.

 

Del mismo modo, el anónimo "discípulo al que Jesús quería" me parece que no es "uno", sino "muchos". El propio texto de este Evangelio señala que Jesús quería a Lázaro, a Marta la servidora, a María la del perfume, a la acogedora samaritana, al convertido Nicodemo, a los novios de la boda, al ciego de nacimiento, al paralítico de toda la vida, a Natanael, al funcionario real, a los Doce... Y quiere Jesús también a todos aquellos que se hacen servidores lavando los pies de los "considerados esclavos" y a los que aman a los demás como él enseñó a amar (13,35). ¿Acaso todas estas personas no son explícitamente y uno a uno el discípulo preferido de Jesús? ¿Acaso tú y yo no nos sentimos constantemente queridos por Jesús? Si todos estos "discípulos amados de Jesús", que decidieron vivir como él, tuvieran la osadía de narrar su fe en Jesús, ¿cabrían acaso en el mundo sus testimonios escritos?

 

Por todo esto, para mí, y así lo escribo y lo digo abiertamente, el autor de este cuarto Evangelio es también usted mismo, ¿por qué no? Carmelo Bueno Heras. Educar hoy 78 (junio 2001).

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