domingo, 9 de mayo de 2021

Domingo 6º de Pascua Ciclo B (09.05.2021): Juan 15,9-17 Que os améis los unos a los otros y CINCO MINUTOS - Domingo 24º: 09.05.2021.JUAN TRECE TREINTA Y CINCO

 

Pasó la Pascua. Otra más.

El camino de una nueva Pascua quedará ya recorrido y acabado y sellado. Será el domingo nueve de mayo. Cada uno podremos saber cómo fue la experiencia de este año. Toda Pascua es el recuerdo de 'un paso'. A veces puede ser el recuerdo de un paseo, el recuerdo de un paso a paso, la constante constatación de 'pasar'... Correremos siempre el peligro de ser pasantes, paseantes, pasadores o incluso pasotas...

Pasa el sol, la luna, el aire, el río, la luz, la semilla que despierta, el camino, la hoja de un libro, la línea de un verso, un dolor, una fiebre, un fracaso, un éxtasis, una vacuna... Todo pasa y todo queda, decía un poeta sencillamente sabio como don Antonio Machado, el educador y amante de las palabras y de las imágenes...

 

En el último domingo de la Pascua quiere la iglesia que nos leamos Juan 15,9-17, unas palabras que según su Evangelista pronunció Jesús en aquella sala donde compartió la cena final con sus seguidoras y seguidores. El diálogo de aquellos comensales continúa hasta el final del capítulo decimoquinto y durante los dos siguientes capítulos. Pero lo último que se nos va a leer en este domingo será Juan 15,17, textualmente: "Lo que os mando es que os améis unos a otros".

Recordamos que esto ya se lo habíamos oído o leído a este Jesús de Nazaret en Juan 13,35.

 

Volveré a decir que éste parece ser que es el único mandamiento del Jesús del cuarto Evangelio. Frente a los diez de aquel Moisés y de su Yavé-Dios, nos encontramos ahora con el único de Jesús. Y en la tradición de nuestra religión se ha tenido que discernir. Y ahí seguimos con aquellos diez a cuestas. 

 

Una vez más nos encontramos con un Jesús de Nazaret provocativo, provocador.

Jesús de Nazaret no deja de ser judío, no deja de ser creyente, no deja de ser humano. Pero parece que lo es 'a su manera'. Recuerdo este dato porque tengo un compromiso escrito desde la presentación anterior. Se recordará que copié al pie de la letra la cuarta de las veinte tesis que nos dejó el teólogo suizo Hans Küng, que acaba de pasar del 'aquí' al 'allá' (¿Y...?). En esas veinte tesis de su reflexión crítica, como muchos habrán vuelto a constatar, se responde a tres preguntas: 

¿Quién es cristiano? (tesis 1-3) 

¿Quién es Cristo? (tesis 4-15) 

¿Quién obra cristianamente? (tesis 16-20)

Y quienes se hayan acercado nuevamente a este librito (20 tesis sobre ser cristiano, Cristiandad, Madrid, 1977, 96 páginas) habrán constatado que a estas tesis primeras le siguen otras "16 tesis sobre el puesto de la mujer en la Iglesia y la sociedad" páginas 79-88.

Dicho todo esto, vuelvo al texto inspirado del universal don Antonio Machado, "al volver la vista atrás..."

Punto y seguido, final del tiempo de Pascua, sin embargo el camino sigue: 'El sol es radiante en tiempo de luna menguante, 

adelante'.

 

A continuación se encuentran los comentarios bíblicos.

 

Domingo 6º de Pascua Ciclo B (09.05.2021): Juan 15,9-17

Que os améis los unos a los otros. Me lo escribo CONTIGO,

 Comenté la semana pasada que me iba a dedicar a la lectura de Juan 15-17. Me parecía poco lo propuesto por la autoridad litúrgica vaticana a la que se le llena la boca con los consejos sobre la lectura del Evangelio. Ellos dicen, y no hacen, creo yo. Repetiré ahora aquí una de mis propuestas siempre desoídas: Es tiempo oportuno para establecer un Ciclo D dedicado a la lectura continuada y completa del cuarto Evangelio en las cincuenta y dos semanas de un año para saborear una buena noticia más sorprendente de lo que pueda imaginarse.

La mano narradora de estos tres capítulos del llamado Evangelio de Juan creo que es la misma que nos ha dejado escrito el Prólogo (Juan 1,1-18) donde se nos presenta a Jesús de Nazaret en su identidad teológica de Palabra creadora junto a Yavé Dios creador según la primera página del Génesis. Y es también la misma mano narradora del último capítulo (Juan 21) en donde se nos cuenta la aparición del resucitado Jesús de Nazaret en Galilea y en su Lago de abundancia de peces, de vida y de futuro.

Para este brillante narrador y teólogo, a quien llamaré Juan el de la Vid (Jn 15,1), su Jesús de Nazaret es el único Hijo de Dios y Dios como él sin dejar de ser una persona como lo fueron todos los importantes hombres o mujeres de la historia pasada de este pueblo único entre todos los demás pueblos. Después de leerse con detenimiento Juan 15-17 se comprende que la identidad del Dios Yavé de Israel quede superada definitivamente en esa identidad que se acabará llamando Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu. Nadie que lea y medite críticamente, por ejemplo, Juan 16,12-15 dejará de recordar el misterio del credo y del dogma cristiano.

Ojalá pudiéramos tener la oportunidad de proclamar en las asambleas litúrgicas estos mensajes tanto del primer autor a quien llamamos Juan, como de este segundo Juan el de la Vid que se atrevió a ser un editor creativo de la buena Noticia de Jesús de Nazaret que nos había dejado el primero. Por esta misma razón nos invita en su capítulo final a todos los lectores a hacer otro tanto y compartir quién es para cada uno aquel Jesús de Nazaret vivo en los adentros de cada creyente (Juan 21,24-25).

Dicho todo lo anterior, y escrito queda, deseo detener mis neuronas en un par de versículos del relato que se nos va a leer y comentar en la Palabra de la Celebración del domingo día nueve de mayo (Juan 15,9-17).

Escucharemos este mensaje puesto en boca de este Jesús del segundo Juan 15,12:

“Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado”.

Un poquito después y como palabras finales de este relato proclamado oiremos del mismo Jesús y del mismo Juan 15,17:

“Lo que os mando es que os améis los unos a los otros”.

Seguramente que a unos les sonarán igual ambas expresiones y a otros no. La diferencia es evidente. Sólo pretendo advertir: mi sentido común me dice que cada uno es como es. Cada uno somos como somos y por muchos que sean nuestros esfuerzos jamás llegaremos a sentirnos, identificarnos, sabernos y empatizarnos hasta ser ‘como el otro’. Más de uno recordaremos aquello de que ‘cada cual se siente a gusto en sus propias zapatillas’.

Acabo el comentario con el clarificador mensaje, por su sencillez y precisión, de ambos Juanes (Jn 13,35 el primero y Jn 15,17 el segundo): “Que os améis los unos a los otros, en esto conocerán todos que sois como yo; éste es mi único mandamiento”. Carmelo Bueno Heras

 

CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos.

Domingo 24º: 09.05.2021. Después de comentar los cuatro Evangelios y Hechos ¡completos!...

JUAN TRECE TREINTA Y CINCO

 Tengo la intuición de que los lectores de esta página no acudirán inmediatamente a consultar en su Biblia la citada cita. Se espera que en algún momento se transcribirá su contenido. Lo hago ya, para no demorar la presencia de esta miel en tus labios de curiosidad: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos”. Pero, ¿sabrías completar mentalmente el mensaje?

 

Estas palabras brotan de la boca de Jesús en un momento singular. Se acaba de narrar el sorprendente gesto del lavado de los pies de los discípulos y ha finalizado la cena, la última de Jesús con los suyos. Nos gustaría saber lo que ocurrió después. Lucas (22,19-27) nos dice que se desató entre ellos un altercado. Para Mateo y Marcos, la cena concluye con el canto de unos salmos. El cuarto evangelio, ¿más informado o mejor intérprete de los hechos?, narra un prolongado diálogo de sobremesa de Jesús con los Once.

 

Jesús inicia este diálogo. Las palabras de este versículo cierran su primera intervención. A cualquier oyente le suenan a síntesis de lo que se ha deseado comunicar. Podría decirse que se trata de una precisa declaración de principios. Jesús está señalando los perfiles del signo por el que serán reconocidos todos y cada uno de sus seguidores: los presentes en aquel lugar y los futuros, en cualquier rincón del mundo y de la historia. ¿Pronunció Jesús estas palabras en tan memorable espacio y tiempo? ¿No es extraño que sea sólo este evangelista el que nos las haya transmitido? Creo que nadie tuvo o tendrá la verdadera respuesta a estas preguntas. Lo que sí importa es la convicción que tiene este autor y sus primeros oyentes que se han atrevido a poner en boca del Maestro las señas de identidad de la vida, la fe y la misión de todo seguidor de Jesús.

 

En la declaración de estas señas de identidad no figura alusión alguna a la divina ley de Moisés. Nada se dice de tiempos, lugares, ritos, posturas, frecuencias, modos, grados, cantidades... Lisa y llanamente, como se dice en el lenguaje de nuestras gentes, “si os amáis unos a otros”. Esto es todo. Éste es el signo. ¿Cuándo hay que amarse?, ¿dónde hay que amarse?, ¿cómo hay que amarse?, ¿hasta dónde hay que amarse?, ¿para qué, por qué...? Si él o aquellos primeros seguidores no le pusieron fronteras al amor, ¿quién es quién para hacerlo?

 

Y termino. Los comentaristas del evangelio de Juan han escrito de esto más y mejor que lo que acabas de leer. He querido expresar una vez más mi profunda alegría al releer, meditar, orar o vivir desde esta profunda experiencia humanizadora y cristiana. He querido recordar contigo las palabras de este versículo, porque nunca las encontrarás en el Código de Derecho Canónico, ni en el Nuevo Catecismo de la Iglesia, ni en el Diurnal de las Horas. Tan sólo las hallarás una vez en todos los documentos del Concilio Vaticano II (AA, 8).

 

Y, lo que más me duele: si cada domingo acoges en tu corazón la buena noticia del evangelio, sólo disfrutarás la felicidad de oírlas una vez cada tres años, el quinto domingo de Pascua del ciclo C. Afortunadamente, siempre podrás tener en tus manos Jn 13,35. Carmelo Bueno Heras. Educar hoy 89 (octubre 2003).




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