miércoles, 5 de mayo de 2021

Santos del día 6 de mayo

 

Santos del día 6 de mayo
Pridie Nonas maii
Conmemoración de san Lucio de Cirene, que en el libro de los Hechos de los Apóstoles es nombrado entre los profetas y doctores de la Iglesia de Antioquía.
En Lambesa, en Numidia, santos mártires Mariano, lector, y Jacobo, diácono. El primero, tras haber superado, por su fe en Cristo, diversas pruebas durante la persecución desencadenada por Decio, fue detenido de nuevo junto con su querido compañero, y ambos, después de soportar crueles suplicios, fueron muertos a espada en compañía de otros muchos, confortados con la gracia de Dios.
En Milán, de la Liguria, san Venerio, obispo, discípulo y diácono de san Ambrosio, que acudió en ayuda de los obispos africanos enviándoles clérigos, y favoreció a san Juan Crisóstomo en su destierro.
En Roma, santa Benita, virgen y monja romana, de quien san Gregorio Magno cuenta que descansó en el Señor, tal como ella misma había pedido con insistencia, a los treinta días de la muerte de santa Gala, de la cual era amada más que cualquier otra.
En Lindisfarne, población de Northumbría, en Inglaterra, san Eadberto, obispo, sucesor de san Cutberto, que brilló por su conocimiento de las Escrituras, por su observancia de los preceptos divinos y, especialmente, por sus generosas limosnas.
En Barcelona, en España, san Pedro Nolasco, presbítero, que, según la tradición, junto con san Ramón de Penyafort y el rey Jaime I de Aragón fundó la Orden de Nuestra Señora de la Merced, para la redención de los cautivos. Se entregó ardientemente, con trabajo y esfuerzo, a procurar la paz y a liberar del yugo de la esclavitud a los cristianos que habían caído cautivos de los infieles.
En Montepulciano, en la región de Toscana, beato Bartolomé Pucci-Franceschi, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, quien, impulsado por su amor a Dios, dejó a su mujer, hijos y riquezas, y se hizo pobre de Cristo.
En Londres, en Inglaterra, beatos Eduardo Jones y Antonio Middleton, presbíteros y mártires, los cuales, en tiempo de la reina Isabel I, por su condición de sacerdotes fueron apresados ante su propia casa y después descuartizados a espada.
En Quebec, en el dominio de Canadá, san Francisco de Montmorency-Laval, obispo, que estableció su sede episcopal en esta ciudad, y desde allí, durante casi cincuenta años, se dedicó con todas sus fuerzas a confirmar y acrecentar la Iglesia desde esta vasta región de América del Norte hasta el golfo de México.
En la ciudad de El Cairo, en Egipto, beata María Catalina Troiani, virgen de la Tercera Orden Regular de San Francisco, que desde Italia fue enviada a ese país africano, donde fundó una nueva familia de Hermanas Franciscanas Misioneras.
En Roma, beata Ana Rosa Gattorno, religiosa, que, siendo madre de familia, al quedar viuda lo dejó todo y se entregó por completo a Dios y al prójimo. Fundó la Congregación de Hijas de Santa Ana, Madre de María Inmaculada, donde brilló por la gran labor realizada a favor de los enfermos, los débiles y los niños desamparados, en cuyo rostro contemplaba a Cristo pobre.
Cerca de Munich, en la región de Baviera, en Alemania, beatos Enrique Kaczorowski y Casimiro Gostynski, presbíteros y mártires, que durante la invasión de Polonia en tiempo de guerra fueron hechos prisioneros por los perseguidores de la dignidad humana y conducidos al campo de concentración de Dachau, donde, por su fe en Cristo, exhalaron el último suspiro en las cámaras de gas.

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