Huellas
Vino como vinimos todos.
Nació.
Respiraba como respiramos
todos. Vivió.
Se fue como se fueron y nos
iremos todos. Murió.
En todo como nosotros.
Encarnado, de carne y hueso.
Y de él, como de todos, nos
quedan sus huellas.
En las profundidades de la
burgalesa cueva de Ojo Guareña, como si se tratara de uno más de los museos de
esta Tierra, se conservan las huellas de algunos significativos antecesores
que por allá vivieron y hasta se desvivieron.
¿Quién no guarda en las
retinas de su memoria las huellas del primer humano en pisar, no la tierra de
la Luna, sino la propia realidad de la Luna?
Las huellas nos identifican,
seguramente tanto, o tal vez más aún, que cualquier QR de nuestras tecnologías
digitales. Las huellas son nuestra presencia escondida, nuestra voz callada,
nuestra respiración contenida, nuestro sueño descansado, nuestro punto y
seguido, nuestra resurrección ¿.....?
Cada uno a su manera
llegaremos a ser y a estar en nuestras huellas. Serán las huellas de nuestra
marca de zapatos, las huellas en el aire de nuestras palabras dichas, las
huellas tatuadas de nuestras letras escritas, la huellas aladas de nuestras
melodías susurradas o vociferadas, las huellas de nuestros olores, humores
o tumores, las huellas leves de nuestras caricias, las huellas profundas
de nuestros cargamentos... Siempre estaremos en nuestras huellas. Seremos
nuestras huellas... Siempre en ellas, sean inmensamente muchas o poquitas y
pequeñas. Serán las tuyas, las mías o las de cada quien. Seremos, una vez más,
como diría el poeta, huellas; y no huellas solitarias o vacías, sino llenas y
encontradas.
Ahora que escribo, recuerdo
haber pisado en las huellas, dicen los imaginados sueños soñadores, que dejó
Jesús de Nazaret en el lomo de unas rocas del Monte de los Olivos, en
Jerusalén, en aquella hora en que se levantó y ascendió en la luz azul de un
atardecer. O, ¿fue amanecer?
Sobre esto de Jesús el laico
de la Galilea mis neuronas siempre me dicen que aquello ni fueron ni serán las
huellas de aquel hombre...
Las huellas de aquel Jesús de
carne y hueso están siempre en carne y hueso de otras personas. Huellas de
carne y hueso. Huellas vivas. Siempre huellas vivas. Las huellas, aunque
aparenten todo lo contrario, jamás son huellas fosilizadas o petrificadas,
siempre están vivas y palpitan. Respiran a su modo. Viven y huelen. Su rastro
ni se acaba ni se pierde. Permanece y es humano. Y nos pertenece a todos y a
cada uno. Las huellas, toda huella es como el aire. Las huellas no se van. Se
quedan.
A continuación puedes
encontrar los dos comentarios de asuntos evangélicos del domingo 16 de mayo de
2021.
Domingo de la Ascensión
Ciclo B (16.05.2021): Marcos 16,15-20.
Raíces y alas...
¡de la palabra! Me lo pregunto y lo
escribo CONTIGO,
Se acabó ya la Pascua en las programaciones
eclesiásticas de la Liturgia. Pero aún le quedan cuatro semanas al Credo de la
Religión de la Iglesia: la Ascensión de Jesús de la tierra al cielo, la Bajada
del Espíritu del cielo al suelo llamada Pentecostés, la Santísima Trinidad y la
Santísima Eucaristía. Arriba-abajo, subir-descender, en el cielo y en la
tierra... ¿Las palabras tienen alas? Las tienen, y también raíces.
En
este domingo central del mes de mayo se nos vuelve a leer un breve relato del
llamado Evangelio de Marcos, pero no parece que esto sea verdad. Siempre que me
toca leer o comentar Marcos 16,9-20 acudo a la Biblia de Jerusalén para
leerme en ella la extensa nota a pie de página correspondiente al versículo
16,9. En ninguna otra de las Biblias que tengo a mi alcance encuentro una
información tan acertada y completa.
En
síntesis, esta nota viene a comunicarme que el texto de Mc 16,9-20 es un
añadido que se le hizo a este Evangelio a comienzos del siglo II de nuestra
historia, unos treinta años después de que se escribiera el auténtico primer
Evangelio (Mc 1,1 hasta 16,8). Probablemente, alguien pensó que el Evangelio
escrito por María Magdalena-Mc no acababa como debería acabarse, con la
narración de las apariciones de Jesús de Nazaret resucitado. Y este ‘alguien’
se las añadió.
Deseo
y espero que se escuche, y mejor que se lea, con consciente detenimiento el
mensaje de Mc 16,15-20. Las manos que redactaron este mensaje deberían
dedicarse a otros menesteres más humanizadores. Y las neuronas que engendraron
tales afirmaciones habría que resetearlas para que aprendieran a copiar
correctamente y a no inventarse bulos interesados. Si no me creen lo que he escrito,
léase en paralelo Mateo 28,16-20 con Marcos 16,15-20.
El
versículo de Marcos 16,16 jamás pudo salir de la boca de Jesús de
Nazaret mientras vivió o después de muerto en sus apariciones. Imposible. Estas
palabras son una falsedad interesada por quien fuera su autor.
En
las afirmaciones de Marcos 16,17-18 se asegura que todo seguidor de
Jesús, todo creyente cristiano, puede y debe encarnar cinco capacidades muy
bien definidas por esta nueva mano narradora. Confieso mi más radical suspenso
en el seguimiento de Jesús porque no creo haber realizado ninguna de estas
cinco acciones que deberían identificarme como tal.
Nunca
expulsé ningún demonio ni creo poseer poderes exorcistas. Tampoco logré hablar
una lengua diferente de mi español sin el esfuerzo personal y concienzudo por
aprenderla. Jamás se me ha ocurrido atrapar serpientes con mis manos sabiendo
que nada malo me podrán causar por ser buen seguidor de Jesús. No deseo ingerir
veneno alguno para constatar que la fuerza de mi religión me librará de una
muerte muy probable y, por fin, confieso que mis manos colocadas en cabeza
ajena no han curado a nadie de sus dolencias o de su muerte.
Si
esta palabra del anónimo pseudo evangelista fuera verdad, como se asegura, la
inmensa cantidad de creyentes cristianos que siempre existieron habrían
acabado, año tras año y en los veinte siglos de historia, con toda suerte de
enfermedades y males. La humanidad se hubiera ahorrado tener que investigar en
cómo mantener la salud de los seres humanos.
Ante
los dos versículos finales del relato (Mc 16,19-20) prefiero callarme.
Lo que se nos cuenta, literalmente, nadie nunca ha podido constatar que fuera
así. No desearé jamás que mi ignorancia sea atrevida. Carmelo Bueno Heras.
CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos.
Domingo 25º: 16.05.2021. Después de comentar
los cuatro Evangelios y Hechos ¡completos!...
NADIE LO HA VISTO
En el pasado mes de abril, un amigo me trajo un
tesoro desde su tierra de Euskadi. Los densos días anteriores y posteriores a
la Pascua me han permitido contemplar el tesoro con detenimiento, con inmensa
admiración y, sobre todo, con desbordante alegría. Sentimientos y actitudes
típicamente pascuales, ¿verdad?
El regalo merece la pena, no por lo que aparenta
o por su procedencia, sino por aquel (Aquel, quizá) de quien se cuenta lo que
se escribe en cada una de sus páginas, que son unas doscientas treinta perlas,
preciosas y apasionadas. El narrador que las engarzó tenía ochenta y cuatro
años cuando las vio impresas, juntas y engastadas, en el collar de su libro.
Éste, el libro, tiene ahora unos tres años recién
cumplidos. Nació en 2008. Y no sé absolutamente nada del número de sus
lectores. Pero ya me atrevo a decir que, si la cifra de ejemplares distribuidos
se acerca a los treinta miles, el tal libro adquirirá la categoría de
“perseguido oficial”. Hace no mucho tiempo hablé en esta misma página de otro
librejo llamado “Cosas de curas” y ya no hay forma o manera de encontrarlo ni
en ‘las librerías de viejo’. Se agotó. Temo que con este nuevo amigo mío pase
algo semejante.
Me entristecería mucho si así ocurriera con “Otras
noticias de Dios”. Con este título dudo que exista una editorial que se
arriesgue a editar tanto ejemplar. Por eso, “Utriusque Vasconiae” se decidió a
hacerlo. ¿Quién de los lectores de esta página conoce la existencia de tal
entidad editorial? Yo mismo lo ignoraba por completo hasta estos días de
Pascua.
A modo de modesta constatación socio-religiosa,
me permití visitar una docena de librerías especializadas en esta cuestión en
Madrid y en otras capitales de provincia. El resultado de mi búsqueda no ha
podido ser más desalentador. Cuando esto me pasa, siempre recurro a Lola y
Piedad, de la Librería La Salle, expertas en el rastreo de perlas editoriales,
como ésta, a la que dedico estos mínimos minutos bíblicos y que presento en la
comunidad de los seguidores de Educar hoy:
Manuel Olasagasti Gaztelubide, Otras noticias
de Dios, Colección Fundamentos, Utriusque Vasconiae, Ategorrieta Hiribidea,
3-3. 20013-Donostia. Teléfono 943 270433.
‘Nadie ha visto a Dios’, dice el cuarto
Evangelio. Y no son pocos, dentro de la Iglesia, quienes afirman que sobre Él
sólo podemos tener opiniones. Una de éstas es la de Manuel que nos la ofrece
así: “El libro, folleto, opúsculo, libelo, panfleto o lo que estime el
lector/a, pide ser leído por las ganas de leer, no por consideración hacia el
autor del engendro o por afinidad de cualquier tipo con el padre de la criatura”
(p. 11). Y al comenzar su exposición, escribe en su prólogo: “¿Cómo que
otras noticias?... ¿Qué ínfulas son esas? Tranquilo, lector, lectora. No son
noticias nuevas. Todos las llevamos dentro. Circulan poco, ciertamente. Las
llamo ‘otras’ porque no son las convencionales cuando se habla de Dios y las
religiones” (p. 5). Y, ¿sabes, lector curioso, lo más novedoso que dice
este tal Manuel? Esto: que “Dios es bueno/bueno”. Es decir, bueno,
bueno… y bueno. Mil gracias, Mikel, por recordármelo con tu regalo. Y ya en las
puertas del verano, comparto este tesoro con vosotros, lectores y amigos.
Carmelo Bueno Heras. Educar Hoy 128 (junio de
2011)
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