sábado, 25 de abril de 2015

San Marcos Evangelista - San Giovanni Piamarta - Beato Andrés Solá y Molist 25042015


San Marcos Evangelista

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Evangelista San Marcos  
El ilustre predicador Bossuet refiriéndose a lo bien que supo sintetizar la doctrina de Jesús predicada por San Pedro llamó a nuestro Santo «el más divino de los compendiadores». Lo que sabemos de Juan Marcos se resume a cuanto el libro de San Lucas nos dice de él y la rica tradición de los primeros historiadores que gozan de gran autoridad.-     Su madre se llamaba María. La vez primera que hablan los Hechos de él es el Cáp. 12 (12-16) cuando relatan la salida milagrosa de San Pedro de la cárcel por obra del ángel que le abre las puertas y se dirige «a casa de María, madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde muchos hermanos se hallan congregados en oración».    Es fácil que la Casa de María fuera una de tantas, que -a partir de la famosa predicación de San Pedro en que se convirtieron más de tres mil a la fe de Jesucristo-, habría en Jerusalén y donde se reunirían los cristianos para hacer la oración, celebrar la Eucaristía y distribuir los bienes a los necesitados...    Por ello la casa de Juan Marcos era bien conocida por Pedro. Éste se lo llevará consigo cuando pase algún tiempo.
Quizá era un niño o jovencillo cuando Jesús fue condenado a muerte. Dice su Evangelio que cuando Jesús fue apresado en el Huerto de los Olivos le seguía un joven envuelto en una sábana para curiosear a ver en qué paraba todo aquello. Era verosímil que este joven fuera el mismo Juan Marcos.    Es fácil que también Jesús tuviera estrecha amistad con los padres de Juan Marcos y que éste escuchara en muchas ocasiones los discursos de Jesús. Uno de los primeros bautizados por San Pedro fue Juan Marcos. El que era un niño el año 30, por el 44 ya era todo un hombre y decidió marcharse con su primo José Bernabé hacia la ciudad de Orontes.

Juan Marcos acompañó a Pablo y Bernabé en sus correrías apostólicas por Chipre y otras ciudades.    Quizá añoraba su patria chica, es posible que fuera una realidad lo que San Pablo dirá que ha padecido «peligros de los ladrones», «peligros de los caminos», «peligros de la soledad»... Lo cierto es que abandonó a sus amigos y volvió a Jerusalén. Aquí pasó diez o doce años al lado de Pedro ayudándole en sus correrías y haciendo de «intérprete y consejero». El Señor Jesús no escribió ni mandó a los Apóstoles que escribieran.    Parece ser que lo que interesaba era la predicación oral. Pero la memoria es flaca y alguien pensó en tener algunos apuntes de cuanto Pedro predicaba y le rogaron a Marcos que recogiera las predicaciones del Apóstol.
Así lo hizo. Pedro amaba con cariño a Marcos. Le llama «mi hijo Marcos» (1 Pe 5, 13). El evangelista Marcos escribe con fluidez, sencillez, en estilo directo y sólido a la vez. Es el más breve de los Evangelios (16 capítulos) y se propone probar la Divinidad de Jesucristo. Marcos se halla en Roma el año 67 cuando mueren los dos Apóstoles San Pedro y San Pablo. Juan Marcos ha jugado un papel muy importante en la evangelización como lo demuestran estas palabras de San Pablo que el 62 dice a Timoteo: «Trae contigo a Marcos, pues lo necesito para el ministerio evangélico».   Después  extendió el Evangelio por diversos países: Egipto, Aquilea, Cirene... Quizá expiró el año 68.







Oremos

Señor, tú que diste a San Marcos el carisma de anunciar el Evangelio, haz que sepamos aprovecharnos de sus escritos y por ellos aprendamos a seguir fielmente a Jesucristo. Que vive y reina contigo.









Calendario  de Fiestas Marianas: Dedicación de la Santa Capilla Menor de París  en honor a Nuestra Señora (1248)



San Giovanni Piamarta

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Giovanni Battista Piamarta (1841-1913), sacerdote italiano, fundador de las congregaciones de la Santa Familia de Nazareth y de las humildes siervas del Señor.
Nació en Brescia, el 26 de noviembre de 1841 de una familia pobre. Es una de las personalidades de relieve de mitad del siglo XIX en Italia. Huérfano de madre a los nueve años, creció vivaz en los callejones de los barrios populares de la ciudad, encontrando un apoyo educativo en su abuelo materno y en el oratorio [actividades para niños y jóvenes en las parroquias sobre el modelo creado por don Bosco] que afinan su sensibilidad y su extraordinaria generosidad; su adolescencia fue difícil y gracias al párroco de Vallio Terme (Bs) pudo entrar en el seminario diocesano. Ordenado sacerdote en 1865, inicia su ministerio sacerdotal en Carzago Riviera, Bedizzole; luego en la parroquia de Sant’Alessandro en la ciudad y párroco de Pavone del Mella. Las primeras experiencias oratorianas son para el una valiosa posibilidad para conocer de cerca a la juventud que tiene que afrontar el duro ambiente de las fábricas de la naciente industria bresciana. En trece años de fecundo apostolado recoge resultados admirables y el respeto de sus muchachos. El secreto de su "éxito" era sencillo: la fuerza de la oración: “Si yo no hiciera dos o tres horas de oración cada mañana, no podría llevar el peso que el buen Dios me ha impuesto”, contaba incansable.
Deja la parroquia de Pavone del Mella para volver a Brescia y dedicarse a una obra pensada y soñada: dar a los jóvenes una segura preparación profesional y cristiana. Reflexionando sobre el bandono espiritual y la pérdida de la fe de muchos jóvenes que llegaban a la ciudad por motivos laborales, pobrísimo pero confiado en la providencia, pone en marcha el Instituto Artesanal, el 3 de diciembre de 1886, con la ayuda del sacerdote Pietro Capretti.
La obra se multpiplica y los jóvenes reciben una buena preparación técnica. Luego, dirige su atenciçon al mundo de la agricultura y crea, cone el padre Giovanni Bonsignori la Colonia Agrícola de Remedello (Brescia). Pronto sugen persoas que quieren compartir su carisma y, en marzo de 1900 instituye una famiglia religiosa, de sacerdotes y laicos. Funda la congregación Sagrada Familia de Nazareth, presente, junto a otra congrecaión por el fundada, las Humildes iervas del señor, en varios continentes.
El padre Piamarta murió el 25 de abril de 1913, en Remedello. En 1926 sus restos fueron trasladados a la iglesia del instituto construida por el; Su fiesta litúrgica es el 26 de abril.

Beato Andrés Solá y Molist

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«Pedid, y se os dará», afirmó Cristo (Mt 7:7-12). Y Andrés que soñaba con la palma del martirio, la alcanzó en México. Vino al mundo el 7 de octubre de 1895 en Taradell (Barcelona, España). Sus padres, agricultores, educaron a sus once hijos en la fe. Andrés era el tercero y desde niño mostró su inclinación a la consagración. De hecho, en 1908 confesó a su padre que quería ser misionero. Piadoso, devoto de María, y responsable en sus estudios, entre otras virtudes que se apreciaban en él, quienes le conocían más de cerca no debieron sorprenderse cuando dio el paso definitivo hacia la vida religiosa. Ingresó en el seminario de los claretianos después de quedar conmovido por la predicación de uno de ellos. Y allí, mientras se formaba para ser sacerdote, tuvo ocasión de seguir profundizando en el evangelio y aprender a desasirse de tendencias y salidas de carácter que le dieron algunos disgustos. Admitía humildemente sus errores y se aplicaba en la fidelidad y obediencia. Era agradecido, modesto, servicial y observante de la regla. Tenía gran nobleza, y como «de la abundancia del corazón habla la boca» (Mt 12:34), de la suya brotaban sueños e ilusiones apostólicas a cada paso que tenían como horizonte la evangelización sustentada en su ardiente amor al Corazón de la Virgen María. Eran frecuentes sus visitas al Sagrario y se le veía orar fervorosamente ante el Santísimo.
Después de ser ordenado sacerdote en 1922 tras una corta estancia de un año en Aranda de Duero, partió a Veracruz donde llegó en agosto de 1923. Su gran devoción a María le condujo al santuario de Nuestra Señora de Guadalupe poniéndose bajo su amparo. Ejerció su ministerio en México y en León (Guanajuato) por espacio de unos cinco años, dedicado a los fieles y a las religiosas en una intensa labor misionera en medio de una complicada situación política que afectaba de lleno a la Iglesia con expresión concreta en los sacerdotes y religiosos, y de la que tuvo noticia en diciembre de 1924. De hecho, en un primer momento, ya tuvo que buscar amparo en casa de unas conocidas porque las autoridades gubernamentales habían dictado una orden de expulsión.
En la primavera de 1927 las dificultades lejos de suavizarse, empeoraron notablemente. Tanto es así que fue instado por sus superiores para abandonar León y proseguir su labor en México. Pero apenas hizo acto de presencia, le fue comunicada la noticia de su eventual detención anunciada por carta. De modo que no tenía otro horizonte que proteger su vida. Era valiente y así lo había mostrado en la infancia y siendo religioso. Sus familiares y compañeros reconocerían después de su muerte este nuevo matiz de su carácter que seguramente le hizo minusvalorar el alcance de la amenaza que se cernía sobre él. Decidió permanecer allí, con la prudencia debida, desde luego. Sin embargo esta cautela no fue tenida en cuenta debidamente por las personas que le alojaban y al día siguiente el efecto de su descuido conllevó la detención de Andrés.
Como ha sido propio de quienes han derramado su sangre por Cristo dio testimonio inmediato de su condición sacerdotal y se dispuso a beber el cáliz que le aguardaba. Era el signo inequívoco de un hombre coherente con su vocación. Si en un momento dado vino a su mente este sentimiento acerca del martirio: «¡Quién sabe si ahora el Señor me concederá esta Gracia! Si así fuera, que acepte mi sangre por el triunfo de la Iglesia Católica en México», el velo quedaba descorrido y llegada su hora suprema. Fue ajusticiado el 25 de abril de 1927 en crudo suplicio al que sobrevivió unas horas mientras repetía: «Jesús mío, Jesús mío, por Ti muero». Herido de muerte, pero aún con vida, brazos bondadosos y humanitarios le extrajeron del espeso «chapopote» (alquitrán) al que sus verdugos le habían arrojado. Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005.

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