Estamos
ya en las puertas de febrero del año 2019. Nos hemos vivido tan ricamente el
primer mes del año nuevo. Y todo sigue como escribía el sabio Qohelet en su
Eclesiastés: sale el sol, sale la luna, se esconde el sol, se oculta la
luna, surgen las yemas, despiertan las flores, crecen las ramas, aparecen los
frutos y vuelta a empezar...
Sabemos
tanto de las cosas y, a la vez, es tanto lo que ignoramos... Llega una ola y a
su aire se retira, va y viene, va y viene... y cada siete días llega un domingo
nuevo.
Y
ahora un comentario nuevo y doble del único Evangelio que fue, es y lo será un
hombre de la Galilea del norte llamado Jesús de Nazaret al que de una o de otra
forma nos empeñamos en hacerle dios.
Dicen
los judíos sobre ese judío de su historia que Jesús nació judío, vivió judío y
murió judío. Y no me cansaré de decir desde ahora que es precisamente ese 'ser
judío' en toda la extensión de su vida, desde su nacimiento hasta su
sepultamiento, lo que me sorprende y atrae.
Por
mucho que alguien se esfuerce, nadie sabe nada de su 'antes' del nacimiento. Y
nunca nadie entre los vivos de aquí, por más que se desee creerlo, vio, ni oyó,
ni tocó ni supo nada de su 'después' de la tumba en la roca.
Esa
vida del galileo y laico de Nazaret es lo que me atrae, ilumina, fascina, se me
escapa, regresa, se despierta... Cuanto más creo que sé de él, de sus tareas y
de sus adentros, más descubro que me falta por saber de él, más ignorante me
reconozco.
Y
en este saber ignorante me tienta siempre la pretensión diabólica de hacerlo
grande, inmenso, único, altísimo, separado, alejado y dios.
Seguiré
escuchando voces y silencios sobre este hombre y no sé hasta cuándo y a veces
dudo de que todo esto sirva de algo más que para caminar.
Un
nuevo domingo con dos comentarios nuevos. Uno sobre un texto de Lucas y el otro
sobre un texto de Mateo. Ambos comentarios los puedes leer aquí. También en el
archivo adjunto.
Me
sobrecoge saber que sus paisanos de Nazaret decidieron despeñar a aquel Jesús
de José y de María, y eso que no era ni alcalde del pueblo, ni sacerdote o
rabino de la sinagoga, ni nacionalista, ni machista, ni...
Era,
eso sí, alguien que enseñaba a leer a los demás para que ningún 'listillo de
turno' se atreviera a engañar a nadie con las cosas del comer... y del creer...
Los 'listillos', como siempre y por todos los lugares y en todas las
culturas...
Domingo
4º del TO (03.02.2019): Lucas 4,21-30
“¿Castigador y vengativo? Nadie. Ni Dios”. Esto lo escribo CONTIGO,
Voy
a copiar aquí dos parrafitos de la lectura del Evangelio del domingo día tres
de febrero. Pondré, de mi cosecha y para llamar la atención y pensar, algo en
negrita. El primer párrafo es el comienzo de la lectura que se nos proclamará:
“En aquel tiempo, Jesús comenzó a decir en la sinagoga: «Hoy se ha cumplido
esta Escritura que acabáis de oír». Y todos le expresaban su aprobación
y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca”(Lc
4,21).
El segundo
parrafito que selecciono para este comentario es ‘casi’ el final del relato que
nos ha transmitido el informadísimo Evangelista y dice así: “Todos
en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo
echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte
sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo” (Lc
4,28-29).
El domingo pasado
leíamos Lucas 4,14-21. Por esta razón recordamos bien que este Jesús de Nazaret
del Evangelista Lucas había leído en la sinagoga de su pueblo el texto del
llamado profeta ‘Isaías tercero’ 61,1-2a. He escrito bien la cita e
intencionadamente me lo recuerdo y la vuelvo a leer en ese libro de la Biblia.
Dije en el comentario del domingo pasado que en estas dos semanas me leeré
siete veces al menos el relato de Lucas 4, desde el versículo uno hasta el
cuarenta y cuatro. Nunca se hace esto en nuestra liturgia de la eucaristía. Lo
siento, qué pena.
Aquel que llamé
Isaías Tercero dejó explícitamente escrito que su Yavé Dios de Israel premiaba
a los buenos, evidentemente a los ‘buenos judíos’. Y castigaba a los malos, evidentemente
todos los demás. Cuando Lucas nos anuncia que Jesús lee el texto de Isaías, lo
cierto es que sólo lee hasta cuando dice el profeta que ‘el enviado de Yavé
anuncia un año de gracia’. Y se para y se acaba la lectura. Y Jesús comienza a
desgranar su homilía y explica con razones la prohibición de proclamar ‘el día
de la venganza de su Yavé’.
Cuando Jesús
abrevia la lectura parece que ‘todos’ (esta palabra la utiliza Lucas muy
intencionadamente aquí y en toda su obra escrita) se ponen muy contentos. Pero
a todos se les va cambiando la alegría en odio según le oyen hablar a este
laico y galileo sobre los profetas de su pueblo (4,24-27) y la prohibición de
atribuir a Yave Dios su identidad de castigador y vengativo.
Tan insoportable se
hacía el escuchar a Jesús en aquella sinagoga que todos se llenaron de ira y
decidieron despeñar a este predicador y acabar con él. Dicho con otras
expresiones, le condenaron a muerte y estaban dispuestos a ejecutarlo.
Desde el comienzo de la misión evangelizadora de Jesús, su vida corrió serios
peligros, como anunciado quedó en las palabras que el anciano Simeón le dijo a
María en el acontecimiento de la presentación en el Templo (2,33-35).
Lucas es el único
de los cuatro Evangelistas que cuenta así el comienzo tan dramático de la
misión de Jesús de Nazaret. Pero parece que este Jesús no aprende ni escarmienta: “Bajó
a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba...” (4,31).
¿Volvió a correr su vida y su persona el mismo peligro que en Nazaret? En
Lucas, su Jesús vive constantemente en conflicto y en peligro como quedó
anticipado en el Templo a sus doce años (2,41-52). Y este conflicto nace de
su permanente “anuncio de la Buena Noticia del Reinado de Dios”
(4,42-44).
Carmelo Bueno Heras
Domingo 10º de Mateo (03.002.2019): Mateo 6,19-34
“Todo cuanto deseas que te hagan, házselo a los
demás” (Mateo
7,12)
El texto de Mateo
6,19-34 sigue perteneciendo al primer discurso que el Evangelista ha
puesto en boca de su Jesús de Nazaret que viene a ser ‘el nuevo Moisés’ del
‘nuevo Sinaí’ y de la ‘nueva Ley’. Moisés, el Sinaí y la Ley no han
dejado de existir, pero ha llegado este hombre de Galilea y ha inaugurado otra
manera de vivir, de creer, de pensar y hasta de ‘bandearse en la vida’: “Buscad
primero el Reinado de Dios y su justicia... No os preocupéis del mañana” (Mateo
6,33-34). Resumido, me digo: La Ley de Dios (Moisés), frente al Reino de Dios
(Jesús).
Ley y Reino son dos
caminos por los que es muy complicado caminar a la vez. Son dos caminos
distintos y diferentes: “No se puede servir a dos señores... a Dios y
al Dinero” (Mt 6,24). El Evangelista escribe estas cosas unos
cincuenta años después de la muerte de su Jesús. Y desde esta perspectiva del
tiempo nos presenta a su galileo y laico Jesús como el que ha dejado a un lado
la senda de su Religión judía para adentrarse por una nueva propuesta y
alternativa.
Y este discurso,
todo él llamado ‘De las bienaventuranzas’, sigue desarrollándose hasta llegar a
la expresión acuñada en 7,12 que me sirve y servirá como anáfora de todos los
comentarios: “Todo cuanto deseas que te hagan, házselo a los demás,
porque ésta es la Ley y los Profetas “. Me sigo diciendo que
ésta es una de las claves para comprender todo el Evangelio escrito por el
llamado Mateo. Según esta clave releo, medito, contemplo y comento
contigo Mt 6,19-34.
En Mateo 6,19-21 se pone en
boca de Jesús de Nazaret unas palabras sobre la presencia del verdadero tesoro
que no estará nunca fuera de la persona, sino en la interioridad de las
neuronas del corazón. Para este Jesús de Nazaret no existe otro ‘catecismo’
ni otro ‘dogma’ ni otro ‘tesoro’ que esta interioridad del corazón.
En Mateo 6,22-23 se pone en boca
de Jesús palabras sobre la existencia de la luz frente a la oscuridad. ¿De qué
luz y oscuridad se habla? Habla de esa luz que todo lo ilumina por estar
dentro. Cuando ella se apaga todo será oscuridad, dentro y fuera de uno. ¡Tú
y yo somos luz!
En Mateo 6,24 se pone en
boca de Jesús dos palabras: Dios y Dinero. Cada palabra es un
camino que se abre ante los pies de las neuronas de cada persona. Es imposible
caminar por los dos al mismo tiempo. O también, cada una de estas dos palabras
es una semilla. Cuando se siembra la semilla ‘dinero’, ¿qué se recoge como
fruto? ¿Más ‘dinero’? Cuando se siembra la semilla ‘Dios’, ¿qué se recoge?
Seguramente se recoge aquello que leo en Mateo 13,31-32.
En Mateo 6,25-34 se pone en
boca de Jesús su comprensión de ‘la providencia de Dios’. Ríos de
tinta han corrido para comentar qué pueda ser esta providencia. ¿Me basta con
saber y sentir que esta providencia eres tú y yo, y el otro y este único mundo
en el que habitamos y nos sostiene? Tú y yo y el otro y este único mundo, ¿no
somos también ese árbol de ramas abiertas a esa convivencia que es ‘el
reino-reinado de Dios’ de las parábolas de este Mt 13? Sí.
Ley y Reino. Moisés
y Jesús. Mandamientos y Bienaventuranzas. Dinero y Dios. Oscuridad y Luz. Dos
caminos. Ni buenos ni malos, diferentes. Es muy sencillo de entender y... ¡de
decidir!
Carmelo Bueno Heras
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