Santo Evangelio según San Mateo 16, 13-19. La Cátedra de san Pedro, apóstol
Por: H. Jesús Salazar Brenes, L.C. | Fuente: www.somosrc.mx
Por: H. Jesús Salazar Brenes, L.C. | Fuente: www.somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, quiero crecer en amistad contigo. Dame la luz de tu Santo Espíritu para saber qué responderte y tener la fuerza para hacer lo que me pides.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quien dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”.
Luego les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Jesús le dijo entonces: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cuando tenemos mucha confianza con nuestros amigos, sabemos bastante bien sus gustos, su historia; quizás somos de las pocas personas a las cuáles ellos han confiado alguno de sus secretos más profundos, pero a pesar de todo esto, siempre hay alguna sorpresa, hay algo que no terminamos de conocer de ellos. Lo mismo ocurre en el trato con Jesús.
Entremos en el Evangelio. Jesús te está preguntando a ti, directamente, ¿tú quién dices que soy yo? En lo profundo sabes, por la tensión de la pregunta, que no puedes dar una respuesta prefabricada de lo que dicen los otros como «eres mi mejor amigo», «eres mi salvador», «eres...» Si alguna de estas respuestas viene del corazón, adelante, pero una pregunta personal requiere una respuesta personal. ¿Qué significo yo en tu vida?, te pregunta el Señor.
Pedro con su impetuosidad y arrojo fue el primero y quizás el único en responder ¡Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo! Su respuesta va en lo más profundo porque revela la misión y el ser de Jesús; pero hoy Jesús quiere tu respuesta y de ella Cristo te entrega también una misión. La misión de Pedro fue ser roca firme para edificar la Iglesia del mismo Jesús. Tu misión, si no te ha sido dada, se te dará. La invitación de hoy es profundizar más en tu amistad con Cristo para conocerle mejor, amarle y dar tu vida por la misión que Él te encomienda. Dios no quita nada y lo da todo. ¡Atrévete a dar el paso!
«Pedro, tomando la palabra en Cesarea de Filipo, le otorga a Jesús el título más grande con el que podía llamarlo: “Tú eres el Mesías”, es decir, el Ungido de Dios. Me gusta saber que fue el Padre quien inspiró esta respuesta a Pedro, que veía cómo Jesús ungía a su Pueblo. Jesús, el Ungido, que de poblado en poblado, camina con el único deseo de salvar y levantar lo que se consideraba perdido: “unge” al muerto, unge al enfermo, unge las heridas, unge al penitente, unge la esperanza. En esa unción, cada pecador, perdedor, enfermo, pagano —allí donde se encontraba— pudo sentirse miembro amado de la familia de Dios. Con sus gestos, Jesús les decía de modo personal: tú me perteneces. Como Pedro, también nosotros podemos confesar con nuestros labios y con nuestro corazón no solo lo que hemos oído, sino también la realidad tangible de nuestras vidas: hemos sido resucitados, curados, reformados, esperanzados por la unción del Santo. Todo yugo de esclavitud es destruido a causa de su unción. No nos es lícito perder la alegría y la memoria de sabernos rescatados, esa alegría que nos lleva a confesar “tú eres el Hijo de Dios vivo”.»
(Homilía de S.S. Francisco, 29 de junio de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy seré mejor cristiano y amigo de Jesús con mi testimonio de alegría y preocupación por los demás.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, quiero crecer en amistad contigo. Dame la luz de tu Santo Espíritu para saber qué responderte y tener la fuerza para hacer lo que me pides.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quien dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”.
Luego les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Jesús le dijo entonces: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Cuando tenemos mucha confianza con nuestros amigos, sabemos bastante bien sus gustos, su historia; quizás somos de las pocas personas a las cuáles ellos han confiado alguno de sus secretos más profundos, pero a pesar de todo esto, siempre hay alguna sorpresa, hay algo que no terminamos de conocer de ellos. Lo mismo ocurre en el trato con Jesús.
Entremos en el Evangelio. Jesús te está preguntando a ti, directamente, ¿tú quién dices que soy yo? En lo profundo sabes, por la tensión de la pregunta, que no puedes dar una respuesta prefabricada de lo que dicen los otros como «eres mi mejor amigo», «eres mi salvador», «eres...» Si alguna de estas respuestas viene del corazón, adelante, pero una pregunta personal requiere una respuesta personal. ¿Qué significo yo en tu vida?, te pregunta el Señor.
Pedro con su impetuosidad y arrojo fue el primero y quizás el único en responder ¡Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo! Su respuesta va en lo más profundo porque revela la misión y el ser de Jesús; pero hoy Jesús quiere tu respuesta y de ella Cristo te entrega también una misión. La misión de Pedro fue ser roca firme para edificar la Iglesia del mismo Jesús. Tu misión, si no te ha sido dada, se te dará. La invitación de hoy es profundizar más en tu amistad con Cristo para conocerle mejor, amarle y dar tu vida por la misión que Él te encomienda. Dios no quita nada y lo da todo. ¡Atrévete a dar el paso!
«Pedro, tomando la palabra en Cesarea de Filipo, le otorga a Jesús el título más grande con el que podía llamarlo: “Tú eres el Mesías”, es decir, el Ungido de Dios. Me gusta saber que fue el Padre quien inspiró esta respuesta a Pedro, que veía cómo Jesús ungía a su Pueblo. Jesús, el Ungido, que de poblado en poblado, camina con el único deseo de salvar y levantar lo que se consideraba perdido: “unge” al muerto, unge al enfermo, unge las heridas, unge al penitente, unge la esperanza. En esa unción, cada pecador, perdedor, enfermo, pagano —allí donde se encontraba— pudo sentirse miembro amado de la familia de Dios. Con sus gestos, Jesús les decía de modo personal: tú me perteneces. Como Pedro, también nosotros podemos confesar con nuestros labios y con nuestro corazón no solo lo que hemos oído, sino también la realidad tangible de nuestras vidas: hemos sido resucitados, curados, reformados, esperanzados por la unción del Santo. Todo yugo de esclavitud es destruido a causa de su unción. No nos es lícito perder la alegría y la memoria de sabernos rescatados, esa alegría que nos lleva a confesar “tú eres el Hijo de Dios vivo”.»
(Homilía de S.S. Francisco, 29 de junio de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy seré mejor cristiano y amigo de Jesús con mi testimonio de alegría y preocupación por los demás.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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