domingo, 30 de junio de 2019

‘Tú y yo somos el camino de Jesús’ (Domingo 13º del T.O. Ciclo C (30.06.2019): Lucas 9,51-62) y “Todo cuanto deseas que te hagan, házselo a los demás” (Mateo 7,12) ( Domingo 31º de Mateo (30.06.2019): Mateo 16,21 - 17,21)


Leyente de ahora y de estas cosas. Tú eres un caminante. Leer es caminar. También puede ser cierto al revés. De palabra en palabra es andar. Y al avanzar se va desvelando el misterio del mensaje. Y de línea en línea se va saboreando el paisaje de las historias que traen y llevan las palabras. Caminar es leer.

De camino o de caminos nos habla la buena noticia de los relatos del Evangelio para este domingo final del mes de junio. Por fin la liturgia recuerda que habíamos comenzado la lectura del Evangelio de Lucas y, creo yo, ha decidido esta liturgia al comienzo del verano retomar el hilo abandonado.

Espero que cada  leyente o caminante tenga muy consciente que este Evangelista nos ha contado desde el capítulo cuarto de su Evangelio hasta el 9,50 la evangelización de Jesús y de sus gentes por las tierras de Galilea. Evangelización he escrito, no otras palabras. La tarea de Jesús de Nazaret fue evangelizar, nos dice a cada paso y de diversas maneras este narrador informado.

En la vuelta a leer y meditar el mensaje de Lucas, la liturgia nos sitúa con Jesús y aquellos que fueron sus seguidores en el comienzo del camino que va desde Galilea hasta Jerusalén. Creo que se trata de un camino que no ha tenido tanta propaganda como el camino de Santiago, por poner un ejemplo. Tal vez, es posible que esté equivocado. 

El texto que nos iluminará durante una semana nos dice que este Jesús de Nazaret es un caminante con otros que van con él. Hacer ese camino desde Galilea a Jerusalén es el reto de esta semana y de todas las semanas que aún nos quedan hasta llegar a finales del mes de noviembre. Tenemos tiempo, no hay prisas, pero hay que caminar... 

Este camino del Jesús del Evangelio es un camino físico, pero es sobre todo un camino de aprendizaje interior. Al parecer, los seguidores de Jesús esperaban que llegara por fin el reinado de Dios y de su Mesías y así lo esperaron de Jesús. Pero el camino de este Jesús es el de la Evangelización. Todo cuando ha dicho y hecho en Galilea lo va a decir y hacer en Jerusalén. Cuando Lucas escribió su Evangelio habían pasado más de cuarenta años de la muerte y sepultura de Jesús y no era complicado explicar por qué había muerto como un mesías en minúscula y no como un MESÍAS de letras CAPITALES vestidas de SEÑORÍO, PODER y AUTORIDAD de 'ordeno y mando'.

Este camino del aprendizaje se suele llamar el camino del seguimiento. Poco a poco y semana a semana aprenderemos a caminar como en su día aprendimos a leer... y a decidir.

Con el Evangelista Mateo estamos también en ese mismo camino. Curiosamente, el mismo y contado de manera muy distinta... A continuación siguen los comentarios. También están en el archivo adjunto.

Seguir es caminar y aprender... Muchos lo entienden como repetir o aprender a repetir... Vale y basta. Nos hablamos la próxima semana...
     
Domingo 13º del T.O. Ciclo C (30.06.2019): Lucas 9,51-62
‘Tú y yo somos el camino de Jesús’Lo medito y escribo CONTIGO: 

Las autoridades de la liturgia, por fin, nos proponen retomar la lectura del relato evangélico que nos escribió Lucas, el del toro. Recuerdo: El autor de este Evangelio es aquel que nos dijo que se había documentado y que nos escribía para sostener nuestra fe en Jesús (Lc 1,1-4).

El texto de Lucas 9,51-62 es la narración del comienzo del camino que van a recorrer Jesús y cuantas personas le siguen hasta este momento. Recuerdo 8,1-3: Junto a Jesús están los DOCE, de número y de significado teológico, y un buen puñado de mujeres de las que se destaca la presencia de tres. María Magdalena, Juana y Susana. Ninguna de ellas le va a abandonar. Y esto es importante porque estarán en la cena del ‘haced esto en memoria mía’ (Lc 22,14-30).

Desde este momento, Lucas nos contará, ¡¡¡muy a su manera!!!, este camino de ‘la subida’ a Jerusalén desde las tierras de Galilea, pasando por Samaría, hasta llegar a Jerusalén, la capital con su Templo, su Sacerdocio y las demás instituciones de la Religión de Israel. Este camino comienza en Lucas 9,51 y no acabará hasta la entrada en Jerusalén en Lucas 19,28-29: “Marchaba Jesús delante subiendo a Jerusalén... Y  al aproximarse... al monte de los Olivos”.

Ningún otro de los Evangelistas ha contado esta experiencia del camino tan extensamente como lo hace Lucas. Además, es un camino que no aparece como camino con sus etapas bien definidas como sucede en el Evangelio de Marcos (8,27 a 10,52). Cuando el curiosamente crítico lector pasea su atención un par de veces por estos diez capítulos de la narración lucana constata este dato y algunos otros más nada despreciables.

Espero que las autoridades vaticanas de la liturgia del Evangelio nos permitan no perdernos ningún detalle de ‘este camino’ que, creo yo, es más importante que cualquier otro camino dentro de la experiencia de la fe en Jesús de Nazaret. Inmensamente más que el de Santiago.

Los comienzos de este camino de Jesús no pudieron ser más decepcionantes: “Envió por delante a unos mensajeros que fueron a un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento, pero no quisieron recibirlo porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan dijeron a Jesús: ¿quieres que mandemos que baje fuego del cielo y los consuma?” (Lc 9,52-54). El camino empieza como había acabado la evangelización en Galilea (Lucas 9,49-50): Jesús decepcionado.

“Y mientras iban de camino, uno le dijo: Te seguiré...” (Lc 9,57). La siguiente referencia explícita a este camino la encontramos en Lc 10,38: “Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa”. Puedo comprender que para este narrador de la aventura de su Jesús de Nazaret una primera etapa de este peculiar camino es todo cuanto nos ha dejado contado desde 9,57 hasta 10,56.

Me adelantaré a decir ya que este ‘camino’ (decimocuarta vez que escribo esta palabra) es tanto el de Jesús como el de todas las personas que le siguieron entonces y después y hasta hoy. Tú y yo ahora somos ese mismo camino que es él. Somos Jesús de Nazaret, su mensaje, su imagen, su reino, su vida y su persona. ¿No es esto lo que se nos dice en Lc 9,57-62 y en 17,21?
Carmelo Bueno Heras

Domingo 31º de Mateo (30.06.2019): Mateo 16,21 - 17,21
“Todo cuanto deseas que te hagan, házselo a los demás” (Mateo 7,12)

Creo no equivocarme demasiado si afirmo que el Evangelista Mateo invita a sus lectores a ‘caminar’ con su Jesús de Nazaret desde el norte de la tierra de Israel que está en los alrededores de Cesarea de Filipo (Mt 16,13-21) hasta Jerusalén, la capital, en el sur del país de Israel. El camino desde esta Cesarea hasta Jerusalén se hace, físicamente andando, en varias etapas, porque no son pocos los kilómetros, ni sencillo el recorrido.

Según este Evangelista Mateo, que sigue muy de cerca el relato del Evangelista Marcos, la narración del recorrido de este ‘camino’ se inicia con estas palabras de su Evangelio “Empezó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén” (Mt 16,21). El final de este camino será la llegada a Jerusalén: “Al llegar a Betfagé, en el monte de los Olivos y a las puertas ya de Jerusalén, envío Jesús a dos de sus discípulos...” (Mt 21,1).

Ahora que sabemos bien el inicio y el final del camino podemos adentrarnos en su recorrido, que es la lectura contemplativa y crítica de la narración que nos ha dejado su autor. Todo lector caerá en la cuenta de tres referencias explícitas que suenan como una melodía y que, como dicen los investigadores de este Libro, marcan las tres etapas de este camino tan físico como literario y teológico. Se le suele llamar, por algo de esto, ‘el camino del seguimiento’.

Este relato nos lo deja escrito el Evangelista en alguno de los años de la década de los setenta o de los ochenta del siglo primero. Para entonces ya han transcurrido más de cuarenta años de la vida y, sobre todo, de la muerte violenta e injusta de su Jesús de  Nazaret. Estas certezas son las que Mateo se atreve a poner en labios de Jesús mientras va de camino. Estas certezas que son tres y una sola y la misma suelen titularse en las biblias como ‘primer anuncio (Mt 16,21-23), segundo anuncio (Mt 17,22-23) y tercer anuncio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús’ (Mt 20,17-19). Los tres anuncios acotan las tres etapas del camino del seguimiento.

Dicho todo esto, se entiende que en el texto de Mateo 16,21 a 17,21 se nos está contando la primera etapa del camino del seguimiento de Jesús. Y en toda esta etapa se debe llegar a comprender qué significa llamar ‘mesías’ a este hombre y laico de Galilea que fue Jesús. Se destaca desde el comienzo que fue Pedro la primera persona que lo proclamó públicamente ‘mesías’ de una manera satánica. Este Pedro-Simón-Piedra esperaba que Jesús se proclamara el liberador político frente a los romanos y el liberador religioso frente al Sacerdocio judío.

Sin embargo, la liberación que propone, ofrece, regala y comparte Jesús es la liberación escondida en la semilla que crece dentro de cada uno. Ya lo había enseñado en las parábolas del tercer discurso suyo en Galilea (Mt 13,1-52). Y ahora lo vuelve a recordar: “Si tenéis fe como un grano de mostaza... nada os será imposible” (Mt 17,19-21).

Ahora que este Jesús de Mateo centra toda su atención en la enseñanza a sus seguidores conviene actualizar de nuevo la semilla sembrada por este mesías liberador dentro de todo ser humano: “Todo cuanto deseas que te hagan, házselo a los demás. Ésta es toda la Ley. Ahí están todos los Profetas”. Ésta es la semilla (¿la fe?) que transforma todo en reinado de Dios.
Carmelo Bueno Heras

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