domingo, 13 de diciembre de 2020

Domingo 3º de Adviento B (13.12.2020): Juan 1,6-8 y 1,19-28. Tres días después... ¡RESUCITO! y CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos.

 

Las tres Cus, QQQ

Que cuándo...

Que dónde...

Que cuántos...

Por estas tierras donde respiro, vivo y escribo llevamos días con estas tres 'Cus' y sus correspondientes cuestiones. Me temo que no llegaremos a ningún consenso y seguiremos discrepando. Ojalá no se nos enturbien las relaciones y se nos agite la convivencia. Estas tres 'Cus' nos van a alterar la calma de las neuronas en los no muy lejanos días 24-25 de diciembre, 31 de diciembre y 1 de enero y 5 y 6 de enero del 2021.

Deseamos todos muy vivamente esquivar conscientemente la presencia de 'el virus de la corona'. Deseamos conseguir el  contagio cero. Pero deseamos, al mismo tiempo, celebrar y danzar. Y esto, ya se nos había dicho desde hace tiempo, será muy complicado que las gentes de mis tierras de la piel de toro lo aprendamos y lo vivamos. Más de uno recordará que hablé en una  de estas presentaciones de 'el martillo y la danza'.

No creo que podamos decir que hayamos aprobado el asunto del aprendizaje de la danza. Y sin este aprobado será muy complicado tener unas Navidades-NAVIDADES, con letras mayúsculas. Así que el camino de este nuevo Adviento en el que estamos será acertar a responder bien y con sentido responsable y común esas tres preguntas tan sencillas como precisas:

. Que cuándo nos vamos a poder reunir o encontrar... Mejor, el día...

. Que dónde nos vamos a poder reunir o encontrar... Tal vez, en la terraza de...

. Que cuántos nos vamos a poder reunir o encontrar... Solamente,...

 

¿Será sentido común y responsable la respuesta de cierta línea del pensamiento popular de antes que decía más o menos aquello de ¡cada uno en su casa y dios en la de todos!? Seguramente que en otras épocas esto nos sonaría a blasfemia deshumanizadora, pero el contexto varió tanto de contenido que mis neuronas se niegan a descartar nada... No dejará de ir y venir hasta la orilla de mi propia playa la ola marina del 'aprender a celebrar y danzar'. Siento mucho que para este aprendizaje no exista ni grado, ni máster ni doctorado apropiado, sea presencial, on line, intensivo, gratuito o financiado... 

Sinceramente, este adviento me está resultando humanamente muy curioso... Mis tres 'Cus' no son sólo para una cena o una fiesta, lo son también para cualquier liturgia, para cualquier evento,... y para todo aquello en lo que sea necesario 'respirar'...

Para este domingo se ha seleccionado un relato del Evangelio de Juan sin haberle pedido permiso al Evangelista Marcos. Pero esto ya lo cuento a continuación. Y en la opción de los 'Cinco Minutos Bíblicos' recuerdo una vieja cuestión de gramática para poner a punto ciertos mensajes de texto. Una curiosidad nada más, que no es poca cosa. 

 

Estos comentarios los encuentras a continuación.

 

Domingo 3º de Adviento B (13.12.2020): Juan 1,6-8 y 1,19-28.

Tres días después... ¡RESUCITO! Me lo digo y lo escribo CONTIGO,

 

Estamos en el tercer domingo del año del Ciclo B. Se nos dijo que éste sería el año de la lectura del Evangelista Mc-Mg, sin embargo y sin apenas haber comenzado el camino ya tenemos la primera oportunidad para no seguir la lectura de Marcos. Se nos propone la lectura de un relato del cuarto Evangelio, un texto que tendrá dos apartados: 1) Juan 1,6-8 y 2) Juan 1,19-28. En ambos apartados se nos habla de Juan el perdona pecados con sus aguas del bautismo en el Jordán. Cuando esto sucede de manera tan pública y palmaria, la autoridad del Templo de Jerusalén y de su Sacerdocio se altera. Entonces, esta autoridad religiosa judía decide actuar.

 

Juan 1,6-8 es la primera parte de la lectura del Evangelio del domingo día 13 de diciembre. Estos tres versículos y también el número 15 forman parte del poema con el que se inicia el cuarto Evangelio (Juan 1,1-18). Este poema parece tener como objetivo el presentar a Jesús de Nazaret como la Palabra (Logos, en lengua griega; y sabiduría de la creación) y como la Luz que calienta e ilumina. Este Juan no fue ni la Luz ni la Palabra, pero sin él, ¿qué sería de Jesús?

 

Juan 1,19-28 es la continuación del llamado prólogo de este Evangelio. Lo que se lee en este relato breve sucede ‘tres días antes’, dice este narrador. Y estos tres días son los que preceden a la realización del primer signo por Jesús de Nazaret en presencia de ‘su madre’ y de sus seguidores y en Caná de Galilea. Tres días antes de lo sucedido en Caná de Galilea, se nos cuenta la experiencia que vivió Juan el Bautista mientras perdonaba pecados junto al Jordán: “Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando” (Jn 1,28).

 

Nunca se lee en la liturgia dominical este primer capítulo del Evangelio de Juan. Nunca completo ni en su orden narrativo. Ésta es una de las razones por las que nunca se llegará a comprender por las gentes practicantes de la religión católica quién es el Jesús de Nazaret del que nos da testimonio el cuarto Evangelio. Con solo leer un par de veces este capítulo todo leyente quedará sorprendido de que nada se nos cuente de la infancia tanto de Juan el Bautista como de Jesús de Nazaret. Nada de su infancia. Nada de sus padres y de su familia.

 

En Juan 1,19-28 encontramos a un Juan el Bautista como judío adulto que ha despertado las sospechas de su blasfemo proceder entre las autoridades de la religión del Templo de Jerusalén: “Los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas para preguntar a Juan quién era... y qué hacía”  (Juan 1,19).  Estos judíos, dice luego el texto, eran fariseos, es decir aquellos judíos con autoridad dentro de la religión del templo que velaban por el cumplimiento de cuanto prescribe la Ley (escrita) de Moisés y de todas sus tradiciones orales.

 

Como ya comprendimos el domingo pasado, por medio del relato de Marcos-Mg, quién era y a qué se dedicaba este Juan el bautizador-perdonador de pecados, nos reafirmamos ahora, en la lectura del cuarto Evangelio, en aceptar que ésta era la identidad y la misión de aquel hombre. Juan fue sólo una voz, una Voz, una VOZ, UNA VOZ -alta y clara- de Jesús de Nazaret.

 

Igual que este Juan Bautista levantó sospechas de blasfemia en la Autoridad de la Religión judía, también Jesús de Nazaret fue acusado y condenado por blasfemo. Carmelo Bueno Heras.

 

CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos.

Domingo 3º: 13.12.2020. Después de comentar los cuatro Evangelios y Hechos ¡completos!...

 

Comparto CONTIGO, Leyente, una curiosa cuestión de las lenguas de la Biblia y de su sintaxis:

 

LA CUESTION DE LOS DOS PUNTOS

Noviembre-diciembre, tiempo de adviento y navidad, según las tradiciones eclesiales. Es tiempo de preparaciones, esperanzas, utopías..., al menos, esto es lo que se dice en la literatura espiritual. Isaías, Juan Bautista, María, Jesús..., vienen a ser las personas que acaparan la atención con sus mensajes y testimonios de vida. Marcos, el evangelista, nos invita a leer su texto ¿del adviento?... "Como estaba escrito en el profeta Isaías,..., una voz grita desde el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos."

 

Mira, lector, ya sé que es un mensaje bien sabido. Te invito a que consultes, con detenimiento, el texto de Isaías al que se refiere Marcos. Se deberá buscar Isaías 40,3: Al leer el texto del profeta se aprecia que Marcos ha copiado, por lo que sea, el texto con un error: Ha colocado dos puntos (:) en lugar bien distinto y ha cambiado significativamente el mensaje. Veamos.

 

Isaías dice: "...una voz grita: En el desierto preparad un camino...". Marcos dice: "...una voz grita en el desierto: Preparad un camino...". Tanto un mensaje como otro suenan "muy raros". ¿Para qué abrir un camino en el desierto? ¿No es el desierto un lugar solitario, sin personas, ni ciudades, ni pueblos, ni posibilidad de vida? Estas preguntas son para que las responda Isaías. Lo de Marcos es igualmente sorprendente: ¿Cómo es que una voz da gritos en el desierto? ¿Quién la puede escuchar? ¿No es el desierto un lugar sin vida, sin oyentes, sin habitantes?

 

El texto de Isaías lo oyeron y leyeron aquellos que regresaban del destierro de Babilonia allá por los años 540 a. C. Al llegar a la tierra de Judea más que encontrarse con un país rico y organizado, se encontraron con una tierra devastada, desolada, saqueada, ocupada por los conquistadores. Se encontraron un desierto. Y el profeta les anuncia: A trabajar, a edificar, a luchar, a esforzarse..., porque dentro de nada este "desierto" volverá a ser una tierra nueva, con futuro, con vida.

 

El texto de Marcos lo oyeron y leyeron los seguidores de Jesús de la década de los 60 del siglo I. Y en verdad, reconocen que las palabras del profeta Jesús han sido dichas poco menos que en un desierto. Frente a tantos que las oyeron son tan pocos los que se han decidido a seguirlas... Pero esas palabras y la propia persona de Jesús son la nueva vida, tal vez, la única vida con sentido para aquellas gentes "amarradas" a la vieja Ley de Moisés y del Templo de Jerusalén. Ley y Templo que se habían quedado "secos" como "seco" está el desierto.

 

Y en el adviento de nuestros días, ¿no gana terreno el desierto de la increencia, de la indiferencia, de la insolidaridad, de la enemistad? ¿No gana terreno la muerte a la vida, la injusticia a la misericordia, los nacionalismos radicales a la fraternidad universal, el acaparar al compartir, el triunfar al servir...? Quien tenga oídos, que oiga en el adviento de 1991 la voz de Dios  en la voz del profeta o del evangelista, que tanto importa el uno como el otro.

Carmelo Bueno Heras .Educar hoy 30 (noviembre-diciembre 1991).

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