Paciente Leyente
Entrañable
Estamos ya en plenos días de
la Navidad. Y estamos también con la tensión a flor de piel por quedar
contagiados de la pandemia. Tratamos de hacerlo bien. Y aun así, nos ronda la
preocupación constante. Muchos de los nuestros lo viven como un sinvivir. El miedo
es libre, añaden otros. O no, añaden algunos allegados, porque el miedo nos lo
han metido entre pecho y espalda. ¡Qué pandemia de virus o de lo que sea que
conlleva este virus!
Al escribir lo que acabas de
leer me viene a la presencia un librito de tipo autobiográfico que me pusieron
entre manos en el pasado mes de octubre y que se llama 'Unorthodox':
Mi verdadera historia. Y en plan publicitario se añade en la portada una
pegatina circular en la que se lee: 'NETFLIX. Una serie original de NETFLIX'
(siete letras con solo dos vocales). Editado por Lumen.
Deborah Feldman, su autora,
nace, crece y vive en una comunidad judía ultraortodoxa. Página a página me iba
convenciendo de que en esta secta se llega a vivir la experiencia misma de la
pandemia.
Recomiendo su lectura por una
sola razón. Leyendo estas confesiones en pleno siglo XXI se acaban por
comprender muchos de los contextos en los que vivió nuestro Jesús de Nazaret
según vamos leyendo en cada uno de los cuatro Evangelios de nuestras Biblias.
En muchas de las expresiones de nuestros Evangelios estos contextos de la
llamada Ley de Moisés, del Templo y del Sacerdocio se identifican con la
voluntad y el querer del mismo y propio Dios que se ha elegido a su propio y
mismo pueblo.
Al leer el relato que se nos
propone por parte de la Liturgia Vaticana para el día de la celebración de la
Familia no puedo olvidar esta recomendación que acabo de hacer y que no es otra
que contemplar la narración de los acontecimientos que se suceden en la vida
cotidiana de una comunidad judía ultraortodoxa.
De la mano del Evangelista
Lucas nos llegamos a enterar de la práctica de las leyes de la pureza-impureza.
Se intuye que nuestro Jesús de Nazaret fue consciente de tales prácticas y fue
más consciente si cabe de su opción por erradicar tales prácticas por el
profundo sentido deshumanizador de la persona que conlleva vivir sometidos
a tal Proyecto, Religión o Credo llamado Ley de Dios.
Si se te presenta, Leyente
inteligente, la oportunidad de leer las 390 páginas de esta publicación harás
muy bien en aprovecharla.
A continuación encuentras
el comentarios del relato de Lucas y también la página de mis Cinco
Minutos.
Domingo de la Sagrada Familia B (27.12.2020): Lucas 2,22-40.
La vida nunca debió ser una impureza. Así me lo escribo CONTIGO,
El domingo siguiente al día de Navidad se celebra en la
Iglesia católica del Vaticano el día de la Familia y en esta fiesta se
contempla la familia de María, de José y de Jesús; familia que vivió en el
poblado de Nazaret en la región norteña de Galilea situada en los alrededores
del Lago de Genesaret (por tener la forma de un arpa, kinéret en hebreo), de
Tiberias (por la gran ciudad que se construyó junto al lago en tiempos del
emperador romano Tiberio) o de Galilea (por el nombre de la región). El
Evangelio de Marcos se atreve a llamar ‘mar’ a este ‘lago’.
El nombre de la fiesta es ‘Sagrada Familia’. En las muchas
meditaciones realizadas a lo largo de mis sesenta y siete años me he
imaginado a María, la madre de Jesús, en su pueblo y en la familia que
constituyó con su esposo José. Y en las mejores de estas meditaciones nunca
contemplé que nadie en Nazaret llamara ‘sagrada’ a esta familia. Los datos que
se nos dan en los cuatro relatos evangélicos nos invitan a ‘ver y escuchar’ a
esta familia como una familia de entonces, ni más ni menos. Qué bien nos
lo dejó dicho la mano narradora de Mc en 3,20-35.
En cambio, en este domingo del veintisiete de diciembre y en
el año de la lectura del Evangelio de Marcos, la autoridad de la liturgia nos
insta a proclamar la narración de Lucas 2,22-40. ¿...?
El relato es largo y en él se tocan demasiados temas que será
imposible abordarlos en una página de comentario, como lo es ésta, o en una
homilía de la eucaristía. Sólo con caer en la cuenta cómo traducen las diversas
ediciones de la Biblia el primer versículo de esta lectura ya sería bastante
buena noticia. En el texto que se proclamará en las liturgias se escuchará
esto: “Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de
Moisés...” (Lc 2,22).
Esta traducción no es ni buena ni mala. Es una traducción
intencionada o políticamente correcta. Sesgada, me atrevo a decir. Quien lee el
relato con actitud contemplativa y crítica deberá preguntarse ¿quiénes deben
purificarse? ¿La madre María? ¿La madre y el padre? ¿Todas aquellas personas
que han tocado a la madre en los cuarenta días siguientes al nacimiento del
hijo? ¿Esta purificación afecta también a las cosas que tocan la impureza?
Sin duda y según la Ley de Moisés, deben purificarse quienes
estén contaminados por la impureza de haber vivido la experiencia del
nacimiento. En este acontecimiento ‘tan natural’ como el nacimiento, la primera
persona que queda impura es la madre. ¿María impura? ¿Cómo se le va a llamar
después ‘virgen’ y ‘sin pecado’? ¿El hijo también impuro?... Alguien me dirá
que me hago preguntas sin sentido. Y puede que este alguien tenga razón, pero
la lectura detenida de ‘según la Ley de Moisés’ en Levítico 12,1-12 es clara,
precisa y escandalosamente inhumana. En ella queda claro que nada ni nadie se
queda fuera de la impureza.
Esta cuestión de la impureza es uno de los muchos
asuntos que se abordan en este relato. El último de ellos es la presencia de la
profetisa Ana en el Templo de Jerusalén y en el momento de la purificación de
todo y de todos los que forman parte de ‘la familia de Jesús’. Lucas coloca en
labios de esta mujer la inmensa y nueva noticia de este Jesús de Nazaret que
llega como el liberador de leyes tan inhumanas como ésta de las purificaciones.
Carmelo Bueno Heras.
CINCO MINUTOS
con la Biblia entre las manos.
Domingo 5º: 27.12.2020. Después de comentar
los cuatro Evangelios y Hechos ¡completos!.
.
LOS HIJOS
DE UNA MADRE O LOS HERMANOS DE UN HIJO
El título original era ‘Asuntos
religiosos, no biológicos’. Para centrar el tema es necesario leer el texto
del evangelio de Marcos 3,20-21.31-35. Al verlo escrito, el lector
observará que nos hemos saltado los versículos 22-30. Léanse también. Con este
ejercicio se caerá en la cuenta de que la unidad literaria está organizada en
tres secuencias: 1ª: Los familiares consideran que Jesús "ha perdido el
juicio" (vv 20-21). 2ª: Los teólogos de la religión judía, venidos de
Jerusalén, censuran el actuar de Jesús por considerarlo endemoniado (vv 22-30).
3ª: Los verdaderos familiares de Jesús (vv 31-35). Obsérvese que en todo el
relato no aparecen ni una sola vez María y José, los padres de Jesús. El tema,
les decía, no es de biología, sino de asuntos religiosos. Otra observación: la
acción sucede en "la casa". Lo que cuenta anteriormente el
evangelista (Mc 3,13-19) sucede en "el monte". Se trata de la
elección y misión de los Doce, del Nuevo Israel, porque el existente "está
acabado". Este gesto de Jesús es considerado subversivo, herético,
endemoniado y blasfemo por el magisterio oficial de la religión judía. Lo que
cuenta el evangelio a continuación del texto leído sucede en "el
mar". El evangelista pone en boca de Jesús las parábolas del Reino: Dios
es como... Este es el tema central. Obsérvese que esto de Dios lo ha dicho en
3,35.
Lo repito: El tema es religioso y
no biológico: "Cualquiera que cumpla el designio de Dios, ése es hermano
mío y hermana y madre". El padre no aparece en el relato. No porque
José haya muerto, sino porque se refiere al Dios de Jesús, no al dios de la
religiosidad judía. La elección y misión de los Doce, el nuevo Israel, ha
supuesto una alteración cualitativa y significativa en el corazón de la
religiosidad judía. Los encargados (Templo de Jerusalén y sus instituciones) de
mantener la ortodoxia reaccionan y se enfrentan ante este gesto (milagroso y
misterioso) de Jesús. Estos letrados de la Ley desean por todos los medios
disuadir a todos aquellos que intentan adherirse a este gesto de Jesús. Pero,
Jesús "los convocó" (v 23). Los llamó a dialogar y discernir juntos.
El diálogo no es posible. Las posturas están enfrentadas. Cada parte considera
a la otra endemoniada. Y Dios, me pregunto, de parte de quién está? Hagamos
esta pregunta al texto, que sí nos lo responde. Dios está de parte de los
deshumanizados, de los enfermos, de los pequeños, de los que buscan
"salvación" y van allí donde se les ofrece. ¿Dónde van estos
enfermos, pecadores...? Van donde Jesús, con los suyos. "Se reunió una
gran multitud de gente" (v 20). Y esta gente está sentada, en corro, en
situación de igualdad, fraternidad, junto a Jesús: "Paseando la mirada por
los que estaban sentados en corro en torno a él" (v 34). Estas gentes son
la familia de Jesús, la madre y los hermanos y las hermanas. Estos son los que
Dios se ha elegido. Mejor, Dios está en ellos, porque en ellos está su proyecto
y su palabra. Estos son el pueblo de Dios, los que están en el corro, no los
que están en escalones de más arriba y más abajo. La cuestión religiosa, pues,
está aclarada. Marcos 3,20-35 plantea el tema del seguimiento de Jesús y la
organización de este seguimiento. Estamos pues, ante la doble cuestión: Jesús
(cristología) opta por hacer presente el plan de Dios no como lo hace la
religiosidad judía, sino de otra manera y con los abandonados de todo y de
todos. Los seguidores (eclesiología: hijos de una madre o hermanos de un hijo)
en los que Jesús se reconoce son aquellos que se reúnen "en el mismo
corro" de la fraternidad para entender, acoger y cumplir la palabra y
proyecto de Dios. De las cuestiones biológicas, ni una palabra.
Carmelo Bueno Heras, Educar hoy 38
(mayo-junio 1993
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