domingo, 27 de diciembre de 2020

Domingo de la Sagrada Familia B (27.12.2020): Lucas 2,22-40. La vida nunca debió ser una impureza y CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos (LOS HIJOS DE UNA MADRE O LOS HERMANOS DE UN HIJO)

 

Paciente Leyente Entrañable

Estamos ya en plenos días de la Navidad. Y estamos también con la tensión a flor de piel por quedar contagiados de la pandemia. Tratamos de hacerlo bien. Y aun así, nos ronda la preocupación constante. Muchos de los nuestros lo viven como un sinvivir. El miedo es libre, añaden otros. O no, añaden algunos allegados, porque el miedo nos lo han metido entre pecho y espalda. ¡Qué pandemia de virus o de lo que sea que conlleva este virus!

Al escribir lo que acabas de leer me viene a la presencia un librito de tipo autobiográfico que me pusieron entre manos en el pasado mes de octubre y que se llama 'Unorthodox': Mi verdadera historia. Y en plan publicitario se añade en la portada una pegatina circular en la que se lee: 'NETFLIX. Una serie original de NETFLIX' (siete letras con solo dos vocales). Editado por Lumen. 

Deborah Feldman, su autora, nace, crece y vive en una comunidad judía ultraortodoxa. Página a página me iba convenciendo de que en esta secta se llega a vivir la experiencia misma de la pandemia. 

Recomiendo su lectura por una sola razón. Leyendo estas confesiones en pleno siglo XXI se acaban por comprender muchos de los contextos en los que vivió nuestro Jesús de Nazaret según vamos leyendo en cada uno de los cuatro Evangelios de nuestras Biblias. En muchas de las expresiones de nuestros Evangelios estos contextos de la llamada Ley de Moisés, del Templo y del Sacerdocio se identifican con la voluntad y el querer del mismo y propio Dios que se ha elegido a su propio y mismo pueblo.

Al leer el relato que se nos propone por parte de la Liturgia Vaticana para el día de la celebración de la Familia no puedo olvidar esta recomendación que acabo de hacer y que no es otra que contemplar la narración de los acontecimientos que se suceden en la vida cotidiana de una comunidad judía ultraortodoxa. 

De la mano del Evangelista Lucas nos llegamos a enterar de la práctica de las leyes de la pureza-impureza. Se intuye que nuestro Jesús de Nazaret fue consciente de tales prácticas y fue más consciente si cabe de su opción por erradicar tales prácticas por el profundo sentido deshumanizador de la persona que conlleva vivir sometidos a tal Proyecto, Religión o Credo llamado Ley de Dios.

Si se te presenta, Leyente inteligente, la oportunidad de leer las 390 páginas de esta publicación harás muy bien en aprovecharla. 

A continuación encuentras el comentarios del relato de Lucas y también la página de mis Cinco Minutos.

 

Domingo de la Sagrada Familia B (27.12.2020): Lucas 2,22-40.

La vida nunca debió ser una impureza. Así me lo escribo CONTIGO,

 

El domingo siguiente al día de Navidad se celebra en la Iglesia católica del Vaticano  el día de la Familia y en esta fiesta se contempla la familia de María, de José y de Jesús; familia que vivió en el poblado de Nazaret en la región norteña de Galilea situada en los alrededores del Lago de Genesaret (por tener la forma de un arpa, kinéret en hebreo), de Tiberias (por la gran ciudad que se construyó junto al lago en tiempos del emperador romano Tiberio) o de Galilea (por el nombre de la región). El Evangelio de Marcos se atreve a llamar ‘mar’ a este ‘lago’.

 

El nombre de la fiesta es ‘Sagrada Familia’. En las muchas meditaciones realizadas a lo largo de mis sesenta  y siete años me he imaginado a María, la madre de Jesús, en su pueblo y en la familia que constituyó con su esposo José. Y en las mejores de estas meditaciones nunca contemplé que nadie en Nazaret llamara ‘sagrada’ a esta familia. Los datos que se nos dan en los cuatro relatos evangélicos nos invitan a ‘ver y escuchar’ a esta familia como una familia de entonces, ni más ni menos. Qué bien nos lo dejó dicho la mano narradora de Mc en 3,20-35.

 

En cambio, en este domingo del veintisiete de diciembre y en el año de la lectura del Evangelio de Marcos, la autoridad de la liturgia nos insta a proclamar la narración de Lucas 2,22-40. ¿...?

 

El relato es largo y en él se tocan demasiados temas que será imposible abordarlos en una página de comentario, como lo es ésta, o en una homilía de la eucaristía. Sólo con caer en la cuenta cómo traducen las diversas ediciones de la Biblia el primer versículo de esta lectura ya sería bastante buena noticia. En el texto que se proclamará en las liturgias se escuchará esto: “Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés...” (Lc 2,22).

 

Esta traducción no es ni buena ni mala. Es una traducción intencionada o políticamente correcta. Sesgada, me atrevo a decir. Quien lee el relato con actitud contemplativa y crítica deberá preguntarse ¿quiénes deben purificarse? ¿La madre María? ¿La madre y el padre? ¿Todas aquellas personas que han tocado a la madre en los cuarenta días siguientes al nacimiento del hijo? ¿Esta purificación afecta también a las cosas que tocan la impureza?

 

Sin duda y según la Ley de Moisés, deben purificarse quienes estén contaminados por la impureza de haber vivido la  experiencia del nacimiento. En este acontecimiento ‘tan natural’ como el nacimiento, la primera persona que queda impura es la madre. ¿María impura? ¿Cómo se le va a llamar después ‘virgen’ y ‘sin pecado’? ¿El hijo también impuro?... Alguien me dirá que me hago preguntas sin sentido. Y puede que este alguien tenga razón, pero la lectura detenida de ‘según la Ley de Moisés’ en Levítico 12,1-12 es clara, precisa y escandalosamente inhumana. En ella queda claro que nada ni nadie se queda fuera de la impureza.

 

Esta cuestión de la impureza  es uno de los muchos asuntos que se abordan en este relato. El último de ellos es la presencia de la profetisa Ana en el Templo de Jerusalén y en el momento de la purificación de todo y de todos los que forman parte de ‘la familia de Jesús’. Lucas coloca en labios de esta mujer la inmensa y nueva noticia de este Jesús de Nazaret que llega como el liberador de leyes tan inhumanas como ésta de las purificaciones. Carmelo Bueno Heras. 

   

CINCO MINUTOS con la Biblia entre las manos.

Domingo 5º: 27.12.2020. Después de comentar los cuatro Evangelios y Hechos ¡completos!.

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LOS HIJOS DE UNA MADRE O LOS HERMANOS DE UN HIJO

El título original era ‘Asuntos religiosos, no biológicos’. Para centrar el tema es necesario leer el texto del evangelio de Marcos 3,20-21.31-35. Al verlo escrito, el lector observará que nos hemos saltado los versículos 22-30. Léanse también. Con este ejercicio se caerá en la cuenta de que la unidad literaria está organizada en tres secuencias: 1ª: Los familiares consideran que Jesús "ha perdido el juicio" (vv 20-21). 2ª: Los teólogos de la religión judía, venidos de Jerusalén, censuran el actuar de Jesús por considerarlo endemoniado (vv 22-30). 3ª: Los verdaderos familiares de Jesús (vv 31-35). Obsérvese que en todo el relato no aparecen ni una sola vez María y José, los padres de Jesús. El tema, les decía, no es de biología, sino de asuntos religiosos. Otra observación: la acción sucede en "la casa". Lo que cuenta anteriormente el evangelista (Mc 3,13-19) sucede en "el monte". Se trata de la elección y misión de los Doce, del Nuevo Israel, porque el existente "está acabado". Este gesto de Jesús es considerado subversivo, herético, endemoniado y blasfemo por el magisterio oficial de la religión judía. Lo que cuenta el evangelio a continuación del texto leído sucede en "el mar". El evangelista pone en boca de Jesús las parábolas del Reino: Dios es como... Este es el tema central. Obsérvese que esto de Dios lo ha dicho en 3,35.

Lo repito: El tema es religioso y no biológico: "Cualquiera que cumpla el designio de Dios, ése es hermano mío y hermana y madre". El padre no aparece en el relato. No  porque José haya muerto, sino porque se refiere al Dios de Jesús, no al dios de la religiosidad judía. La elección y misión de los Doce, el nuevo Israel, ha supuesto una alteración cualitativa y significativa en el corazón de la religiosidad judía. Los encargados (Templo de Jerusalén y sus instituciones) de mantener la ortodoxia reaccionan y se enfrentan ante este gesto (milagroso y misterioso) de Jesús. Estos letrados de la Ley desean por todos los medios disuadir a todos aquellos que intentan adherirse a este gesto de Jesús. Pero, Jesús "los convocó" (v 23). Los llamó a dialogar y discernir juntos. El diálogo no es posible. Las posturas están enfrentadas. Cada parte considera a la otra endemoniada. Y Dios, me pregunto, de parte de quién está? Hagamos esta pregunta al texto, que sí nos lo responde. Dios está de parte de los deshumanizados, de los enfermos, de los pequeños, de los que buscan "salvación" y van allí donde se les ofrece. ¿Dónde van estos enfermos, pecadores...? Van donde Jesús, con los suyos. "Se reunió una gran multitud de gente" (v 20). Y esta gente está sentada, en corro, en situación de igualdad, fraternidad, junto a Jesús: "Paseando la mirada por los que estaban sentados en corro en torno a él" (v 34). Estas gentes son la familia de Jesús, la madre y los hermanos y las hermanas. Estos son los que Dios se ha elegido. Mejor, Dios está en ellos, porque en ellos está su proyecto y su palabra. Estos son el pueblo de Dios, los que están en el corro, no los que están en escalones de más arriba y más abajo. La cuestión religiosa, pues, está aclarada. Marcos 3,20-35 plantea el tema del seguimiento de Jesús y la organización de este seguimiento. Estamos pues, ante la doble cuestión: Jesús (cristología) opta por hacer presente el plan de Dios no como lo hace la religiosidad judía, sino de otra manera y con los abandonados de todo y de todos. Los seguidores (eclesiología: hijos de una madre o hermanos de un hijo) en los que Jesús se reconoce son aquellos que se reúnen "en el mismo corro" de la fraternidad para entender, acoger y cumplir la palabra y proyecto de Dios. De las cuestiones biológicas, ni una palabra. 

Carmelo Bueno Heras, Educar hoy 38 (mayo-junio 1993

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