Hablo de Juan
Después de 'vuelta y vuelta',
como se hace y dice de la tortilla española, dejo el título de estas
líneas como ya lo acabas de leer: Hablo de Juan. En realidad pude haber
escrito: Hablo de ti y de mí, o de YOSOY...
Quiero decirlo claro desde el
comienzo. Este Juan eres tú, seas quien seas. Mujer, hombre, del norte, del
sur, doctora, lector... También soy yo. También lo es Cristina Fallarás...
??????
¿Por qué? Por dos
razones.
La primera razón es la más
importante y dice así: "Jesús hizo en presencia de sus discípulos
muchos más signos de los que han sido narrados en este libro..." (Evangelio
de Juan 20,30-31); "Jesús hizo muchas otras cosas. Si se
pusieran todas por escrito, pienso que ni en el mundo entero cabrían los
libros" (Evangelio de Juan 21,24-25). Ya has caído en la cuenta de
que así acaban los dos capítulos finales del llamado Cuarto Evangelio o
Evangelio según san Juan. Son dos finales distintos y escritos ambos en torno
al año 100 después de Jesús de Nazaret, años antes o años más tarde. Para
entonces, este hombre de las tierras de Galilea llevaba sepultado unos setenta
años. Y de él se seguía hablando y escribiendo. Y hasta nuestros días, y hasta
ahora mismo, se sigue hablando de él y se sigue escribiendo. Y todo esto
se hace así por responder a una pregunta que tú y yo nos hemos hecho al menos
una vez: ¿Quién es Jesús de Nazaret para mí?
Y tú y yo creo que lo tenemos
clarísimo. Hasta que oímos o leemos algo distinto a lo que tú y yo nos
decimos en la intimidad silenciosa de nuestras neuronas. Y así llevamos no
setenta años, sino más de veinte siglos. ¿Nos atrevemos a imaginar que todas
las personas de la única casa común, que es este mundo, dejáramos escrito qué
fue o sigue siendo el tal Jesús de Nazaret...? Pues eso es lo que hizo la
persona o personas que escribieron este Cuarto Evangelio e invitó a quien lo
deseara que lo hiciera también.
Creo que la primera razón
queda presentada. La segunda razón es muy sencilla y está dedicada a quien
suele participar domingo tras domingo en la liturgia. El próximo domingo 21 de
marzo será el tercer domingo seguido que se nos lee un relato de este Evangelio
de Juan y así va a ir sucediendo durante tiempo. Desde ahora hasta junio, más o
menos.
Para este Cuarto Evangelio,
lo habré dicho mil veces y escrito unas quinientas, ya es tiempo de que desde
el Vaticano o desde donde sea se invite a leerlo durante un año completo, Este
Evangelio nunca tuvo su año eclesial como los otros tres. Quiero creer que
pienso mal cuando me atrevo a afirmar que las autoridades de la liturgia
vaticana temen a este cuarto Evangelio como si se tratara de una encarnación de
Satanás. Que cada quien hilvane sus pensamientos como mejor le parezca, pero
vuelvo a sugerir que nos leamos con cierta frecuencia este Cuarto Evangelio en
el que se le llama a aquel Jesús de Nazaret, pan, agua, luz,,, y sobre todo:
YOSOY, YOSOY, YOSOY... se le mire por delante o se le mire, o se le lea, por
detrás. Pura curiosidad de la lengua de Cervantes. Este Jesús de Nazaret del
Evangelista Juan escandaliza por ser hereje y blasfemo con la Religión de
Israel y con cualquier otra Religión.
Dicho queda una vez más.
Hablo de Juan; del Juan que eres tú y tú, y tú... y yo.
A continuación están los
comentarios evangélicos que te comparto para este domingo de marzo.
Domingo 5º de Cuaresma Ciclo B (21.03.2021): Juan 12,20-33.
¡Es la hora del grano sembrado! Lo leo y escribo CONTIGO,
Paso a paso nos hemos recorrido ya casi toda la Cuaresma
católica. Nos queda el último recodo del camino. Una semana. Y el acompañante
de esta marcha final sigue siendo el Evangelista Juan. Las autoridades de la
liturgia le han seleccionado el relato de Jn 12,20-33.
Curiosamente este relato que leemos ahora acontece después de
que Jesús de Nazaret haya entrado en Jerusalén aclamado como se aclama en las
eucaristías cuando se canta el ‘SANTO, Santo, Santo... Hosanna’. Así y aquí
cuenta este Evangelista la entrada en Jerusalén de Jesús como ‘el Rey de
Israel’ (Juan 12,12-19). ¿A nuestra liturgia le parece mejor hacerlo al revés?
“Había algunos griegos que subían también a celebrar la
fiesta” (12,20). Así comienza la escucha del relato en la celebración del
domingo. ¿Quiénes eran estos tales griegos? ¿Judíos creyentes que habitualmente
vivían en tierras griegas? ¿Simpatizantes del movimiento de Jesús hacia finales
del siglo primero y a quienes este Evangelista les ha situado en tiempos de
Jesús? Opiniones y sugerencias imposibles de demostrar como hechos históricos.
Eran griegos.
Con estos griegos como oyentes, podemos ahora leer qué les
contó este Jesús del Evangelio de Juan y por si no llegamos a captar el sentido
del mensaje el versículo final nos lo deja patente, clarificado, resumido: “Decía
esto para dar a entender de qué forma iba a morir” (12,33). He presentado
el comienzo y el final del relato evangélico de la misa eucarística. Y me haré
pesado pero lo repetiré una vez más: Si no se lee el capítulo duodécimo
completo de este Evangelio, lo que se nos lee sobre la hora y el grano sembrado
aparecerá descontextualizado.
En estas dos palabras o imágenes de la ‘hora’ y del ‘grano’
nos concentra o sintetiza este Evangelio la vida y muerte de Jesús. Ambas las
ha colocado el narrador como un matrimonio unido que me atrevo a escribir así: Ha
llegado la hora del grano sembrado (12,23-24).
Y si se me permite alargarme un poco diré también que esta
‘hora’ es la misma que el evangelista nos dejó escrita en el comienzo del
capítulo segundo de su relato (2,4) cuando éste su Jesús dice aquellas
expresiones tan tajantes en la boda de Caná: “Mujer, no intervengas en mi
vida, mi hora aún no ha llegado”. Seguramente que aquí en Caná no
había llegado aún la ‘hora’, pero de lo que no cabe duda es que aquí y ahora
este Jesús de Juan comenzó a ‘estar presente’, vivir, hacer y decir, hablar y
actuar... Es decir, aquí y ahora comenzó a sembrarse.
Después de Caná llegó Jerusalén y su denuncia sobre el Templo
(Jn 2). Y luego llegó el encuentro con la samaritana en el pozo (Jn 4). Y luego
llegó la jornada de trabajo durante todo un sábado (Jn 5). Y luego aquella
fiesta de Pascua celebrada lejos de la familia al aire libre y en pleno día (Jn
6). Y luego aquella curación del enceguecido por la Ley (Jn 9) que descubrió en
la persona de Jesús al único ‘YOSOY’ de carne y hueso que le puso ante sus ojos
la luz de la única Ley, de la única Religión humana: se sabrá que sois como yo
si os amáis unos a otros (Jn 13,35).
Este Jesús de Nazaret del Evangelio de Juan es un grano
sembrado, como tú y como yo, en la tierra que pisamos. Un grano o una voz.
Verdad o blasfemia. Puedo creerlo o rechazarlo. CBH
CINCO
MINUTOS con la Biblia
Domingo
17º: 21.03.2021. Después de comentar los cuatro Evangelios y Hechos
¡completos!...
¿LE HABRÁN CORTADO LAS ALAS AL
ESPÍRITU?
Se le advierte al lector que, para entender esta
reflexión, debe consultar Efesios 1,3-14 y Liturgia de las Horas (sirve también
el Diurnal) donde indique "Himno al Dios salvador" de Ef 1, 3-10.
Este texto de Efesios 1,3-14, fíjese bien en el número de los versillos, viene
a ser un hermoso credo cristiano. No es el credo que se suele mandar aprender a
las personas cuando es la edad de aprenderse las oraciones (debe de ser porque
el credo que se aprende es más sencillo en la formulación -?-).
Ahora que estamos de reformas podemos aprovechar para hacer
un par de ellas que aquí quiero sugerir, por si le parece bien al lector. Una
muy urgente en la Liturgia de las Horas y otra para los educadores de la fe en
la etapa de Ed. Primaria.
En la Liturgia de las Horas, siempre que deba
proclamarse el Himno a Dios salvador (Ef 1,3-10) debe añadirse a dicho himno
los versillos que se le han cortado (11-14), porque lo que se dice de Jesús
queda cojitranco y es imperdonable que se haya olvidado (en nuestra liturgia ya
nada causa extrañeza) al Espíritu. Así nos va... Digo que deben añadirse estos
versos, porque a un poema no se le puede mutilar tan "pecadoramente".
Léase bien el texto de Efesios 1,3 y se caerá en la
cuenta de que el orante bendice a Dios que: a) es Padre; b) se nos da a conocer
en Jesús; y c) nos regala el Espíritu.
Puede seguir leyendo y comprenderá todo lo que Dios Padre ha
hecho, creado, trabajado, salvado... Por eso, elevamos un himno a su gloriosa
generosidad (vv 4-6).
Al leer los vv 7-12 se comprenderá la obra de Jesús, el hijo
del Padre, el revelador del Padre, el revelador del hombre, el salvador de la
persona, ensangrentado y matado por los humanos deshumanizados y prepotentes.
Así Jesús nos indica cómo ser como Dios nos quiere. Por eso, elevamos un himno
a su gloriosa generosidad (buena parte de esto se le olvida a la liturgia).
Y, por fin, al leer los vv 13-14 reconocemos la obra del
Espíritu con el que hemos sido "señalados"-identificados. Por esto,
también elevamos un himno a su gloriosa generosidad (de esto no decimos nada en
la expresión litúrgica de este credo). ¿Conclusión?: Puede sacarse una
fotocopia completa del himno e incorporarla a la Liturgia de las Horas, si es
que se usa con frecuencia.
El lector ya ha adivinado la sugerencia para la Ed.
Primaria. Saben muy bien los educadores de la fe en esta etapa que el
objetivo final del área de religión es permitir que el propio alumno llegue a
elaborar su primera síntesis de fe. Es decir, se está pidiendo a los alumnos
que hagan como aquel cristiano de los primeros tiempos: Escribir su
experiencia de seguidor de Jesús y compartirla con los demás. Cuando
vuestros alumnos, al final de la primaria, tengan escrita esta síntesis
invitadles a compararla con la escrita en Efesios 1,3-14. Esta será la manera
de considerar a la Biblia como orientación y norma de nuestra experiencia y
expresión cristianas. Carmelo Bueno Heras, Educar hoy 36 (enero-febrero
1993)
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