Durante el aislamiento social: qué leer y cómo
leer (I)
2021-03-26
Durante el aislamiento social forzado para el bien de cada
persona y de los otros ante el ataque del coronavirus, se nos pide recogernos
en nuestras casas o habitaciones.
La
convivencia física con los próximos nos hace conocer las diferencias, el modo
de ser de cada uno, de pensar y de leer el mundo. No es fácil. La primera cosa
que descubrimos es aquello que, con fina percepción, formuló Caetano Velloso:
“de cerca nadie es normal”, frase que recorrió el mundo. De hecho, la
normalidad va siempre junto con cierta anormalidad.
Nos
damos cuenta de la luz y de la sombra, de lo sim-bólico (que une) y de lo
dia-bólico (que separa) que habitan en cada uno de nosotros. No como defecto de
nuestra creación, sino como nuestra condición humana real. Esta polaridad está
en todo: en el universo (caos y cosmos), en la vida (salud y
enfermedad), en la naturaleza (nacimiento y muerte), en la sociedad
(individualismo y solidaridad). El desafío es cómo articular estas polaridades
de forma que la dimensión de luz y de lo normal no permita la dominación de la
sombra y de lo anormal, lo que nos quitaría la felicidad y la convivencia
pacífica.
Hay
muchas maneras de ocuparnos durante este tiempo, para todos bien penoso. Una de
ellas es la lectura de libros espirituales o religiosos que pueden abrirnos
nuevos sentidos especialmente ante las inquietudes e interrogaciones que la
irrupción de la Covid-19 ha traído a cada persona y a la humanidad. Es un
contraataque de la naturaleza a toda la humanidad: ¿Qué señal es ésta y que nos
quiere decir?
Fuentes
espirituales o religiosas escritas hace miles de años, pueden quizás darnos
alguna luz, no sólo para la dramática coyuntura actual, sino también para la
propia vida. Sugiero aquí empezar a leer la Biblia judeocristiana, el Primer
Testamento (Antiguo Testamento) y el Segundo (Nuevo Testamento), textos
escritos a lo largo de 3-4 mil años. En ellos se encuentra de todo; por eso,
conforme a la situación existencial en la cual se vive, se escogen las partes
más adecuadas.
Es
bueno recordar que cada uno lee los textos con los ojos que tiene, de ahí que
leer es siempre interpretar. Interpretamos a partir del punto de vista
personal, pues cada punto de vista es la vista desde un punto. Además la cabeza
piensa desde donde pisan los pies... Si mis pies pisan una favela y yo leo a
partir del punto de vista de la favela, selecciono los textos que más se
refieren a esta situación. Esto no significa negar los otros textos, sino dar
vida a los textos a partir de los con-textos en que vivimos y con pre-texto de
tal y tal situación. También puede leerse a partir de quien vive en el centro
de la ciudad con todos los servicios funcionando y dándole seguridad en la
vida. Este «lugar social» permite otro tipo de lectura.
Ahí
los viejos textos del pasado nos revelan novedades. De modo general, podemos
decir que hay tantas lecturas como lugares sociales. Los campesinos expulsados
de sus tierras leerán los textos bíblicos de manera diferente y hasta opuesta a
la del latifundista que los expulsó. Así podríamos multiplicar los ejemplos.
Conclusión:
no debemos cerrarnos en nuestra propia lectura, lo que sería exclusivismo y
hasta fundamentalismo, sino abrirnos a otras lecturas que relativizan y
enriquecen la nuestra.
Nunca
se debe poner el libro delante de los ojos, escondiendo la realidad desnuda y
cruda. Esa es la equivocación de los fundamentalistas que sólo ven el libro y
sus frases tomadas en sí mismas.
No
fue escrito para eso. Fue escrito para iluminar la realidad. Es inspirado
porque nos inspira a comprender más y a vivir mejor. Por eso debe ser puesto
detrás de la cabeza, para iluminar la realidad con todas sus contradicciones.
El
primer libro que Dios nos dio es el libro de la creación. En él está toda la
sabiduría que nos hace falta para vivir bien. Lamentablemente hemos perdido la
capacidad de leer bien este libro. Vemos la creación no como un valor en sí
misma, sino utilitariamente, como un baúl de recursos para ser explotados a
nuestro gusto, sin preocuparnos de las demás personas ni de los daños que les
hacemos, y sin darle tiempo para regenerarse.
Entonces
se nos dio otro libro, la Biblia, que nos ofrece las claves de lectura para el
primer libro, el de la creación.
Éste
es el sentido profundo de la lectura de la Biblia: entender mejor el mundo,
nuestra vida personal, el sentido de nuestras tribulaciones, la necesidad de la
esperanza y, sobre todo, la vivencia concreta del amor, de la solidaridad, del
cuidado y de la compasión.
No
quiere ser ni puede ser un libro de ciencia. Es un libro de sabiduría de vida
que responde a las búsquedas humanas.
Cada
uno escoge los libros de la Biblia que le parecen mejor. Yo recomiendo del
Primer Testamento todos los libros sapienciales: Job, los Salmos, especialmente
el 23 y el 103; Proverbios, Eclesiastés, Eclesiástico, Cantar de los Cantares,
libro de alto erotismo, que nunca habla de Dios, ni lo necesita, pues Dios es
amor; Lamentaciones.
Del
Segundo Testamento aconsejo empezar por los Hechos de los Apóstoles, verdadera
saga que narra cómo san Pablo y compañeros anduvieron más de mil kilómetros por
el imperio romano para anunciar los valores predicados y vividos por Jesús (el
amor incondicional, la apertura a Dios como el Dios bueno y misericordioso, el
cuidado hacia los pobres y los que sufren, la capacidad de perdón y la certeza
de nuestra resurrección, que es más que sólo la inmortalidad del alma).
Después, la Primera Carta a los Corintios, en la cual se ven los grandes
valores éticos a ser asumidos. De los evangelios, empezar por el de san Marcos,
el más conciso y más cercano al Jesús histórico; el evangelio de san Lucas, en
el cual Jesús muestra su inmensa compasión con los que sufren y con los pobres,
y amonesta a los poderosos y ricos; el evangelio de san Juan, lleno de
espiritualidad; la Epístola de Santiago en la que se predica una moral bien
concreta y actual.
En
portugués, aconsejo la Biblia de la editorial Vozes, de Petrópolis RJ,
Brasil, por sus excelentes introducciones y comentarios (vendas@vozes.com.br).
Déjense
tomar por las palabras bíblicas que, junto con otros libros sagrados de otros
caminos espirituales, propician para nosotros un encuentro con la Palabra que
nos ilumina el camino en las noches sombrías de la vida, tales como las de los tiempos
actuales.
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