Una semana curiosa
Una semana más o una semana
menos. Dependerá de dónde se ponga el cuándo. Cuestión de espacio y tiempo.
Para no enredar a las neuronas, lo voy a dejar en una semana nueva
o curiosa. Seguramente que todas las semanas son nuevas. ¿Y no se agotan
jamás las semanas? Así es el asunto del tiempo... Hablo así para no meterme en
otros enredos de tono mayor porque llegamos al domingo en el que es necesario
buscar un ramo, hacerse un ramo, cortar un ramo, colgar un ramo...
Esta tradición de los ramos
tiene sus orígenes, me digo o así lo creo haber recibido, en el relato del
acontecimiento de la llamada entrada de Jesús de Nazaret en Jerusalén. Este
hecho, si tuvo lugar en su tiempo, nos lo han contado los cuatro Evangelistas,
pero...
Una vez más 'un pero'. Pero
espero que cada leyente tenga el ánimo,
la paciencia y la delicadeza de leérselo en alguno de los cuatro Evangelios. Y
el proceso siempre podría ser empezar por
ver cómo y dónde nos lo cuenta el Evangelista MARCOS. Esta entrada ocupa en
este Evangelista un día hasta su atardecer y todo el día siguiente y algo más.
Después de estos dos días, este Jesús de
Marcos se queda en el Templo (Marcos 11,1-27). Si la mano que redacta este
relato es la de María Magdalena seguro que sabría bien de qué hablaba por haber
estado presente...
Siempre que me detengo en
esta lectura de Marcos me sorprendo de cuanto se dice, pero de manera muy
especial, me sorprende lo que sucede con una higuera que encuentra este Jesús
en el camino desde el Monte de los Olivos hasta el Templo.
Este asunto de la higuera me
vuelve a sorprender cuando leo esta entrada en Jerusalén tal como la encuentro
redactada en Mateo 21,1-23. Nunca me pareció trivial o inútil este giro que la
higuera toma en la mano y en la manera de pensar de Jesús según este narrador
tan del gusto y aplauso de la Iglesia de siempre.
Y mi sorpresa llega a su
éxtasis cuando leo la narración del Evangelista Lucas. El Evangelista tan bien
informado de todo como él mismo nos adelanta desde el comienzo de su Evangelio
(Lucas 1,1-4). Para este Evangelista llamado Lucas el asunto de la higuera ha
desaparecido del hecho de la entrada de Jesús en Jerusalén. Sencillamente no
existe ninguna higuera y nada de cuanto nos anunciaron Marcos y Mateo. Puedo
pensar diez hipótesis. Por ejemplo, a este Lucas no le gustó decir que su Jesús
ignoraba cuándo una higuera tiene o no tiene higos. No conoce los tiempos de
las higueras. Ignora que da dos cosechas de higos (los primeros, llamados
brevas; y los segundos, llamados propiamente higos). Se trata de un buen árbol
de ámbito mediterráneo. Conviene no ignorarlo. Este relato de la entrada de
Jesús en Jerusalén se lee en Lucas 19,28-47.
Y digo una palabra nada más
del relato del cuarto Evangelio. Lo leo en Juan 12. En el capítulo completo. Y
todo leyente del relato deberá preguntarse por qué este cuarto Evangelista
cuenta un relato tan distinto a los tres anteriores. No hay higuera ninguna,
pero aparecen unos personajes nuevos, los griegos. Y con su presencia se cumple
la llegada de 'la hora'.
En esta lectura del relato he
puesto la atención en la higuera. En la que realice el próximo año me detendré
en el asunto de 'el burro o de la borrica'. A este ritmo de lectura y de diálogo con mis neuronas en el tiempo de
'una semana de años' acabaré por encajar todas las piezas de este
curiosísimo puzle de la última visita de Jesús de Nazaret a la capital de
su tierra, nación o país que se llamaba Jerusalén.
Después de estos siete años
nos podremos encontrar los leyentes interesados para compartir las conclusiones.
Imagino que será un encuentro muy contemplativo, porque tendremos poco que
hablar cada uno y mucho que escuchar de todos los demás. Justo lo contrario de
lo que suele hacerse en los ámbitos eclesiásticos.
A continuación se encuentran
los dos comentarios evangélicos para el domingo 28 de marzo.
Domingo de Ramos Ciclo B (28.03.2021): Marcos 14,1 hasta
15,47.
El poder religioso judío decidió acabar con Jesús. Lo escribo CONTIGO,
En este año, el día 28 de marzo será domingo de Ramos y día
de la primera luna llena de la primavera. Por estas razones, en la tradición
católica se celebrará el próximo jueves y primer día del mes de abril la fiesta
llamada ‘Jueves Santo’, ya en plena semana santa (en ¿minúsculas?).
Desde tiempos muy remotos se ha leído en las liturgias
católicas del Domingo de Ramos el Evangelio de la Pasión según nos la dejó
contada el Evangelista Marcos (en los años del Ciclo B), el Evangelio de la
Pasión según nos la dejó contada el Evangelista Lucas (en los años del Ciclo C)
o el Evangelio de la Pasión según nos la dejó escrita el Evangelista Mateo (en
los años del Ciclo A). Y por curiosidad litúrgica añado también que la Pasión
según el Evangelista Juan se nos leerá en todas las celebraciones del Viernes
Santo, sean del año y del Ciclo que sean.
Así, pues, el próximo día 28 de marzo tendremos la
oportunidad de escuchar o de leer el relato de la Pasión según se nos dejó
escrito en el primero de los cuatro Evangelios. Es decir, el texto completo de
los capítulos 14º y 15º de Marcos. Aunque no se haya leído todo lo anterior de
este Evangelio merece la pena dedicarle tiempo a este relato que comienza con
estas palabras: “Faltaban dos días para la Pascua... Los sumos sacerdotes y
los escribas buscaban con engaño cómo apresar a Jesús y matarlo. Y se decían
que durante la fiesta no, para no alborotar al pueblo”.
A continuación, esta mano maestra del relato, nos va a contar
‘su crónica’ de esta muerte anunciada. Y quiero dejar también copiadas aquí las
palabras finales de este relato del desvivimiento de Jesús de Nazaret: “Al
caer la tarde... José de Arimatea... descolgó a Jesús de la cruz, lo envolvió
en una sábana y lo puso en un sepulcro excavado en la roca... María Magdalena y
María la madre de José observaban dónde lo ponía” (Mc 15,42-47).
Según la mano narradora del Evangelio, los DOCE no vieron ni
oyeron nada de cuanto se nos ha contado en este relato desde lo sucedido en el
huerto de Getsemaní: “Todos los días estaba junto a vosotros enseñando en el
Templo, y no me detuvisteis... Todos huyeron y abandonaron a Jesús” (Mc
14,49-50). En cambio, parece ser que en este ‘todos huyeron’ no están aún ni
Pedro ni las mujeres.
Pedro siguió de lejos al apresado Jesús hasta que fue
reconocido por una mujer por ser de ‘los de Jesús’ y se atrevió a negarlo
reiteradamente (Mc 14,66-72). María Magdalena y numerosas mujeres, aunque fuera
a la distancia que se las permitía, acompañaron los pasos de su Jesús de
Nazaret hasta el último recodo del camino fuera ya de la muralla de la ciudad
de Jerusalén.
“Al ver aquello..., dijo el centurión:
verdaderamente este hombre era hijo de Dios... Había también unas mujeres,
mirando desde lejos, entre ellas, María Mgdalena, María la madre de Santiago el
Menor y de José y Salomé, que le habían seguido y servido desde cuando estaba
en Galilea, y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén” (Mc 15,
39-41.). Hasta este preciso momento nada se ha contado en este Evangelio del
seguimiento de las mujeres. Esto me sorprende, pero me confirma que sólo María
Magdalena pudo escribir este relato. Carmelo B H.
CINCO MINUTOS con la Biblia
entre las manos.
Domingo 18º: 28.03.2021. Después de comentar los cuatro
Evangelios y Hechos ¡completos!...
PASEO CON MARCOS
No hace mucho paseaba mis curiosidades por los vericuetos del
llamado Evangelio de Marcos. Me gusta perderme en esta narración que nos
conservaron personas como tú y yo que se atrevieron a escribir del galileo
Jesús que fue juzgado y condenado por su propia religión. Perdido en los
entresijos del relato me atraparon estas escuetas afirmaciones:
“Los soldados llevaron a Jesús dentro del palacio, al
pretorio… Cuando se hubieron burlado de él… le sacaron fuera para crucificarle.
Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene… a que llevara su cruz. Le
conducen al lugar del Gólgota… Le crucifican… Era la hora tercia” (Marcos
15,16-24).
Cuando un texto atrapa a su lector comienza un proceso
interior que no concluye hasta haber encontrado explicaciones de sentido a
cuanto se lee. En nuestros respectivos silencios, texto y lector dialogamos a
nuestro aire. Confesaré que me gusta este tipo de ejercicios llamados, para entendernos,
‘lectura crítica’.
Constato que esta breve narración de Marcos, o en su caso de
la escritora María Magdalena, me está contando ‘el viacrucis de su Jesús de
Nazaret’. Contando o evocando nada más ese tal viacrucis. La sana
curiosidad celosa me lleva a leer sinópticamente esta misma secuencia
existencial de Jesús en Mateo 27,32-33, en Lucas 23,26-32 y en Juan 19,16-18.
En ninguno de estos cuatro relatos constato, con sorpresa que
me suspende el aliento, que nada se dice de las caídas de aquel Jesús a lo
largo de ‘su viacrucis’. La imagen de este nazareno caído en medio del
camino, aplastado por el peso de una inmensa cruz, no existe en ninguno de los
cuatro Evangelios. Concluyo entonces que las supuestas tres caídas de los
viacrucis son tan sólo ‘obra e invención’ de una ‘interesada tradición’.
¿Qué quinto evangelio real o apócrifo (por ser inventado, secreto
o escondido), auricular (transmitido de boca en boca) o digital (manuscrito y
editado) se inventó un viacrucis de estaciones con tres caídas del condenado y
crucificado?
¿Tuvo que ver con esto Elena, madre del romano emperador
Constantino, cuando anduvo por la Jerusalén amurallada señalando sitios donde
aconteció algún hito de la vida de Jesús, un Dios e Hijo de Dios a un tiempo?
Puede ser que sí.
¿Tuvo algo que ver en esta tradición católica la práctica
piadosa de los frailes franciscanos encargados de la custodia de ‘la tierra
santa’ desde los tiempos medievales? Puede que también.
Y no dejo de pensar que fue la Contrarreforma de Trento quien
empapó de sufrimientos a Jesús de Nazaret para proclamarlo Redentor de uno, de
muchos y de todos los pecados de los seres humanos. Me horroriza. No creo que
sólo exista redención por medio del sufrimiento deshumanizado. Para mis
viacrucis, me quedo con la buena noticia del silencio explícito de los cuatro
Evangelios. Carmelo Bueno Heras, Educar hoy 163 (junio de 2018).
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