No se celebra hoy, porque hay una celebración de mayor rango (Domingo de la Santísima Trinidad, solemnidad)
San Agustín, obispo de Canterbury, en Inglaterra, el cual, habiendo sido enviado junto con otros monjes por el papa san Gregorio Magno para predicar la palabra de Dios a los anglos, fue acogido de buen grado por el rey Etelberto de Kent. Imitando la vida apostólica de la primitiva Iglesia, convirtió al mismo rey y a muchos otros a la fe cristiana, y estableció algunas sedes episcopales en esa tierra. Falleció el día veintiséis de mayo.
En Silistra, en Mesia Inferior, san Julio, mártir, que, ya veterano y licenciado de la milicia, en época de persecución de los oficiales fue apresado y entregado al gobernador Máximo, ante el cual despreció a los ídolos y confesó hasta el fin el nombre de Cristo, por lo que le condenaron a muerte.
En la vía Nomentana, en el miliario décimosexto desde la ciudad de Roma, san Restituto, mártir.
En Orange, de la Provenza, san Eutropio, obispo.
En Wurzburgo, de Franconia, en Alemania, san Bruno, obispo, que reconstruyó la iglesia catedral, reformó el clero y explicó al pueblo las Sagradas Escrituras.
En el monasterio de Montsalvy, en Auvernia, de Aquitania, san Gausberto, presbítero y eremita, gracias a cuya labor, aquel lugar, antes invadido por el bosque, se convirtió en un hospicio para la acogida de peregrinos.
En la población de Dryburne, junto a Durham, en Inglaterra, beatos Edmundo Duke, Ricardo Hill, Juan Hogg y Ricardo Holiday, presbíteros y mártires, todos los cuales, después de realizar su formación en el Colegio de los Ingleses de Reims, al regresar a su patria fueron condenados a muerte y ahorcados en tiempo de la reina Isabel I, solo por el hecho de ser sacerdotes.
En Seúl, ciudad de Corea, santas mártires Bárbara Kim, viuda, y Bárbara Yi, virgen de quince años de edad, que, encarceladas a un mismo tiempo por su fe en Cristo, murieron a causa de la peste.
En el lugar de Nakiwubo, en Uganda, san Atanasio Bazzekuketta, mártir, uno de los pajes de la casa real, que, recién bautizado, mientras era conducido al lugar del suplicio con algunos otros compañeros por su fe en Cristo, rogó a los verdugos que le matasen allí mismo, y culminó el martirio abatido a golpes.
En la aldea de Lubawo, también en Uganda, san Gonzaga Gonza, mártir, sirviente del rey, que, mientras era conducido a la hoguera aherrojado con grilletes, fue traspasado con lanzas por los verdugos.
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