Santo Evangelio según San Marcos 9, 2-13. Sábado VI del tiempo ordinario
Por: H. José Romero, L.C. | Fuente: www.somosrc.mx
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Mis amigos y yo teníamos un lugar donde siempre nos juntábamos una vez a la semana. A todos nos gustaba ir, era perfecto para nosotros. Con el paso del tiempo se volvió mi lugar favorito, el lugar donde siempre me sentía feliz de estar. En el Evangelio de hoy, Jesús lleva a tres de sus apóstoles más íntimos, por decirlo así, a la cima de una montaña. Nuestro Señor se transfigura delante de ellos y para san Pedro fue algo único, tanto que llega a exclamar: ¡Qué bien se está aquí! Y desea quedarse. San Pedro encontró su lugar favorito, el lugar donde quería siempre estar.
Pero podemos preguntarnos ¿qué tiene un lugar favorito? En mi caso, mi lugar favorito tenía a mis amigos, las personas que quería, y eran ellos los que convertían esa especie de casa en medio de una plaza en mi lugar favorito. Para san Pedro es prácticamente lo mismo, no es la hermosa vista de la cima o algo parecido, es Jesús mismo. Nuestro Señor se transfigura ante ellos, Cristo se da a conocer y solo esto es lo que convierte la cima de la montaña en su lugar favorito, ahí conocen cada vez más a su Dios, a la persona que aman.
Y esto se debe ser para cada cristiano su lugar favorito, la cima donde Jesús se me transfigura, el lugar donde conozco a mi Dios. Lo importante en sí no es el lugar, sino que estoy con Él, estoy con la persona que amo.
Pero, así como yo tenía que irme a mi casa, los apóstoles tuvieron que bajar. Yo me iba con la gratificación de que iba a regresar dentro de una semana, pero para los apóstoles no fue así, ellos no sabían cuándo iban a regresar a su lugar favorito. Entonces, ¿por qué bajar? La repuesta sigue siendo la misma; Jesús, nuestro Señor, bajó; Jesús bajó con ellos y se quedó con ellos. La diferencia que tengo con los apóstoles es que, lo que hace la cima de la montaña su lugar favorito se queda con ellos, haciendo que cada lugar se pueda convertir en su lugar favorito.
Y así debe ser para cada cristiano. Cada lugar en nuestras vidas se debe convertir en un lugar donde conozco y amo a Jesús. Aunque la cima de la montaña es donde mejor conozco a Dios, puedo bajar con la certeza de que se queda conmigo. En cada iglesia Jesús se me transfigura, pero cuando bajo de la montaña, Él está en cada lugar del mundo, Él continua conmigo. ¡Hagamos del mundo nuestro lugar favorito!, pero siempre regresando a la intimidad con Jesús. Participemos de su transfiguración en cada Eucaristía y gritemos con júbilo: ¡Qué bien se está aquí!
«La transfiguración ayuda a los discípulos, y también a nosotros, a entender que la pasión de Cristo es un misterio de sufrimiento, pero es sobre todo un regalo de amor, de amor infinito por parte de Jesús. El evento de Jesús transfigurándose sobre el monte nos hace entender mejor también su resurrección. Para entender el misterio de la cruz es necesario saber con antelación que el que sufre y que es glorificado no es solamente un hombre, sino el Hijo de Dios, que con su amor fiel hasta la muerte nos ha salvado.»
(Homilía de S.S. Francisco, 25 de febrero de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado... o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Subir a la cima hoy y bajar con Jesús, visitando al Santísimo yendo con la certeza de su presencia.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Por: H. José Romero, L.C. | Fuente: www.somosrc.mx
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ayúdame a estar contigo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 9, 2-13
En aquel tiempo, Jesús se llevó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto, y se transfiguró en su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro le dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". En realidad no sabía lo que decía, porque estaban asustados.
Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: "Éste es mi Hijo amado; escúchenlo". En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre sí que querría decir eso de "resucitar de entre los muertos".
Le preguntaron a Jesús: "¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?". Él les contestó: "Si fuera cierto que Elías tiene que venir primero y tiene que poner todo en orden, entonces ¿cómo es que está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? Por lo demás, yo les aseguro que Elías ha venido ya y lo trataron a su antojo, como estaba escrito de él.
Palabra del Señor.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, ayúdame a estar contigo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 9, 2-13
En aquel tiempo, Jesús se llevó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto, y se transfiguró en su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro le dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". En realidad no sabía lo que decía, porque estaban asustados.
Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: "Éste es mi Hijo amado; escúchenlo". En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre sí que querría decir eso de "resucitar de entre los muertos".
Le preguntaron a Jesús: "¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?". Él les contestó: "Si fuera cierto que Elías tiene que venir primero y tiene que poner todo en orden, entonces ¿cómo es que está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? Por lo demás, yo les aseguro que Elías ha venido ya y lo trataron a su antojo, como estaba escrito de él.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Mis amigos y yo teníamos un lugar donde siempre nos juntábamos una vez a la semana. A todos nos gustaba ir, era perfecto para nosotros. Con el paso del tiempo se volvió mi lugar favorito, el lugar donde siempre me sentía feliz de estar. En el Evangelio de hoy, Jesús lleva a tres de sus apóstoles más íntimos, por decirlo así, a la cima de una montaña. Nuestro Señor se transfigura delante de ellos y para san Pedro fue algo único, tanto que llega a exclamar: ¡Qué bien se está aquí! Y desea quedarse. San Pedro encontró su lugar favorito, el lugar donde quería siempre estar.
Pero podemos preguntarnos ¿qué tiene un lugar favorito? En mi caso, mi lugar favorito tenía a mis amigos, las personas que quería, y eran ellos los que convertían esa especie de casa en medio de una plaza en mi lugar favorito. Para san Pedro es prácticamente lo mismo, no es la hermosa vista de la cima o algo parecido, es Jesús mismo. Nuestro Señor se transfigura ante ellos, Cristo se da a conocer y solo esto es lo que convierte la cima de la montaña en su lugar favorito, ahí conocen cada vez más a su Dios, a la persona que aman.
Y esto se debe ser para cada cristiano su lugar favorito, la cima donde Jesús se me transfigura, el lugar donde conozco a mi Dios. Lo importante en sí no es el lugar, sino que estoy con Él, estoy con la persona que amo.
Pero, así como yo tenía que irme a mi casa, los apóstoles tuvieron que bajar. Yo me iba con la gratificación de que iba a regresar dentro de una semana, pero para los apóstoles no fue así, ellos no sabían cuándo iban a regresar a su lugar favorito. Entonces, ¿por qué bajar? La repuesta sigue siendo la misma; Jesús, nuestro Señor, bajó; Jesús bajó con ellos y se quedó con ellos. La diferencia que tengo con los apóstoles es que, lo que hace la cima de la montaña su lugar favorito se queda con ellos, haciendo que cada lugar se pueda convertir en su lugar favorito.
Y así debe ser para cada cristiano. Cada lugar en nuestras vidas se debe convertir en un lugar donde conozco y amo a Jesús. Aunque la cima de la montaña es donde mejor conozco a Dios, puedo bajar con la certeza de que se queda conmigo. En cada iglesia Jesús se me transfigura, pero cuando bajo de la montaña, Él está en cada lugar del mundo, Él continua conmigo. ¡Hagamos del mundo nuestro lugar favorito!, pero siempre regresando a la intimidad con Jesús. Participemos de su transfiguración en cada Eucaristía y gritemos con júbilo: ¡Qué bien se está aquí!
«La transfiguración ayuda a los discípulos, y también a nosotros, a entender que la pasión de Cristo es un misterio de sufrimiento, pero es sobre todo un regalo de amor, de amor infinito por parte de Jesús. El evento de Jesús transfigurándose sobre el monte nos hace entender mejor también su resurrección. Para entender el misterio de la cruz es necesario saber con antelación que el que sufre y que es glorificado no es solamente un hombre, sino el Hijo de Dios, que con su amor fiel hasta la muerte nos ha salvado.»
(Homilía de S.S. Francisco, 25 de febrero de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado... o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Subir a la cima hoy y bajar con Jesús, visitando al Santísimo yendo con la certeza de su presencia.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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