domingo, 9 de junio de 2019

Evangelio del día y Reflexión del Papa Francisco 09062019


Evangelio del día: La presencia del Espíritu Santo hace que tu corazón tenga paz
Evangelio del día 🎧 AUDIO. Juan 20,19-23 - Domingo de Pentecostés: Como el Padre me envió, yo los envío. Reciban el Espíritu Santo

Evangelio del día: Juan 20,19-23

Evangelio del día (El Espíritu Santo trae el amor y el perdón): Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!" Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes". Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo, a quienes les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; a quienes se los retengan, les quedarán retenidos". Palabra del Señor

Reflexión del Papa Francisco

El protagonista del perdón de los pecados es el Espíritu Santo. Él es el protagonista... Jesús resucitado hizo el gesto de soplar sobre ellos, diciendo:
"Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan".
Jesús, transfigurado en su cuerpo, ahora es el hombre nuevo, que ofrece los dones de Pascua fruto de su muerte y resurrección: ¿y cuáles son estos dones? La paz, la alegría, el perdón de los pecados, la misión, pero sobre todo dona al Espíritu Santo que todo esto es la fuente. Del Espíritu Santo vienen todos estos dones.
El aliento de Jesús, acompañado de las palabras con las que comunica el Espíritu, indica la transmisión de la vida, la nueva vida regenerada por el perdón.
Pero antes de hacer el gesto de soplar y donar el Espíritu, Jesús muestra sus heridas en sus manos y el costado: estas heridas representan el precio de nuestra salvación.
El Espíritu Santo nos trae el perdón de Dios "pasando por "las llagas de Jesús.
Jesús da a los Apóstoles el poder de perdonar los pecados. ¿Pero cómo es esto? Porque es un poco difícil entender como un hombre puede perdonar los pecados.
Jesús da el poder. La Iglesia es depositaria del poder de las llaves: para abrir, cerrar, para perdonar.
Dios perdona a cada hombre en su misericordia soberana, pero Él mismo quiso que los que pertenezcan a Cristo y a su Iglesia, reciban el perdón a través de los ministros de la Comunidad.
A través del ministerio apostólico la misericordia de Dios me alcanza, mis pecados son perdonados y se me da la alegría. (Catequesis, Plaza de San Pedro, 20 de noviembre de 2013)

El Espíritu Santo y la paz

Jesús también da la paz. La paz de Jesús es una Persona, es el Espíritu Santo. Su saludo inicial es: "La paz esté con ustedes. Reciban al Espíritu Santo". Ésta es la paz de Jesús: es una Persona, es un regalo grande.
Y cuando el Espíritu Santo está en nuestro corazón, nadie puede arrebatarnos la paz,nadie. Es una paz definitiva ¿Cuál es nuestro trabajo?
Custodiar esta paz, custodiarla. Es una paz grande, una paz que no es mía, es de otra Persona que me la regala, de otra Persona que está dentro de mi corazón y que me acompaña toda la vida. Me la dio el Señor"
Esta paz se debe recibir como un niño recibe un regalo, sin condiciones con el corazón abierto. Esta paz es la presencia del Espíritu Santo, gran regalo de Dios, y quien debemos recurrir en toda circunstancia.
Si ustedes tienen esta paz del Espíritu, si tienen al Espíritu dentro de ustedes y tienen conciencia de esto, que no se turbe el corazón de ustedes. Estén seguros.
Pablo nos decía que para entrar en el Reino de los Cielos es necesario pasar por tantas tribulaciones. Pero todos, todos nosotros, tenemos tantas, todos. Más pequeñas... más grandes... Pero que no se turbe el corazón de ustedes: y ésa es la paz de Jesús.
La presencia del Espíritu Santo hace que nuestro corazón esté en paz. No anestesiado, no. Consciente, en paz: con esa paz que sólo da la presencia de Dios. (Homilía en Santa Marta, 20 de mayo de 2014)

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