En Pydna, en Macedonia, san Alejandro, mártir.
En Milán, san Lázaro, obispo.
En Chartres, en la Galia, san Leobino (o Lubin), obispo.
En Quedlinburg, en Sajonia, santa Matilde, esposa fidelísima del rey Enrique I, la cual, conspicua por la humildad y la paciencia, se dedicó a aliviar a los pobres y a fundar hospitales y monasterios.
En la región de Fulda, en Alemania, santa Paulina, religiosa.
En Lieja, en la Lorena, beata Eva del Monte Cornelio, recluida junto al cenobio de San Martín, que con santa Juliana, priora del mismo cenobio, trabajó mucho para que el papa Urbano IV instituyese la fiesta del Cuerpo de Cristo.
En Palermo, en la región de Sicilia, en Italia, beato Jacobo Cusmano, presbítero, que fundó la Congregación de Siervos y Siervas de los Pobres, y se destacó por su caridad hacia los necesitados y enfermos.
En Nápoles, Italia, beata María Josefina de Jesús Crucificado (Josefina) Catanea, virgen de la Orden de las Carmelitas Descalzas.
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