lunes, 9 de marzo de 2020

Santos del día 9 de marzo

Santos del día 9 de marzo
Septimo Idus martii
   Santa Francisca Romana, viuda y fundadora (3 coms.) - Memoria litúrgica   
Santa Francisca, religiosa, que, casada aún adolescente, vivió cuarenta años en matrimonio y fue excelente esposa y madre de familia, admirable por su piedad, humildad y paciencia. En tiempos calamitosos distribuyó sus bienes entre los pobres, asistió a los atribulados y, al quedar viuda, se retiró a vivir entre las oblatas que ella había reunido bajo la Regla de san Benito, en Roma.
En Sebaste, en la antigua Armenia, pasión de los cuarenta santos soldados de Capadocia, que en tiempo del emperador Licinio se mostraron compañeros, no por razón de sangre sino por la fe común y la obediencia a la voluntad del Padre celestial. Tras cárceles y crueles tormentos, como el de tener que pernoctar desnudos al aire libre sobre un estanque helado en el más frío invierno, consumaron el martirio con el quebrantamiento de sus piernas.
En Barcelona, en la Hispania Tarraconense, san Paciano, obispo, que, al exponer su fe, proclamaba que «cristiano» era su nombre y «católico» su apellido.
En el lugar de Rapolla, en Lucania, san Vital de Castronovo, monje.
En Moravia oriental, san Bruno, obispo de Querfurt y mártir, el cual, acompañando a Italia al emperador Otón III, movido por la autoridad de san Romualdo abrazó la disciplina monástica y recibió el nombre de Bonifacio. Vuelto a Moravia y nombrado obispo por el papa Juan X, durante una expedición apostólica fue despedazado, junto con dieciocho compañeros, por unos idólatras.
En Bolonia, en la Emilia, santa Catalina, virgen de la Orden de las Clarisas, quien, notable por sus dotes naturales, fue aún más ilustre por sus virtudes místicas, así como por la vida de penitencia y humildad, y se convirtió en guía de vírgenes consagradas.
En Mondonio, en el Piamonte, santo Domingo Savio, que, dulce y jovial desde la infancia, todavía adolescente consumó con paso resuelto el camino de la perfección cristiana.
En la aldea de Nei-Ko-Ri, en Corea, santos Pedro Ch'oe Hyong y Juan Bautista Chon Chang-un, mártires, los cuales, siendo padres de familia, se distinguieron por administrar el bautismo y publicar escritos cristianos, razón por la cual fueron entregados al suplicio, en el transcurso del cual se mantuvieron tan constantes en la fe que suscitaron la admiración de sus mismos perseguidores.

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