San Faustino Míguez González, presbítero y fundador
fecha: 8 de marzo
n.: 1831 - †: 1925 - país: España
canonización: B: Juan Pablo II 25 oct 1998 - C: Francisco 15 oct 2017
hagiografía: Instituto Calasancio «Hijas de la Divina Pastora»
n.: 1831 - †: 1925 - país: España
canonización: B: Juan Pablo II 25 oct 1998 - C: Francisco 15 oct 2017
hagiografía: Instituto Calasancio «Hijas de la Divina Pastora»
Elogio: En la ciudad de Getafe, cerca de Madrid,
en España, san Faustino Míguez González (Faustino de la Encarnación), religioso
de la Orden de Clérigos Regulares de la Madre de Dios de las Escuelas Pías,
que, ordenado sacerdote, se entregó por entero a la tarea docente y consiguió
gran prestigio como maestro y perito en ciencias naturales. Fue diligente en su
actividad pastoral y fundó el Instituto Calasancio de Hijas de la Divina
Pastora, para la educación integral de la mujer.
Faustino Míguez nace en el año 1831 en
Xamirás, una de las trece aldeas pertenecientes a Acebedo del Río, provincia de
Ourense, España. Crece en un ambiente familiar enmarcado por una gran fe en
Dios, la oración, la devoción a María, la solidaridad con los más necesitados y
el trabajo. En su juventud y sintiéndose llamado al sacerdocio, estudia en el
Santuario de Nuestra Señora de los Milagros, en la provincia de Ourense. Allí
su vida fue regada con un aguaviva, regalo de Dios, que hizo brotar en su
interior valores humano-religiosos y profundas convicciones. Todo ello le
modela para acoger la llamada de Dios a entregar su vida.
Conoce allí a un sacerdote escolapio,
familiar de uno de los compañeros a los que ayuda en el estudio. Este encuentro
supone para Manuel (su nombre de pila) descubrir una nueva dimensión de la
elección divina: ser sacerdote y además maestro-educador para identificarse así
con Jesús que ama, enseña y acoge a los niños. Y todo según el espíritu de José
de Calasanz. La respuesta de Manuel es «Sí, Señor».
Ingresa al Noviciado de las Escuelas Pías
de Madrid en diciembre de 1850. Es entonces cuando cambia su nombre de Manuel
por el de Faustino de la Encarnación. Hizo su Profesión de Votos Solemnes el
día 16 de enero de 1853 y fue ordenado sacerdote el día 8 de marzo de 1856, en
la parroquia de San Marcos de Madrid. En 1857 es enviado a la nueva fundación
escolapia de Guanabacoa, en Cuba, donde permanece durante casi tres años y allí
manifiesta sus dotes de educador y sus inclinaciones a la botánica y al estudio
de las propiedades terapéuticas de las plantas.
En 1860 regresa de nuevo a la Península y
es destinado a los colegios de San Fernando, Getafe y Celanova. En 1869 llega a
Sanlúcar de Barrameda y permanece allí hasta 1873. Sale para desempeñar el
cargo de bibliotecario en el Real Monasterio de El Escorial y durante su
estancia tiene la posibilidad de seguir investigando sobre las plantas y sus
propiedades curativas. Posteriormente es enviado a Monforte de Lemos donde
desempeñó el servicio de Rector. En 1879 regresa a Sanlúcar de Barrameda; aquí
descubre la situación de abandono en que estaban las niñas, e impulsado por el
Espíritu da respuesta e inicia una nueva obra: La Congregación de Hijas de la
Divina Pastora dedicada a la educación integral de la infancia y juventud. En
el año 1888 es enviado a Getafe, lugar en el que muere el 8 de marzo de 1925.
Faustino Míguez como escolapio, nos dice
él mismo, que se siente «consagrado a la educación». Acercarnos a él como
educador es acercarnos a alguien enamorado y amante de la educación. Así se
percibe en todos sus escritos de carácter pedagógico. Se nos muestra totalmente
convencido de la importancia de la educación para que la persona llegue a ser
feliz y como medio para renovar la sociedad. Escribe en el discurso pedagógico
de Celanova: «renovar la sociedad desde su misma base y hacer la felicidad
humana, mediante una educación sincera...» Es un educador fiel a su fundador,
José de Calasanz. Su tarea educativa está marcada por el lema calasancio PIEDAD
y LETRAS. Luchó siempre por un mundo donde los pequeños fueran los más
queridos.
Como educador hay que destacar su entrega
diaria, su trato amable, humano y delicado con los alumnos -lo constatan así
los propios alumnos en los testimonios que de ellos tenemos, y las personas que
le conocieron- el carácter experimental y práctico que da a las asignaturas que
imparte; su capacidad de animar y alentar hacia el bien, y su preocupación por
los alumnos más atrasados. Son interesantes sus aportaciones a la didáctica de
las Ciencias, con los libros que escribió: Nociones de Historia Natural,
Nociones de Física Terrestre y Diálogos sobre las Láminas de Historia Natural.
Así se reconoce en el Diccionario de Ciencias de la Educación, en el que
aparece como pedagogo.
Su acción educativa no se redujo al ámbito
de la escuela, sino que saliendo de sí mismo toma contacto con las realidades
vitales del pueblo, vive sus problemas y necesidades, su dolor y enfermedad.
Está atento a los cambios esenciales de la sociedad de su tiempo, al ambiente
familiar, al entorno del niño.
Semblanza que es bueno completar con otros
aspectos -como su tarea científica- que están en la misma página de
donde hemos tomado estos fragmentos; hay allí mismo un interesante museo
fotográfico sobre el santo.
fuente: Instituto Calasancio «Hijas de la Divina Pastora»
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
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