viernes, 24 de abril de 2015

Jesús tiene el poder de dar su vida por nosotros y de recobrarla por su comunión con el Padre 24042015

Jesús tiene el poder de dar su vida por nosotros y de recobrarla por su comunión con el Padre

Santo Cristo de la Grita, Venezuela - RV
24/04/2015 18:23
REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
Ser para los otros, darse a los demás, entregarse, gastar la vida, es lo que hace Jesús por aquellos que el Padre le ha dado. Como hace un padre, una madre, un hermano mayor. La vida hasta morir por amor al otro es el tema de la imagen del “buen pastor”, sobre la que habla Jesús en el Evangelio de Juan. Y no es la ilusión engañosa de la idílica “vida color de rosa”, porque en la parábola aparece el amor probado fuertemente por la dificultad y peligro: el lobo acecha vorazmente a las ovejas
En este marco aparece la diferencia entre el pastor y el empleado o “asalariado”, que algunos traducen directamente “mercenario”, porque lo hace por interés y no por amor. El mercenario hasta mata por dinero.
Pero también podemos hacer la distinción entre un pastor por oficio y el “buen pastor” que es ciertamente Jesús de Nazaret de manera paradigmática y única. Este pastor es “bueno”, no solamente porque el amor lo distingue del empleado o mercenario, sino porque su amor está “conectado”; en comunión estrecha, fiel y obediente con el Amor del Padre. Jesús no cuida a sus ovejas por gusto, placer o realización personal. Jesús da la vida por amor porque –como él mismo lo confiesa en la parábola- “ese es el mandato” que recibió de su Padre, que es el Padre, creador, dueño y Señor de las ovejas. Las ovejas son suyas porque el Padre se las ha encomendado.
Es todo lo contrario de la autoreferencialidad del mercenario.
La prueba de esta comunión y obediencia en el amor con el Padre está en la resurrección: “tengo el poder de dar la vida y retomarla. Nadie me la quita, yo la doy libremente”. Morir por el otro y recobrar la vida en el amor del Padre que lo ama porque Jesús lo ama siendo obediente a su mandato de amor, es una misma cosa, porque el Amor de Dios es invencible. Por eso no se pueden separar en la mente, el corazón y las manos de Jesús; ni en sus pensamientos, palabras y obras.
Es el poder y fuerza de este amor victorioso de su corazón lo que Jesús nos ofrece para liberarnos y guiarnos a la Vida plena. Aceptemos formar parte del rebaño. Dejémonos buscar y encontrar por Jesús. Dejémonos cargar sobre los hombros, para regresar a la unidad y comunión del rebaño en el amor de Dios.

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