San Epafrodito, santo del NT
fecha: 22 de marzo
†: s. I
canonización: bíblico
hagiografía: Abel Della Costa
†: s. I
canonización: bíblico
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: Conmemoración de san Epafrodito, al
que el apóstol san Pablo llama hermano, cooperador y compañero de los combates.
Epafrodito parece haber nacido en Filipos;
en todo caso parece claro, a juzgar por los nombres, que la comunidad cristiana
de Filipos es de origen predominantemente gentil. Nuestro santo había ido al
lugar de cautividad de Pablo a llevarle un donativo de parte de los filipenses;
¿cuál es ese lugar? es objeto de hipótesis, ya que depende de en qué momento y
dónde se sitúa el origen de esta carta. habitualmente se la relacionaba con el
cautiverio romano de Pablo (60-62), sin embargo la hipótesis más aceptada en la
actualidad sitúa al Apóstol escribiendo, cautivo, desde Éfeso, y por lo tanto
relativamente cerca de Filipos, lo que hace más verosímil el viaje de
Epafrodito, y colocaría la escena hacia el año 57, en el contexto del tercer
viaje misional del Apóstol.
Pablo dedica en la carta un largo párrafo
para hablar de su «hermano, colaborador y compañero de armas»; cinco versículos
que contrastan con lo escasísimo que solemos poseer sobre los colaboradores del
Apóstol. En esa visita enviado por la comunidad Epafrodito cayó enfermo de
cuidado, entonces dirá Pablo:
«[...] He juzgado necesario devolveros a Epafrodito, mi hermano, colaborador y compañero de armas, enviado por vosotros con el encargo de servirme en mi necesidad, porque os está añorando a todos vosotros y anda angustiado porque sabe que ha llegado a vosotros la noticia de su enfermedad. Es cierto que estuvo enfermo y a punto de morir. Pero Dios se compadeció de él; y no sólo de él, sino también de mí, para que no tuviese yo tristeza sobre tristeza.
Así pues, me apresuro a enviarle para que viéndole de nuevo os llenéis de alegría y yo quede aliviado en mi tristeza. Recibidle, pues, en el Señor con toda alegría, y tened en estima a los hombres como él, ya que por la obra de Cristo ha estado a punto de morir, arriesgando su vida para supliros en el servicio que no podíais prestarme vosotros mismos.» (Flp 2,25-30)
Aunque no tenemos ningún otro contexto,
puede aceptarse que en el párrafo hay un poco más que un elogio, hay una cierta
velada «defensa» de Epafrodito, frente a no sabemos qué -lamentablemente-
acusaciones, suspicacias de la comunidad o lo que pudiera haber sido. Sabemos,
sí, que la comunidad de Filipos estuvo amenazada por los sabuesos que iban tras
Pablo en cada nueva fundación: los cristianos «judaizantes», que predicaban la
sumisión a la Ley como condición para recibir a Cristo (Flp 3), ¿tiene esto
relación con Epafrodito y su ida de la comunidad? Por supuesto, no tenemos
elementos para afirmarlo con certeza, lo que está claro es que Pablo no se
limita a "devolver" a Epafrodito, sino que lo devuelve con su
personal aval de conformidad.
Hubo, ya a partir del siglo II y como
ocurrió con casi todos los personajes mencionados en el NT, conjeturas de la
tradición sobre qué ocurrió con Epafrodito; conjeturas que luego se
transformaron en certezas, e incluso en afirmaciones incontestables. La más
extendida decía que había llegado a ser obispo de Terracina en el Lacio,
Italia, consagrado por el propio san Pedro, e incluso con ese título figuraba
en la edición antigua del Martirologio Romano. Otros, siguiendo a Teodoreto, lo
indicaban como obispo de la propia Filipos. El Martirologio actual ha optado
-como en muchos otros casos- por la sobriedad histórica de no afirmar como
ciertas las conjeturas innecesarias, y ha reconducido los datos a lo que
teníamos de firme, que no son otras que las menciones del propio san Pablo.
El esquema básico de esta noticia sigue al
Butler, pero no es posible hacerlo en los datos, que han quedado completamente
desactualizados, no sólo por los cambios en el Martirologio, sino por el estado
mismo de los estudios neotestamentarios. Un comentario equilibrado sobre el
origen y situación de la Carta a los Filipenses -y por tanto sobre el
personaje- puede encontrarse en Comentario Bíblico «San Jerónimo», tomo III,
pág 623ss. Tambien puede consultarse el Cuaderno Bíblico
n.33 de Verbo Divino, dedicado a la epístola a los Filipenses.
Abel Della Costa
accedida 2004 veces
ingreso o última modificación relevante: ant 2012
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