Evangelio del día: Si tu fe es débil, el demonio te vencerá
Evangelio del día 🎧 AUDIO. Juan 16,29-33 - VII lunes de
Pascua: Tendrán tribulaciones pero tengan valor, porque yo he vencido al mundo
Evangelio del día: Juan 16,29-33
Evangelio del día (Tener valor porque Jesús
ha vencido al mundo): En aquel tiempo, los discípulos le dijeron
a Jesús: "Ahora sí nos estás hablando claro y no en parábolas. Ahora sí
estamos convencidos de que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte.
Por eso creemos que has venido de Dios." Les contestó Jesús: "¿De
veras creen? Pues miren que viene la hora, más aún, ya llegó, en que se van a
dispersar cada cual por su lado y me dejarán sólo. Sin embargo, no estaré solo,
porque el Padre está conmigo. Les he dicho estas cosas para que tengan paz en
mí. En el mundo tendrán tribulaciones; pero tengan valor, porque yo he vencido
al mundo". Palabra
del Señor
Reflexión del Papa Francisco
Una cosa que nos ayudaría mucho sería preguntarnos: ¿Cómo está
mi fe? ¿Creo o no creo? ¿O creo un poco sí y un poco no? ¿Soy un poco mundano y
un poco creyente?.
Cuando recitamos el Credo, ¿lo hacemos sólo de «palabras»?
¿Somos conscientes de que sin fe no se puede seguir adelante, no se puede
defender la salvación de Jesús?.
Jesús no pregunta al muchacho ciego que curó: «¿Estás contento?
¿Eres feliz? ¿Viste que soy bueno?», sino más bien le dijo: ¿Crees en el Hijo
del hombre? ¿Tienes fe?.
Y es la misma pregunta que dirige a nosotros todos los días. Una
pregunta ineludible porque si nuestra fe es débil, el diablo nos vencerá.
El escudo de la fe no sólo nos defiende, sino también nos da
vida. Y con esto, dice Pablo, podremos apagar todas las flechas llameantes del
maligno.
El demonio, en efecto, no
nos arroja flores sino flechas llameantes, venenosas, para
matar.
La armadura del cristiano está compuesta también por el casco de
la salvación, por la
espada del Espíritu y por la oración. Lo recuerda san Pablo:
"orad en toda ocasión". "Orad, orad". No se puede, en
efecto, llevar adelante una vida cristiana sin la vigilancia.
Por eso la vida cristiana puede considerarse una milicia. Pero
es una lucha bellísima, porque nos da esa alegría de que el Señor ha vencido en
nosotros, con su gratuidad de salvación.
Sin embargo todos somos un poco perezosos y nos dejamos llevar
por las pasiones, por algunas tentaciones.
Pero aunque somos pecadores no debemos desalentarnos, porque el
Señor está con nosotros, quien nos ha dado todo y nos hará vencer también este
pequeño paso de hoy, nuestra batalla cotidiana, con la gracia de la fuerza, de
la valentía, de la oración, de la vigilancia y la alegría (Homilía en Santa
Marta, 30 de octubre de 2014)
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