martes, 29 de enero de 2019

Dios quiere que seamos parte de su familia (Evangelio meditado) 29012019

Dios quiere que seamos parte de su familia
Santo Evangelio según San Marcos 3, 31-35. Martes III del tiempo ordinario


Por: H. Leonardo Garzon, L.C. | Fuente: www.missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Padre, te doy gracias por el don infinito de tu amor, Tú has demostrado ser mi Padre, mi hermano y mi amigo; dame la gracia y el amor suficiente para cumplir tu voluntad y, así, ser cada día más parte de tu familia.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 31-35

En aquel tiempo, llegaron a donde estaba Jesús, su madre y sus parientes; se quedaron fuera y lo mandaron llamar. En torno a él estaba sentada una multitud, cuando le dijeron: “Ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que te buscan”.

Él les respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” Luego, mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: “Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

1. Dios nos acoge en su familia.
Tal vez nos hemos acostumbrado a escuchar que «somos hijos de Dios», o que «Dios debe ser parte de nuestra familia». Expresiones como éstas son muy comunes en nuestro día a día, sin embargo, no siempre somos conscientes de la magnitud e implicaciones contenidas en estas verdades. Dios, en su infinito amor, nos ha hecho parte de su familia divina. Como padre, busca lo mejor para nosotros, lo que más nos conviene; como hermano, siempre está allí para ayudarnos y caminar junto a nosotros; como hijo, sí, también Dios quiere ser nuestro hijo, Él quiere que le prestemos atención y le demos cariño

2. La Voluntad Divina, medio de crecimiento en el amor.
El amor se demuestra en las obras. Qué puede complacer más a un padre que un hijo fiel que sigue sus consejos y hace cuanto se le pide. El amor mueve al hijo a buscar satisfacer los deseos de la persona amada; sus deseos y aspiraciones son también nuestros deseos y aspiraciones. Como familia aprendemos a querer lo que el otro quiere, a disfrutar lo que el otro disfruta. Dios quiere que crezcamos y seamos exitosos, y esto lo hace feliz.

La expresión «la voluntad divina» es sólo otro modo de decir «el plan amoroso de Dios para sus hijos». Dios que nos ama tanto nos muestra el camino hacia la felicidad.

«El único lenguaje que entendían era el del amor. Por lo tanto, supo identificar una forma particular de sociedad en la que no hay lugar para el aislamiento o la soledad, sino que se rige por el principio de colaboración entre las diferentes familias, donde los miembros se reconocen como hermanos en la fe. Así en Nomadelfia, en respuesta a una vocación especial del Señor, se establecen lazos mucho más sólidos que los del parentesco. Se actúa una consanguinidad con Jesús, propia de quien ha renacido del agua y del Espíritu Santo y según las palabras del divino Maestro: "Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre". Este vínculo especial de consanguinidad y de familiaridad, también se manifiesta en las relaciones mutuas entre las personas: todos se llaman por nombre, nunca por apellido, y en las relaciones diarios se usa el familiar "tú".»
(Discurso de S.S. Francisco, 10 de mayo de 2018).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Rezar un misterio del rosario pidiéndole a María que me conceda la gracia de saberme hijo(a) de Dios.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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