domingo, 27 de enero de 2019

Saber unir esfuerzos y hacer comunidad (Evangelio meditado) 26012019

Saber unir esfuerzos y hacer comunidad
Santo Evangelio según San Marcos 3, 20-21. Sábado II del tiempo ordinario


Por: H. José Alberto Rincón Cárdenas, L.C. | Fuente: www.missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, que nunca olvide que no estoy solo en la tarea de anunciar tu Evangelio.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 20-21

En aquel tiempo, Jesús entró en una casa con sus discípulos y acudió tanta gente, que no los dejaban ni comer. Al enterarse sus parientes, fueron a buscarlo, pues decían que se había vuelto loco.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Las ovejas siempre son muchas y pocos quienes las cuidan, las acompañan. Además, frecuentemente la gente, incluso la más cercana, no comprenden la actitud de un apóstol comprometido con su misión, como relata el Evangelio.

¡Cuánto debe conmovernos saber que muchos son los que aún aguardan el anuncio de la Buena Nueva! Mas no debemos engañarnos pensando que son otros los que deben esforzarse por llegar a esos muchos. No. ¡El deber es también mío! ¿Acaso no soy yo Iglesia? No a todos nos llama el Señor a ser sus ministros, pero sí que nos llama a todos a ser sus apóstoles, los amigos que Él quiso escoger para hacer que su Palabra se extendiera de un confín al otro de la tierra.

De dos en dos. Cristo no nos envía en solitario. ¡Qué bien nos hace recordar esto una y otra vez! Hay momentos que sentimos que llevamos el peso sobre nuestros hombros sin que nadie nos auxilie. Otras, un atisbo de orgullo nos hace querer demostrar que podemos cumplir la tarea sin la colaboración de los demás. De dos en dos es como se anuncia el Evangelio, es decir, con el alma abierta al encuentro con el otro. No es necesario llevar alforja ni sandalias. ¡Que no sea un peso muerto todo cuanto no necesitamos! ¿Qué tan pesada es la carga que llevamos? ¿Cuánto peso le hemos añadido nosotros mismos? Jesús nos invita a dejar atrás lo que nos hace sentir a salvo, porque quiere ser Él nuestra única seguridad. Así, podrán venir los lobos, la gente podrá pensar que estamos locos, pero la oveja nada ha de temer al lado del Buen Pastor que la apacienta.

¡Poneos en camino! La fe, la esperanza y la caridad no se viven solamente desde buenos deseos; son las obras las que las llevan adelante. Dios sale a nuestro encuentro cada día, dándonos la oportunidad de creer, confiar y amar. ¿Cómo le respondemos? Sólo siendo coherentes, en el hablar y en el actuar, puede este mundo verdaderamente palpar que está cerca el Reino de Dios.

«Además es necesario saber que si nosotros hacemos obras de misericordia, alguien dirá: “este hombre está loco, esta mujer está loca: en lugar de estar tranquilo, cómodo en su casa, va al hospital, va aquí, va allá. Las obras de misericordia son el camino para encontrar misericordia, en las bienaventuranzas Jesús dice: “Bienaventurados los misericordiosos porque encontrarán misericordia”. Aquel que es capaz de hacer una obra de misericordia, lo hace porque sabe que él ha sido “misericordiado” antes: fue el Señor quien le dio la misericordia a él. Y si nosotros hacemos estas cosas, es porque el Señor tuvo piedad de nosotros: pensemos en nuestros pecados, en nuestros errores y en cómo el Señor nos ha perdonado, nos ha perdonado todo, ha tenido esta misericordia. Por ello, al menos hagamos lo mismo con nuestros hermanos.»
(Homilía de S.S. Francisco, 5 de junio de 2017, en santa Marta).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Compartiré en familia una gracia con la que el Señor me haya iluminado durante esta semana.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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