Estimado leyente, seas
Teófila o Teófilo.
Estamos en el último domingo
del mes de enero. Es el año del Evangelio de Lucas.
Y por fin, podremos acoger el
inicio de este relato.
Alguien puede pensar que
Lucas fue un escritor original, pero no pensará del todo así cuando se lea el
prólogo (escrito en griego y por eso no considerado como canónico por los
judíos más estrictos) del Libro del Eclesiástico.
La segunda parte de este
relato es la síntesis de toda la vida del judío galileo Jesús de Nazaret. Leyó
a Isaías. Interpretó a Isaías. Corrigió a Isaías y comenzaron a condenarlo por
blasfemo. Tan sencillo y tan trágico.
El segundo comentario
pertenece al primer discurso que Mateo pone en labios de su Jesús de Nazaret.
Un trocito, nada más.
Ambos comentarios los tienes
aquí mismo. A continuación. También lo puedes ver en el archivo adjunto.
Así que, según este Lucas del
Ciclo C, lo primero que hizo Jesús en su tarea evangelizadora fue hablar claro
sobre el asunto de Dios. No se fío del Dios Yavé de Moisés y de los profetas.
Así hablaba y así le fue luciendo el pelo...
Domingo
3º del TO (27.01.2019): Lucas 1,1-4 y 4,14-21
En nombre de Dios. ¿De qué Dios? Lo medito y escribo CONTIGO,
Espero que se haya
leído bien la cita del texto evangélico que se nos va a leer el domingo tercero
del tiempo ordinario del Ciclo C: Lucas 1,1-4 más Lucas 4,14-21.
Poquitos oyentes de esta lectura caerán en la cuenta de que se han ‘cosido’ dos
textos de este Evangelista. Y todo parece sonar muy normal y muy natural.
Después de nueve semanas leyendo este Evangelio de Lucas las autoridades de la
liturgia caen en la cuenta de la necesidad de leer el comienzo de este
Evangelio. ¿Por qué sois tan duros de cabeza y tan lentos en comprender?
Me digo que
necesitaría toda esta página para comentar esos cuatro primeros versículos con
los que comienza Lucas su obra, compuesta de dos partes: El Evangelio de Jesús
de Nazaret y Los Hechos de los seguidores de Jesús. De los seguidores, porque
se dice poco de las seguidoras. Por cierto, ¿quién sabe con precisión cuándo y
cuánto se lee en la iglesia al pueblo sobre estos ‘Hechos’? Qué poco les
importa a los vaticanistas esta ignorancia de sus gentes.
Creo que cada vez
que alguien lea algo en esta obra de Lucas es preciso recordar el primer
mensaje escrito en Lucas 1,1-4. Ahí se nos llama a ti y a mí ‘Teófilo
o Teófila’. Es decir, amigo o amante, buscadora o buscador... ¡¿de Dios?! Tal
cual. Quien desee saber de o saborear a Dios, que se lea el relato de este
Evangelista. ¿No es así la traducción? Así que en tiempos de Lucas, la década
de los ochenta del siglo primero, ¿había excesivo desconocimiento de Dios?
Quizá sí.
Ahora que ya
conocemos las pretensiones del autor de este libro llamado ‘Tercer Evangelio’
podemos leer su relato de Lucas 4,14-21. ¿Por qué los expertos en
lecturas evangélicas no nos proponen leer 4,1-13? Muy sencillo. Creen que es
mejor leerlo en el primer domingo de la próxima Cuaresma. Qué error. El texto
de 4,1-13 es el mejor contexto para comprender la decisión de Jesús de leer en
la sinagoga de su pueblo de Nazaret un texto del profeta Isaías.
Me lo voy a decir y
escribir para que no se me olvide: entre este domingo 27 de enero y el
siguiente que será el 3 de marzo me voy a leer cuantas veces pueda el capítulo
cuarto completo de este Evangelio de Lucas: “Jesús regresó del Jordán lleno
del Espíritu Santo... E iba predicando por las sinagogas de Judea” (Ver
en Lc 4,1 hasta 4,44). Creo que a Lucas se le fue la mano en eso de ‘Judea’,
porque parece que lo normal hubiera sido escribir ‘Galilea’, porque es ahí
donde sucede todo cuanto se cuenta en este capítulo cuarto.
¿Qué hace este
Jesús de sábado en sábado en las sinagogas de Galilea? Evangelizar,
que no era otra cosa que leer alto y claro como buen proclamador las cosas que
había impreso el profeta Isaías tercero. Es decir, el profeta que escribió lo
que hoy podemos leer en Isaías, capítulos 56 a 66. Si alguna persona desea
llenarse de argumentos, ¡en nombre de Dios!, para defender y justificar
cualquier nacionalismo radical político, económico o religioso que se lea y use
lo que decía y dejó grabado en manuscrito pergamino aquel viejo profeta Isaías.
Según Lucas, su
Jesús se dedicó en Galilea a desautorizar a este Isaías y a denunciar su
mensaje que considera enemigos a todos cuantos no fueran ‘buenos judíos’. A mí
no me crean, lean Isaías 60 o 61. El final del 66 es satánico. ¡Por hablar
así!, decidieron matar a Jesús (Lc 4,28-30).
Carmelo Bueno Heras
Domingo 9º de Mateo (27.01.2019):
Mateo 6,1-18
“Todo cuanto deseas que te hagan, házselo a los
demás” (Mateo
7,12)
El siguiente texto
que comento pertenece al discurso primero que ha puesto el narrador Mateo en
boca de su Jesús de Nazaret. En esta parte, la tercera según mi criterio de
lector, Jesús recuerda tres tareas que todo buen judío debía practicar: la
limosna (Mateo 6,1-4), la oración (Mateo 6,5-15) y el ayuno (Mateo 6,16-18).
Entre los fariseos de los tiempos de Jesús se practicaban con asiduidad estas
tareas tan popularmente religiosas.
“Cuando des
limosna, no lo vayas trompeteando como hacen los hipócritas... Tú, en cambio,
cuando des limosna que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha...” porque, no lo
olvides nunca, lo más importante es invisible a los ojos, ya que sólo se ve bien
con el corazón de las neuronas. Cuando este mensaje se lee despacio en Mateo
6,2-4 se cae en la cuenta de que mi traducción es literal en el comienzo y no
me arrepiento de que sea muy interpretativa mi traducción de la segunda parte.
Por esta razón no va escrita en cursiva.
Me parece
espléndida la contraposición que Jesús establece entre el trompeterío de la
osten-tación de los fariseos y la serena invisibilidad ética de ‘el hacer el
bien’ tatuado en la limosna.
“Cuando ayunéis, no
pongáis cara triste como hacen los fariseos... Tú, en cambio, perfuma tu cabeza
y lava tu rostro”. Esta es la tercera contraposición en la que
se coloca Jesús y en la que nos invita a colocarnos a sus lectores (Mateo
6,16-18). Y la segunda contraposición está expresada con idénticas expresiones
anafóricas: “Cuando oréis, no seáis como los hipócritas que lo hacen en
sinagogas y plazas y siempre ‘bien plantados’...Tú, en cambio, entra en
ti y cierra la puerta”. Y en este contexto es donde encontramos ‘el
padrenuestro’ (Mateo 6,5-15).
Este padrenuestro,
¿es la oración de Mateo, la de Jesús o la del Jesús de Mateo? Casi idéntico a
éste, el Evangelista Lucas puso en labios de su Jesús de Nazaret otro
padrenuestro en el que, muy curiosa e intencionadamente, este Lucas se olvidó
la palabra ‘nuestro’. Por eso, suelo pensar que la oración que encontramos en
Lucas 11,1-4 no puedo llamarla ‘padrenuestro’, porque parece que este ‘Padre no
sólo es nuestro’, sino ¿de todos? ¡En Lucas sólo es Padre!
Esta oración no la
encontramos ni en el Evangelio de Marcos ni en el de Juan. Sólo nos la han
transmitido Mateo y Lucas. Por eso, la palabra ‘nuestro’ que nos ha llegado de
la mano de Mateo me dejará pendiente una sospecha intranquilizadora: este
‘nuestro’ del Jesús de Mateo, ¿no puede estar contraponiéndose a ese ‘vosotros’
de los hipócritas y fariseos que aparece tan implícito como reiterado en este
texto de Mateo 6,1-18?
Y tengo otra
sospecha que me ronda día a día, por estar esta oración permanentemente en el
candelero de la plegaria de quienes nos decimos seguidores de Jesús. Este
‘Padre nuestro’ del Jesús de Mateo, ¿es el mismo Yavé Dios de aquel Moisés de
la zarza que ardía sin consumirse? Aquel ‘Yo soy’ o ‘Sea quien sea’ acabó en
tan solo una noche con todos los primogénitos de Egipto, enemigos de Israel.
Tiemblo de miedo al pensar que este Padre ‘nuestro’ de Mateo pueda volver a
realizar sus tan deshumanizadores sueños. Y lo pienso, porque en la historia de
los seguidores de Jesús y en nombre de un Dios ‘nuestro’ hemos sembrado muerte,
no la vida.
Carmelo Bueno Heras
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