Evangelio del día: Para ser salvos hay que elegir el camino de
la humildad
Evangelio del día. AUDIO. Mateo 13,54-58 - XVII semana tiempo
ordinario: Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia
Evangelio del día: Mateo 13,54-58
Evangelio del día: (Un
profeta es despreciado en su pueblo y en su familia): "En aquel tiempo,
Jesús, al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en su sinagoga, de
tal manera que todos estaban maravillados. "¿De dónde le vienen, decían,
esta sabiduría y ese poder de hacer milagros? ¿No es este el hijo del
carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos
Santiago, José, Simón y Judas? ¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus
hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?" Y Jesús era para ellos un motivo
de tropiezo. Entonces les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su
pueblo y en su familia". Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la
falta de fe de esa gente" Palabra
del Señor
Reflexión del Papa Francisco
Jesús afirma que no podía hacer milagros en su Nazaret «por
falta de fe»: justamente allí, donde había crecido, «no tenían fe».
Precisamente, Jesús dice:
"Ningún
profeta es aceptado en su pueblo".
En la sinagoga de Nazaret, relata el Evangelio, Jesús dice que
allí no se harán milagros: aquí ustedes no aceptan al profeta porque no lo
necesitan, están demasiado seguros.
Las personas que Jesús tenía delante, en efecto, estaban muy
seguras en su fe entre comillas, muy seguras en su observancia de los
mandamientos, que no necesitaban otra salvación».
Una actitud que revela el drama del cumplimiento de los
mandamientos sin fe: "yo me salvo por mí mismo porque voy a la sinagoga
todos los sábados, trato de cumplir los mandamientos"; y que no venga éste
a decirme que son mejores que yo ese leproso y esa viuda, esos marginados.
Pero la palabra de Jesús va en sentido contrario. Él dice:
"Mira, si tú
no te sientes en zona marginal, no tendrás salvación".
Esta es la humildad, la senda de la humildad: sentirse tan
marginado de tener necesidad de la salvación del Señor. Sólo Él salva; no
nuestra observancia de los preceptos.
Esta enseñanza de Jesús, sin embargo, no le gustó a la gente de
Nazaret, tanto que se enfadaron y querían matarlo. Si queremos ser salvados,
debemos elegir el camino de la humildad, de la humillación.
Testimonio de ello es María, que en su cántico no dice estar
contenta porque Dios miró su virginidad, su bondad, su dulzura, las muchas
virtudes que ella tenía, sino que exulta porque el Señor miró la humildad de su
esclava, su pequeñez. Es precisamente la humildad lo que mira el Señor..
[...] La humildad cristiana no es una virtud que nos hace decir
"yo no sirvo para nada" y así nos hace esconder la soberbia; en cambio,
la humildad cristiana es decir la verdad: soy pecador, soy pecadora.
Se trata, en esencia, sencillamente de decir la verdad; y esta
es nuestra verdad. (Homilía
en Santa Marta, 24 de marzo de 2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario