San Bartolomé, apóstol
fecha: 24 de agosto
canonización: bíblico
hagiografía: Abel Della Costa
canonización: bíblico
hagiografía: Abel Della Costa
Elogio: Fiesta de san Bartolomé, apóstol, a quien generalmente se identifica
con Natanael. Nacido en Caná de Galilea, fue presentado por Felipe a Cristo
Jesús en las cercanías del Jordán, donde el Señor le invitó a seguirle,
agregándolo a los Doce. Después de la Ascensión del Señor, es tradición que
predicó el Evangelio en la India y que allí fue coronado con el martirio.
Patronazgos: patrono de varias ciudades europeas, de los mineros, albañiles,
agricultores, viticultores, pastores, trabajadores del cuero, curtidores,
talabarteros, zapateros, sastres, panaderos, carniceros, y comerciantes del
aceite y el queso (en Florencia); protector contra las enfermedades de la piel
y nerviosas.
Tradiciones, refranes, devociones: Por san Bartolomé, tormenta ha de haber.
Otoñada derechera, por San Bartolomé, el agua primera.
(variante del mismo:) Para que la otoñada sea buena, por San Bartolomé las aguas primeras.
L'eve de Saint Dzouan tôte le pan; La plodze de Saint Loren arreuve dzeusto a ten; Me a Saint Bartolomé gneun n'en vout më (francoprovenzal: El agua por San Juan se lleva el pan; La lluvia de San Lorenzo llega justo a tiempo; Pero por San Bartolomé, nadie quiere más.)
Otoñada derechera, por San Bartolomé, el agua primera.
(variante del mismo:) Para que la otoñada sea buena, por San Bartolomé las aguas primeras.
L'eve de Saint Dzouan tôte le pan; La plodze de Saint Loren arreuve dzeusto a ten; Me a Saint Bartolomé gneun n'en vout më (francoprovenzal: El agua por San Juan se lleva el pan; La lluvia de San Lorenzo llega justo a tiempo; Pero por San Bartolomé, nadie quiere más.)
refieren a este santo: Santos Felipe y
Santiago, San Gregorio el
Iluminador, San Simeón
Oración: Afianza, Señor, en nosotros aquella fe con la que san Bartolomé, tu
apóstol, se entregó sinceramente a Cristo, y haz que, por sus ruegos, tu
Iglesia se presente ante el mundo como sacramento de salvación para todos los
hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración
litúrgica).
Ver más información en: Los Doce
Cuando John Meier, uno de los mayores
especialistas actuales en los aspectos históricos del Nuevo Testamento, afronta
en «Un judío marginal» la cuestión de presentar uno a uno los miembros del
grupo apostólico de «Los Doce», no comienza con Pedro sino con Bartolomé, con
estas palabras: «Comencemos por los casos sin la menor esperanza. Mencionado en
las cuatro listas de los Doce, Bartolomé no vuelve a aparecer en el NT» (op.
cit. tomo III, pág. 216). Por muy buena voluntad que se quiera poner, a esto se
reduce la evidencia histórica sobre Bartolomé, y no es posible, ni siquiera en
el contexto menos riguroso que una obra histórica, agregar otros conocimientos
sólidos sobre el personaje.
Sin embargo, como sabemos sobradamente por
experiencia, nunca ocurrió que el saber popular sobre la fe se haya quedado
tranquilo flotando en la nube del no-saber, así que donde acaban las certezas
comienzan las especulaciones. Por lo pronto, sobre el nombre puede decirse que
no parece ser propiamente un nombre sino más bien «un patronímico arameo: Bar
Tálmai, con el significado de 'Hijo de Tolmi' (AT LXX Jos 15,14) o 'Hijo de
Tolomeo' (cfr Josefo, Ant. 20.1.1 §5). Obviamente, esto no nos dice nada.»
(Meier, op cit). A su vez hacia el siglo IX se estabiliza la tradición que
identifica al Bartolomé de las listas de «Los Doce» con el Natanael del
evangelio de Juan; ¿por qué? porque en tres de las cuatro listas de los Doce se
nombra a Bartolomé después de Felipe, y en el cuarto evangelio Felipe presenta
a Natanael. Éste es todo el motivo de la identificación. ¿Que parece escaso
fundamento? ¡pues no hay ni nunca hubo otro! Autores más antiguos que esa
tradición, como san Agustín o san Gregorio Magno, muy dados a aceptar algunas
explicaciones de ese mismo tenor, no sólo desconocen la supuesta identidad
entre Bartolomé y Natanael, sino que no consideran a Natanael uno de los Doce,
lo que es probablemente cierto.
¿De qué nos sirven todos estos datos
«negativos»? Como primera medida, para no creer que sabemos lo que no sabemos.
Eso es ya algo muy valioso. En segundo lugar para ayudarnos a depurar nuestros
usos de la palabra «tradición». Decimos, por ejemplo, que la asunción de la
Virgen no es un dogma que esté en el Nuevo Testamento, sino que lo hemos
recibido «por tradición»; también decimos que «la tradición afirma» que
Bartolomé y Natanael son la misma persona. En uno y otro caso estamos usando la
palabra «tradición» en sentidos distintos: en el primero afirmamos que un
aspecto de la fe, aunque no haya sido consignado por escrito en el NT, proviene
de los albores de la fe, desde su época apostólica, y fue creído de manera
constante e ininterrumpida por la Iglesia; es el uso «técnico» de la palabra
tradición. Mientras que en el caso de Bartolomé-Natanael todo lo que afirmamos
es que ese «conocimiento» lo hemos recibido del pasado remoto y su fundamento
es muy difícil de rastrear, tanto que posiblemente no tengamos ninguna manera
de verificarlo. La tradición en este segundo sentido es muy útil para rellenar
las lagunas de nuestro escaso saber sobre los primeros tiempos de la Iglesia,
nos permite componer imaginativamente el pasado; pero hay que evitar traspasar
esa utilidad y convertir esas tradiciones históricas, dudosas y esencialmente
falibles, en pseudo-afirmaciones de fe; precisamente para que no pierdan
sentido ni profundidad las auténticas tradiciones que definen la fe, como el
mencionado ejemplo de la fe en la asunción de la Virgen, o muchos más que
forman un tejido que nos conecta, no por textos mudos sino por fe vivida, con
el inicio mismo de la Iglesia.
Resumamos
con Butler las restantes tradiciones en torno a san Bartolomé, siempre con la
salvedad del escasísimo fundamento que poseen: «San Bartolomé predicó el
Evangelio en la India; habiendo ido después a la Armenia Mayor, convirtió a
muchas gentes, por lo cual los bárbaros le despellejaron vivo, y el rey
Astiajes le mandó decapitar ...», así decía el antiguo Martirologio Romano.
Según el relato popular el martirio tuvo lugar en Albanópolis (actualmente
Derbend, en la costa occidental del Mar Caspio). Bartolomé predicó también en
Mesopotamia, Persia, Egipto y otros países. Eusebio (siglo IV) es el primero
que hace mención de la India. En efecto, dicho autor refiere que san Panteno
había ido a la India unos cien años antes ("para predicar a los
brahamanes", según añade San Jerónimo) y encontró a algunos indígenas que
conocían el nombre de Cristo; dichos indígenas le mostraron una copia del
Evangelio de San Mateo, en caracteres hebreos y le dijeron que era la que
llevaba san Bartolomé consigo cuando había ido a evangelizar el país. Pero debe
advertirse que los escritores griegos y latinos de la época aplicaban el nombre
de «India» a Arabia, Etiopía, Libia, Partia, Persia y las tierras de los medos.
Probablemente el sitio en el que estuvo Panteno fue Etiopía o la Arabia Saudí,
o ambas. Otra leyenda oriental afirma que san Bartolomé encontró a san Felipe
en Hierápolis de Frigia y fue con él a Licaonia; San Juan Crisóstomo sostiene
que san Bartolomé evangelizó a los licaonios. No es imposible que san Bartolomé
haya muerto realmente en Armenia, como lo afirman unánimemente todos los
historiadores posteriores de ese país; pero lo cierto es que los escritores
armenios primitivos apenas hacen mención de san Bartolomé cuando hablan de la
evangelización de su país. La leyenda de las translaciones de sus restos es
todavía más complicada que la de sus viajes. Las pretendidas reliquias del
Apóstol se hallan actualmente en Benevento y en la iglesia romana de san
Bartolomé junto al Tíber. El nombre de San Bartolomé no es tan famoso en los
apócrifos como los de San Andrés, Santo Tomás y San Juan, sin embargo, un
escrito apócrifo, del que se conserva un texto griego y varias traducciones
latinas, narra el apostolado y el martirio del santo. El evangelio apócrifo de
San Bartolomé es uno de los textos que condenó el decreto seudogelasiano. El
relato del martirio de San Bartolomé no dice que haya sido despellejado vivo
antes de ser decapitado, pero el dato se halla en el Breviarium Apostolorum,
incluido en ciertos manuscritos del Martirologio Jeronimiano.
Pueden verse los textos de los apócrifos
atribuidos al santo en Acta Sanctorum, agosto, vol. v; en Tischendorf, Acta
Apostolorum Apocrypha, pp. 243-260; y en Bonnet, Act. Apocryph., vol. V, pte.
I, pp. 128 ss. Existen también importantes fragmentos de un evangelio apócrifo
de San Bartolomé (cf. Revue Biblique, 1913, 1921 y 1922), y se conservan
huellas de unas Actas de Andrés y Bartolomé en copto. Probablemente, el
cuchillo que aparece en tantas representaciones de san Bartolomé hace alusión
al despellejamiento. Acerca de San Bartolomé en el arte, cf. Künstle,
lkonographie, vol. II, pp. 116-120. Las referencia de Eusebio sobre san
Bartolomé puede verse en Historia Eclesiástica V,10,3. Una comparativa de las
listas de Los Doce, con la cuestión de Bartolomé-Natanael puede verse en Com.
Bíb. «San Jerónimo» tomo V, pág.752ss. Algunas partes de la bibliografía y el
cuarto parrafo de este escrito están tomados a la letra del Butler-Guinea, 24
de agosto.
Abel Della Costa
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ingreso o última modificación relevante: ant 2012
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