Evangelio del día: Seguir a Dios con el corazón y darlo a
conocer a los demás
Evangelio del día. AUDIO. Juan 1,45-51 - Fiesta de San Bartolomé
Apóstol: Verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar
Evangelio del día: Juan 1,45-51
Evangelio del día: (El
primer encuentro de Jesús con Bartolomé apostól): "En aquel tiempo Felipe
encontró a Natanael y le dijo: "Hemos hallado a aquel de quien se habla en
la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret".
Natanael le preguntó: "¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?"
"Ven y verás", le dijo Felipe. Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo:
"Este es un verdadero israelita, en quien no hay engaño". "¿De
dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te
vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera".
Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey
de Israel". Jesús continuó: "Porque te dije: "Te vi debajo de la
higuera", crees. Verás cosas más grandes todavía". Y agregó:
"Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y
bajar sobre el Hijo del hombre" Palabra
del Señor
Reflexión del Papa Francisco
La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que
hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por Él que nos mueve a amarlo
siempre más.
Pero ¿qué amor es ese que no siente la necesidad de hablar del
ser amado, de mostrarlo, de hacerlo conocer? Si no sentimos el intenso deseo de
comunicarlo, necesitamos detenernos en oración para pedirle a Él que vuelva a
cautivarnos.
Nos hace falta clamar cada día, pedir su gracia para que nos
abra el corazón frío y sacuda nuestra vida tibia y superficial.
Puestos ante Él con el corazón abierto, dejando que Él nos
contemple, reconocemos esa mirada de amor que descubrió Natanael el día que
Jesús se hizo presente y le dijo: "Cuando estabas debajo de la higuera, te
vi" (Jn 1,48).
¡Qué dulce es estar frente a un crucifijo, o de rodillas delante
del Santísimo, y simplemente ser ante sus ojos! ¡Cuánto bien nos hace dejar que
Él vuelva a tocar nuestra existencia y nos lance a comunicar su vida nueva!
Entonces, lo que ocurre es que, en definitiva, "lo que hemos visto y oído
es lo que anunciamos" (1 Jn 1,3).
La mejor motivación para decidirse a comunicar el Evangelio es
contemplarlo con amor, es detenerse en sus páginas y leerlo con el corazón. Si
lo abordamos de esa manera, su belleza nos asombra, vuelve a cautivarnos una y
otra vez.
Para eso urge recobrar un espíritu contemplativo, que nos
permita redescubrir cada día que somos depositarios de un bien que humaniza,
que ayuda a llevar una vida nueva. No hay nada mejor para transmitir a los
demás
Unidos a Jesús, buscamos lo que Él busca, amamos lo que Él ama.
En definitiva, lo que buscamos es la gloria del Padre; vivimos y actuamos
"para alabanza de la gloria de su gracia" (Ef
1,6).
Si queremos entregarnos a fondo y con constancia, tenemos que ir
más allá de cualquier otra motivación. Éste es el móvil definitivo, el más
profundo, el más grande, la razón y el sentido final de todo lo demás.
(Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, #264 y 267 - 24 de noviembre de
2013)
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