Evangelio del día: En la Eucaristía nos encontramos a Jesús vivo
y presente
Evangelio del día. AUDIO. Mateo 14,13-21 - XVIII semana tiempo
ordinario: Comieron hasta saciarse y con las sobras se llenaron 12 canastas
Evangelio del día: Mateo 14,13-21
Evangelio del día: (La
primera multiplicación de los panes): "En aquel tiempo, al enterarse de la
muerte de Juan Bautista, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para
estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie.
Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella,
curó a los enfermos. Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron:
"Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para
que vaya a las ciudades a comprarse alimentos". Pero Jesús les dijo:
"No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos". Ellos
respondieron: "Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados".
"Tráiganmelos aquí", les dijo. Y después de ordenar a la multitud que
se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y
levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio
a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud. Todos comieron
hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas. Los
que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los
niños" Palabra del
Señor
Reflexión del Papa Francisco
En este milagro actúa el poder misericordioso de Dios, que cura
todo mal del cuerpo y del espíritu. Pero Jesús no es un sanador, es también
maestro: en efecto sube al monte y se si sienta... sabe bien lo que está por
hacer, pone a la prueba a sus discípulos.
¿Qué hacer para dar de comer a toda aquella gente? Felipe, uno
de los Doce, hace un rápido cálculo: organizando una colecta, se podrán
recoger, al máximo, doscientos denarios para comprar el pan que, sin embargo,
no alcanzaría para dar de comer a cinco mil personas.
Los discípulos razonan en términos de mercado, pero Jesús, a la
lógica del comprar, sustituye aquella otra lógica, la lógica del dar. Las dos
lógicas, ¿no? La del comprar y la del dar.
Y he aquí que Andrés, otro de los Apóstoles, hermano de Simón
Pedro, presenta a un muchacho que pone a disposición todo lo que tiene: cinco
panes y dos pescados; pero ciertamente – dice Andrés – son nada para aquella
gente
Pero Jesús esperaba precisamente esto. Ordena a los discípulos
que hagan sentar a la gente, después tomó aquellos panes y aquellos pescados,
dio gracias al Padre y los distribuyó. Estos gestos anticipan aquellos de la
Última Cena, que dan al pan de Jesús su significado más verdadero.
El pan de Dios es Jesús mismo. Tomando la Comunión con Él,
recibimos su vida en nosotros y llegamos a ser hijos del Padre celestial y
hermanos entre nosotros. Tomando la Comunión nos encontramos con Jesús,
realmente vivo y resucitado.
Participar en la Eucaristía significa entrar en la lógica de
Jesús, la lógica de la gratuidad, de la participación. Y por más pobres que
seamos, todos podemos dar algo.
Tomar la Comunión también significa tomar de Cristo la gracia
que nos hace capaces de compartir con los demás lo que somos y lo que tenemos.
La multitud está sorprendida por el prodigio de la
multiplicación de los panes; pero el
don que Jesús ofrece es plenitud de vida para el hombre
hambriento. Jesús sacia no sólo el hambre material, sino aquella más profunda,
el hambre de sentido de la vida, el hambre de Dios.
Frente al sufrimiento, a la
soledad, a la pobreza y a las dificultades de tanta gente, ¿qué podemos hacer
nosotros? Lamentarse no resuelve nada, pero podemos ofrecer lo poco que
tenemos. Como aquel muchacho. Ciertamente tenemos alguna hora de tiempo, algún
talento, alguna competencia... ¿Quién de nosotros no tiene sus "cinco
panes y dos pescados"? Todos tenemos.
Si estamos dispuestos a ponerlos en las manos del Señor,
bastarán para que en el mundo haya un poco más de amor, de paz, de justicia y,
sobre todo, de alegría.
Cuán necesaria es la alegría en el mundo. Dios es capaz de
multiplicar nuestros pequeños gestos. Gestos de solidaridad y hacernos
partícipes de su don. (Reflexión antes del rezo del Ángelus, 26 de julio de
2015)
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