Conversando con el amor
Señor, Contigo, sé que
tengo la posibilidad de ser feliz. Sólo Tú me consuelas, tu amor me da la
valentía para avanzar con la plena certeza de que alcanzaré los logros que
tengo propuestos. Ven y acompáñame. Amén
AUTOR: QRISWELL J.
QUERO. ESCRITOR CATÓLICO @COPYRIGHT 2019
Evangelio de hoy | Evangelio del día. Dios camina contigo en
Navidad
Evangelio de hoy meditado por Papa Francisco. Mateo 1,1-25
Evangelio del día. Natividad del Señor. Misa de Vigilia. Dios camina en Navidad
Evangelio de hoy - Mateo 1,1-25
Meditación del Evangelio del día - (Genealogía de Jesucristo,
hijo de David): Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre
de Judá y de sus hermanos. Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de
estos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón; Esrón, padre de Arám; Arám, padre de
Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón. Salmón fue padre
de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de
este fue Rut. Obed fue padre de Jesé; Jesé, padre del rey David. David fue
padre de Salomón, y la madre de este fue la que había sido mujer de Urías.
Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asaf;
Asaf, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías. Ozías
fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías; Ezequías,
padre de Manasés. Manasés fue padre de Amós; Amós, padre de Josías; Josías,
padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia. Después
del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de
Zorobabel; Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre
de Azor. Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud;
Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de Jacob. Jacob
fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado
Cristo. El total de las generaciones es, por lo tanto: desde Abraham hasta
David, catorce generaciones; desde David hasta el destierro en Babilonia,
catorce generaciones; desde el destierro en Babilonia hasta Cristo, catorce
generaciones. Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba
comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un
hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no
quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras
pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:
"José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que
ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un
hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de
todos sus pecados". Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el
Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo
a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que traducido significa: "Dios con
nosotros". Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había
ordenado: llevó a María a su casa, y sin que hubieran hecho vida en común, ella
dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús" Palabra del Señor.
Reflexión del Papa Francisco
Sobre el Evangelio de hoy - Dios quería que nosotros fuéramos
como su Hijo y que su Hijo fuera como nosotros. En este elenco están los santos
y también los pecadores, pero la historia va adelante porque Dios ha querido
que los hombres fuéramos libres.
Y si es verdad que cuando el hombre usó mal su libertad, Dios lo
echó del Paraíso también es verdad que le hizo una promesa y el hombre salió
del Paraíso con esperanza. Pecador, ¡pero con esperanzas.
Los hombres no recorren su camino solos, sino que Dios camina
con nosotros. Porque Dios hizo una opción: optó por el tiempo, no por el
momento. Es el Dios del tiempo, es el Dios de la historia, es el Dios que
camina con sus hijos. Y esto hasta la plenitud de los tiempos cuando su Hijo se
hace hombre.
Dios camina con justos y pecadores. Camina con todos, para
llegar al encuentro, al encuentro definitivo del hombre con Él.
El Evangelio termina con esta historia de siglos en una casa
pequeña, en una localidad pequeña, con José y María. El Dios de la gran
historia y también de la pequeña historia, está allí, porque quiere caminar con
cada uno.
Santo Tomás afirma:
"No
se asusten de las cosas grandes, pero tengan también en cuenta las pequeñas,
porque esto es divino".
Y así es
Dios, está en las cosas grandes, pero también en las pequeñas.
El Señor que camina con Dios es también el Señor de la
paciencia. La paciencia de Dios. La paciencia que ha tenido con todas estas
generaciones. Con todas estas personas que han vivido su historia de gracia y
de pecado. Dios es paciente.
Dios camina con nosotros, porque Él quiere que todos nosotros
lleguemos a ser conformes a la imagen de su Hijo. Y desde el momento en que nos
ha dado la libertad en la creación – no la independencia – hasta hoy sigue
caminando.
De este modo, llegamos a María... Podemos ver a la Virgen,
pequeñita, santa, sin pecado, pura, elegida para convertirse en la Madre de
Dios y también ver esa historia que está detrás, tan larga, de siglos, y
preguntarnos:
- ¿Cómo camino yo en mi historia?
- ¿Dejo que Dios camine conmigo?
- ¿Dejo que Él camine conmigo o quiero caminar solo?
- ¿Dejo que Él me acaricie, me ayude, me perdone, me
lleve adelante para llegar al encuentro con Jesucristo?.
Este será el fin de nuestro camino: encontrarnos con el Señor.
Esta pregunta nos hará bien hoy. "¿Dejo que Dios tenga paciencia
conmigo?". Y así, viendo esta historia grande y también esta pequeña
localidad, podemos alabar al Señor y pedirle humildemente que nos de la paz,
esa paz del corazón que sólo Él nos puede dar. Que sólo nos da cuando dejamos
que Él camine con nosotros. (Homilía en Santa Marta, 08 de septiembre de 2014)
Oración para el Evangelio de hoy.
Dulce Niño Jesús,
Señor de la vida y de la historia, me siento feliz de tenerte en mi vida y
contarte todo lo que hay en mi corazón. Tú caminas conmigo y me llevas de tu
dulce mano por senderos donde la luz separa las tinieblas.
Tú también has
nacido en mi corazón desde el principio de mi existencia, nunca me has
abandonado ni me has dejado caer ante situaciones complejas que han puesto en
jaque mi alma y mi confianza.
Desde Abraham hasta
María, has manifestado tu amor y tu compasión, nunca pasaste por desapercibido,
saliste en la búsqueda de tus ovejas perdidas para ofrecerles tu reconciliación
y tu paz.
Oh mi dulce Niño
Dios, Tú me has dado el más preciado regalo de amor: tu encarnación gloriosa y
maravillosa, el más grande misterio de tu misericordia que engloba todo
principio y final.
Te pido, Niño Jesús
de mi vida, que me ayudes a despojarme de todo cuánto me impide reconocerte
como el Dios de la ternura, como el Dios que va caminando conmigo y me anima a
salir adelante.
Dulce Niño mío,
eres el Dios que ha reconocido mis miserias desde el comienzo del tiempo y las
has transformado con el fuego sagrado de tu perdón, de tu amor divino.
Tú, que siempre te
has enmarcado en el corazón de la humanidad, no me eres indiferente, no me
dejas a mi suerte en mis tempestades, conoces mis penas, sufrimientos y
frustraciones y vienes a socorrerme con tus dulces consuelos.
Amado Niño Jesús,
quiero vivir desde ahora Contigo y para siempre, reconocer que nunca me
abandonarás, y que me colmas de dichas, bendiciones y con la dulzura de tu
eterno amor.
Amén.
Autor: Qriswell Quero, escritor católico @Copyright 2019
Propósito para hoy
Rezaré un Padrenuestro por las vocaciones sacerdotales y
religiosas y por la santidad de todo aquel que sea un anunciador de la Buena
Nueva.
Frase de reflexión
"Contemplando al Niño Jesús, amor humilde e infinito,
digámosle sencillamente: ¡Gracias, porque has hecho todo esto por mí!".
Papa Francisco.
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