San Luis María Grignion de
Montfort, presbítero y fundador
fecha: 28 de abril
n.: 1673 - †: 1716 - país: Francia
canonización: B: León XIII 22 ene 1888 - C: Pío XII 20 jul 1947
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
n.: 1673 - †: 1716 - país: Francia
canonización: B: León XIII 22 ene 1888 - C: Pío XII 20 jul 1947
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Elogio: San Luis María Grignion de
Montfort, presbítero, que evangelizó las regiones occidentales de Francia,
anunciando el misterio de la Sabiduría Eterna, y fundó dos congregaciones.
Predicó y escribió acerca de la Cruz de Cristo y de la verdadera devoción hacia
la Santísima Virgen, y, después de convertir a muchos, descansó de su
peregrinación terrena en la aldea francesa de Saint-Laurent-sur-Sévre.
refieren a este santo: Santa Juana
Delanoue
Oración: Oh Dios, sabiduría eterna, que
hiciste al presbítero San Luis María insigne testigo y maestro de la total
consagración a Cristo, tu Hijo, por mano de su Madre, la bienaventurada Virgen
María; concédenos que, siguiendo su mismo camino espiritual, podamos extender
tu reino en el mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén (oración litúrgica)
San Luis María
era el mayor de los ocho hijos de Juan Bautista Grignion, modesto ciudadano de
Montfort que pertenecía, entonces, a la diócesis de Saint- Malo. Allí nació el
santo en 1673. Después de educarse en el colegio de los jesuitas de Rennes, fue
al cumplir veinte años a París, a prepararse para el sacerdocio. Como era
demasiado pobre para entrar en el seminario de San Sulpicio, ingresó en otra
institución dirigida por el P. de la Barmondiére. A la muerte de éste, pasó a
un seminario todavía más estricto, en el que reinaba una gran pobreza. Los
mismos seminaristas preparaban por turno la comida, «para tener el gusto de
envenenarse a sí mismos», según la irónica expresión de uno de ellos. Luis cayó
tan enfermo, que hubo de ser trasladado al hospital. Cuando recobró la salud,
consiguió ingresar en el seminario de San Sulpicio, donde permaneció hasta el
fin de sus estudios. Un año, tuvo el honor de ser uno de los dos mejores
estudiantes que, según la costumbre, visitaban un santuario de Nuestra Señora.
La peregrinación de aquel año fue a la catedral de Chartres.
El éxito que
obtuvo durante sus años de seminario en la catequesis de los niños más
abandonados de la ciudad, no hizo más que confirmar su deseo de consagrarse al
apostolado. Después de recibir la ordenación sacerdotal, en 1700, estuvo algún
tiempo en Nantes, con un sacerdote que se encargaba de preparar a los jóvenes
para diversas clases de apostolado y, al fin, fue nombrado capellán del
hospital de Poitiers. Pronto emprendió las reformas que necesitaba aquella
institución de caridad y organizó, entre el personal femenino, el núcleo de lo
que más tarde había de convertirse en la Compañía de las Hijas de la Divina
Sabiduría, cuyas reglas redactó entonces. Pero las reformas que había
introducido provocaron una violenta reacción, y el santo tuvo que renunciar a
su cargo. Enseguida, se dedicó a predicar misiones entre los pobres que acudían
en masa a oírle; pero el obispo de Poitiers, a instancias de los enemigos del
siervo de Dios, le prohibió predicar en su diócesis. Sin desalentarse por ello,
San Luis emprendió, a pie, el viaje a Roma, donde fue recibido amablemente por
el papa Clemente XI; al volver a Francia, llevaba el título de misionero
apostólico. Como Poitiers siguió cerrándole las puertas, volvió a su tierra
natal de Bretaña, donde emprendió una serie de misiones hasta su muerte.
Cierto que la
mayoría de las parroquias le recibían con los brazos abiertos, pero no faltaban
quienes le criticaban severamente, hasta el grado de que varias diócesis
jansenizantes le cerraron las puertas. El santo exhortaba a sus oyentes a
llevarle todos los libros impíos para quemarlos públicamente en una gran
hoguera, sobre la que colocaba la efigie de una mujer mundana que representaba
al diablo. En otras ocasiones, organizaba la representación de la escena en que
agonizaba un pecador, cuya alma se disputaban el diablo y su ángel guardián. El
santo representaba el papel del pecador y otros dos sacerdotes, los del diablo
y el ángel custodio. A pesar de ello, su predicación no era puramente emocional
y conseguía frutos prácticos y duraderos, simbolizados por la restauración de
alguna iglesia en ruinas, la erección de gigantescas cruces misionales,
limosnas muy generosas y profunda reforma de las costumbres. Casi sesenta años
después de la muerte del santo, el párroco de Saint-Lô declaraba que muchos de
sus feligreses practicaban todavía las devociones que Luis María había
inculcado en una de sus misiones. La principal de ellas era la recitación del
rosario, para promover la cual fundó numerosas cofradías. Además, hacía
aprender al pueblo oraciones rimadas e himnos que él mismo componía y que se
cantan aún en muchas regiones de Francia. A lo que parece, su amor al rosario
fue lo que le movió a ingresar en la tercera orden de Santo Domingo.
Pero el
esfuerzo de evangelización de san Luis no se limitaba a las misiones, pues era
de los que creían que debe predicarse la Palabra de Dios oportuna e
inoportunamente (2Tim 4,2). En una ocasión en que navegaba por el río, entre
Dinant y Rouen, sus compañeros de travesía empezaron a entonar canciones
obscenas; cuando el santo los invitó a rezar el rosario, se burlaron de él,
pero al fin, acabaron todos por arrodillarse a rezar y escucharon atentamente
el sermón que siguió a las oraciones. En otra ocasión, un baile al aire libre
terminó de la misma manera. Pero tal vez el santo obtuvo sus mayores triunfos
en La Rochelle, que era el centro del calvinismo, donde predicó una serie de
misiones famosas y reconcilió a numerosos protestantes con la Iglesia. San Luis
tenía, desde hacía tiempo, el proyecto de fundar una asociación de sacerdotes
misioneros; pero sólo pocos años antes de su muerte, logró reunir a los
primeros misioneros de la Compañía de María. La súbita enfermedad que le llevó
a la tumba le sorprendió cuando predicaba una misión en
Saint-Laurent-sur-Sévre. Entregó su alma a Dios en 1716, a los cuarenta y dos
años de edad. Además de sus versos e himnos, la más conocida de sus obras es el
tratado de «La verdadera devoción a la Santísima Virgen», que se divulgó
ampliamente de nuevo con motivo de su canonización, en 1947.
Aparte de las
biografías de los contemporáneos, como J. Grandet y el P. de Cloriviére (1775),
hay que mencionar la obra de A. Laveille, Le b. L.M. Grignion de Montfort
d'aprés des documents inédits (1907). Pero existen muchas otras biografías en
francés, como las de G. Bernoville (1946) y la del P. Morineau (1947). Acerca
del testamento que dictó el santo poco antes de morir, cf. Analecta
Bollandiana, vol. LXVIII (1950), pp. 464-474. En la Biblioteca de ETF se encontrarán obras y
referencias al santo, tanto en castellano como en francés.
fuente: «Vidas de
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