Santos del día 17 de abril
Quintodecimo Kalendas maii
En Melitene, ciudad de la antigua Armenia, santos mártires Pedro, diácono, y Hermógenes, su coadjutor.
En Persia, pasión de san Simeón bar Sabas, obispo de Seleucia y Ctesifonte, que, por orden del rey persa Sapor II, fue detenido y cargado de cadenas por negarse a adorar el sol y seguir proclamando a Jesucristo libre y valientemente. Encarcelado junto con más de cien cristianos, obispos, presbíteros y de otros órdenes eclesiásticos, fue sometido a torturas, y el Viernes Santo de la Pasión del Señor, ante sus ojos y mientras les exhortaba, todos sus compañeros fueron decapitados, como él mismo lo fue en último lugar.
También conmemoración de muchos mártires que, tras la muerte de san Simeón, en todo el territorio de Persia, e igualmente bajo el rey Sapor II, fueron degollados por causa del nombre de Cristo, entre ellos san Ustazades, eunuco del palacio real y padrino del mismo rey, que durante el primer ímpetu de la persecución sufrió el martirio en el palacio de Artajerjes, hermano de Sapor, en la provincia de Adiabena.
En Tortona, de la Liguria, san Inocencio, obispo.
En Melitene, en la antigua Armenia, san Acacio, obispo, que intervino en el Concilio de Éfeso contra Nestorio para defender la fe católica, y después fue depuesto injustamente de su sede.
En Vienne, ciudad de Burgundia, san Pantagato, obispo.
En la isla de Eigg, en las Hébridas interiores frente a Escocia, san Donnan, abad, junto con cincuenta y dos monjes, que durante las celebraciones pascuales fueron degollados o quemados por unos piratas.
En Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, santos mártires Elías, presbítero, ya anciano, y Pablo e Isidoro, monjes jóvenes, que por su fe cristiana perecieron en la persecución llevada a cabo por los sarracenos.
En el monasterio de Chaise-Dieu, cercano a Clermont-Ferrand, en Francia, san Roberto, abad, al que se le unieron algunos hermanos en este lugar donde se había retirado para vivir en soledad, y con su predicación y ejemplo de vida ganó muchas almas para el Señor.
En el monasterio de Molesmes, en Francia, san Roberto, abad, quien deseoso de una vida monástica más sencilla y estricta, fue fundador de monasterios y esforzado superior, director de ermitaños y restaurador eximio de la disciplina monástica, e instaurador del monasterio de Cister, que rigió como primer abad. Finalmente fue llamado de nuevo como abad a Molesmes, donde descansó allí en paz.
En Perugia, de la Umbría, beato Jacobo de Cerqueto, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín, que ofreció un sereno ejemplo al asumir con alegría la enfermedad que le aquejaba.
En Pisa, de la Toscana, beata Clara Gambacorti, que, al perder aún muy joven a su esposo, aconsejada por santa Catalina de Siena fundó el monasterio de santo Domingo bajo una austera Regla, dirigió con prudencia y caridad a las hermanas, y se distinguió por haber perdonado al asesino de su padre y de sus hermanos.
En Madrid, en España, beata María Ana de Jesús Navarro de Guevara, virgen, la cual, después de superar la oposición de su padre, recibió el hábito de la Orden de Nuestra Señora de la Merced y se dedicó a la vida de oración, penitencia y ayuda a pobres y afligidos.
En Londres, en Inglaterra, beato Enrique Heath, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores y mártir, que bajo el rey Carlos I, por la sola razón de su sacerdocio, fue entregado al verdugo en Tyburn.
En Sault, lugar de la provincia de Quebec, en Canadá, santa Catalina Tekawitha, virgen, que, nacida entre los indígenas del lugar, sufrió muchas amenazas y vejaciones por haber aceptado, en el día de Pascua, recibir el bautismo, ofreciendo a Dios su virginidad, que conservaba ya antes de convertirse.
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