También en Roma, santos Sulpicio y Serviano, mártires, enterrados en el segundo miliario de la Vía Latina.
En Córdoba, en la Hispania Bética, san Secundino, mártir.
En Auxerre, en la Galia Lugdunense, san Marciano, monje.
En Antioquía de Siria, san Anastasio, obispo y mártir, que durante el reinado del emperador Focas fue asesinado cruelmente por unos sicarios.
En Osnabrück, población de Sajonia, san Vihón, obispo, oriundo de Frisia, que fue enviado por el emperador Carlomagno como abad para evangelizar la región y, ordenado obispo de esta iglesia, tuvo que sufrir mucho por Cristo.
En el monasterio de Cháteliers, en la región de Poitiers, en Francia, beato Geraldo de Salles, que, dedicado a la vida penitente, fue un canónigo pobre y un eremita más pobre aún, ejemplo con el cual atrajo a muchos al amor de Dios y a la vida eremítica, y además fundó varias casas de canónigos regulares.
En Pisa, de la Toscana, beato Domingo Vernagalli, presbítero de la Orden de los Camaldulenses, constructor de un orfanato.
En Lancaster, en Inglaterra, beatos Jacobo Bell y Juan Finch, mártires. El primero de ellos era sacerdote, aunque vivió durante veinte años en otra confesión hasta que se reconcilió con la Iglesia católica a instancias de una piadosa mujer, y el segundo, padre de familia, agricultor y catequista, por su fe estuvo encarcelado durante varios años y sufrió hambre y otras pruebas. Finalmente, ambos, en tiempo de la reina Isabel I, alcanzaron el premio de la gloria con su martirio.
En Londres, también en Inglaterra, beatos Ricardo Sageant y Guillermo Thompson, presbíteros y mártires, que condenados a muerte por haber entrado y permanecido en el país siendo sacerdotes, cumplieron su martirio en Tyburn.
En Clone, en Irlanda, beato Mauricio MacKenraghty, presbítero y mártir, que tras dos años encerrado en la cárcel por negarse a reconocer la autoridad de Isabel I sobre la Iglesia, fue llevado al suplicio del patíbulo.
En York, en Inglaterra, beato Antonio Page, presbítero y mártir, hombre manso y honesto, que por ser sacerdote fue condenado a crueles suplicios.
En Londres, de nuevo en Inglaterra, beatos Francisco Page, de la Orden de la Compañía de Jesús, y Roberto Watkinson, presbíteros y mártires. Este último había sido ordenado apenas un mes antes, y ambos, por su condición de sacerdotes, fueron ajusticiados en Tyburn, en tiempo de Isabel I.
En Sop Xieng, Xieng Khouang, Laos, beato Michel Coquelet, sacerdote profeso de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, y mártir.
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