El testimonio de la actriz colombiana Maribel Camacho
De familia atea comunista, abortó, buscó en la New Age y la droga: sólo en Dios logró paz y sanación
Ana Beatriz Becerra ha publicado en el portal católico chileno Portaluz el testimonio de la actriz colombiana Maribel Camacho Parra. Vivió muchos años lejos de Dios pero que consiguió sanar su vida y heridas, causadas por la droga, el aborto y las relaciones dañinas. Cuando acudió a Dios, del que no sabía casi nada, su vida se transformó.
Familia atea y marxista militante
Maribel nació en Bogotá y se educó en una familia marxista y atea militante. En su casa había imágenes de Marx, Lenin y Mao Zedong. Su padre le leía cuentos de héroes comunistas rusos y cubanos. Su madre le cantaba canciones militantes de movimientos revolucionarios.
La única persona con fe en su entorno era su abuela. “A los 7 años supe que Dios existía gracias a mi abuela”, explica. Pero la madre se oponía a que se hablara del tema. “Dios no existe”, decía la madre de Maribel, y no permitía más debate. La niña estaba confundida viendo que sus dos mujeres de referencia no coincidían. Pero al menos ella hizo la prueba: a veces hablaba a ese Dios prohibido e invisible. “Una de las cosas que yo hice cuando era muy pequeña fue pedirle a Dios que mi mamá y nosotros pudiéramos regresar a Él”, recuerda.
"Mi primer aborto fue a los 15 años"
En la adolescencia se adormeció su fe infantil y Maribel vivió “una vida de permisividad en todos los aspectos, afectiva, sexual, emocional. Desde muy joven empecé una vida sexual desordenada con mi novio y esto me lleva a experimentar cosas muy fuertes como el tema del aborto. Mi primer aborto fue a los 15 años”.
Tanto ella como su familia consideraban que abortar era simplemente quitarse un problema eliminando "unas células". Y así, entre los 15 y 24 años, se practicó un total de cuatro abortos.
Pero el ciclo de sexo y abortos, de vida mundana, iba acompañado de una mayor conciencia de vacío interior. Y necesitó buscar, explorar algo que diera sentido a la vida y al dolor interno.
“Y en esta ausencia de Dios, vienen cosas satánicas, durante unos 10 años estuve estudiando temas de chamanismo, leí mucho a Carlos Castañeda, autor de la Nueva Era. Durante 10 años me dediqué a estudiar, conocer sus prácticas, practiqué yoga… Fue algo que me atrapó, porque yo pensé que buscaba la verdad, quería encontrar la verdad; y me fui por ese camino equivocado”, relata recordando este tiempo.
“Y en esta ausencia de Dios, vienen cosas satánicas, durante unos 10 años estuve estudiando temas de chamanismo, leí mucho a Carlos Castañeda, autor de la Nueva Era. Durante 10 años me dediqué a estudiar, conocer sus prácticas, practiqué yoga… Fue algo que me atrapó, porque yo pensé que buscaba la verdad, quería encontrar la verdad; y me fui por ese camino equivocado”, relata recordando este tiempo.
“Dios dónde estás, creo que voy a morir”
En esta época de búsqueda, de vez en cuando pensaba en su abuela, en su confianza en Dios. Lo hizo con más frecuencia cuando ella y su hermano se adentraron en la droga, en el consumo de cocaína. “En medio de ese consumo, de esa locura” entendió que necesitaba ayuda. “Dios, ¿dónde estás?, creo que voy a morir”, empezó a rezar.
Poco después de clamar así a ese Dios casi desconocido, Maribel y su hermano conocieron a un sacerdote. Empezó a hablar con él y pidió ser bautizada. El sacerdote le fue haciendo ver que era necesario cambiar de vida. “Me empiezo a desarraigar de algunas relaciones afectivas, de algunas personas que están por el lado que no es y empieza un camino de conversión ingresando a una comunidad carismática llamada Minuto de Dios”, explica. Minuto de Dios (www.minutodedios.org), es una de las comunidades carismáticas católicas más veteranas, extendidas y consolidadas en Colombia.
El proceso fue largo, 5 años en “proceso de sanación” donde recibió también, dice, oraciones de liberación y hubo “muchas lágrimas, muchos retiros…”.
"Dios perdona, pero es necesario postrarse"
Hoy Maribel es una católica que quiere compartir su fe y está dedicada a impartir seminarios de perdón y reconciliación. Su felicidad, explica Portaluz, se nutre de una vida sacramental, una espiritualidad y ascética, con fuerte acento en la reparación.
Y así ella misma lo explica: “Dios lo perdona todo, pero es necesario reparar, es necesario postrarse. Dice la Palabra de Dios que un corazón humilde, contrito y humillado, el Señor lo reconoce y lo ama. La reparación por amor a Dios apela a la justicia divina. Mi esperanza es creer que mis bebés (los cuatro que abortó) están en un lugar muy cerca de Dios”.
(Tomado y adaptado de Portaluz)
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